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Suzuki Splash: desestresante urbano

El Suzuki Splash quiere hacerte la vida más fácil en tu día a día en la ciudad gracias a su bajo consumo y a su buena usabilidad.

Suzuki ha realizado un ligero 'restilyng' al Suzuki Splash para adaptar su imagen a los tiempos que corren. Por ejemplo, la calandra es de una sola pieza y el paragolpes delantero deja unos huecos diferentes para los antiniebla (si los monta). Además, a causa de esto mismo, crece 44 milímetros de largo.

 

Por concepción y diseño, el Suzuki Splash está pensado para sobrevivir en ciudad. Para empezar, su tamaño te ayuda a encontrar un hueco de aparcamiento; además, la visibilidad circular está bien y puedes controlar los ‘bolardos asesinos de bajos’. En esta situación no me acaba de convencer el funcionamiento de la dirección al maniobrar rápido: parece que la servodirección se atraganta si quieres girar entre topes con velocidad, y el volante se vuelve duro. El funcionamiento del cambio en estas situaciones de aparcamiento apurado resulta sencillo y puedes pasar de primera a marcha atrás y viceversa con rapidez.

 

Cuando te incorporas a la masa circulatoria con el Suzuki Splash, puedes sacar partido al motor de tres cilindros alegre en marchas cortas. Si ves un hueco en el carril de al lado, con un golpe de gas te colocas donde quieres. Y al circular por ciudades sin demasiado tráfico o fuera de la hora punta, puedes incluso recuperar desde 50 km/h en quinta sin demasiado esfuerzo si el terreno es llano. También cuando coges una vía rápida puedes moverte con la circulación sin problemas si el asfalto no tira hacia arriba: los 90 Nm hacen lo que pueden, pero te ves obligado a reducir.

 

El Suzuki Splash no ha nacido para la autopista, pero tampoco va mal. En torno a 120 km/h se nota rumoroso. Algo lógico, puesto que es un modelo pensado para hacer ciudad intensivamente, aunque mantiene el tipo e impide que te arrepientas de haber escogido ese recorrido.

 

En cuanto a la vida interior, le pongo un notable: el habitáculo del Suzuki Splash es desahogado, sobre todo en cuanto a espacio para la cabeza, pero le quito puntos porque el volante no se ajusta en profundidad y el asiento se regula en altura, pero en compás; es decir, sube y baja la parte donde apoyas el trasero, mientras que el frontal queda fijo.

 

Por último, el maletero. Con 178 litros, el del Suzuki Splash puede parecer pequeño, pero lo cierto es que cumple. Podrías meter un par de maletas pequeñas y, sin duda, toda la compra del mes, que es para lo que está pensado. Si te apetece meter una bici, por ejemplo, te toca abatir los asientos, una acción sencilla que te llena de gozo: al bascular el respaldo se sumerge la banqueta y deja el fondo completamente plano.

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El Suzuki Splash quiere hacerte la vida más fácil en tu día a día en la ciudad gracias a su bajo consumo y a su buena usabilidad.

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