Prueba del Skoda Octavia Combi 2.0 TDI 150 CV

Es el coche que me compraría, sin lugar a dudas. Lo sé, me arriesgo a que no sigas leyendo la prueba del Skoda Octavia Combi 2.0 TDI 150 CV al ser tan directo. Si el anterior era un coche de notable, esta nueva generación, la cuarta -está cerca de su 60 aniversario-, llega con más espacio aún, con la última tecnología en lo que a seguridad y conectividad se refiere y con un diseño muy, muy atractivo; vamos, que roza el sobresaliente.

No hay que ser un lince para darse cuenta del 'cariño' que le ha dado Skoda a su modelo estrella, del que ha producido más de 6,5 millones de unidades. El ejemplo más claro lo tenemos en los grupos ópticos, los cuales, educadamente, me saludan con una secuencia de luces cuando entro o salgo del coche. Son estrechos y afilados, tanto los delanteros como los traseros, pueden ser Matrix full LED -los anteriores- y full LED -los posteriores- con elementos cristalinos iluminados e intermitentes dinámicos; un auténtico arma de seducción masiva. 

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Complementa el diseño exterior unas líneas fluidas, claras, de entre las que destaca la que se sitúa por debajo de la cintura y que une los faros y los pilotos. También la parrilla, que es más amplia que la de su predecesor. Y siguiendo el nuevo lenguaje de diseño de la compañía checa iniciado por el Scala, la palabra Skoda está presente en el portón del maletero.

Y si por algo se ha caracterizado el Octavia Combi -también la berlina- a lo largo de su dilatada vida es por su amplitud a bordo. La compañía del Grupo Volkswagen ha querido darle mayor longitud a su producto, sumando 4.689 mm, 22 mm más que la tercera generación; y mayor anchura, 2.686 mm, 15 mm más. Por su parte, la altura mengua ligeramente y la batalla permanece inalterada. Lo que ha crecido como si de una de esas toallas comprimidas que te ofrecen en los restaurantes japoneses se tratase es el maletero, por lo que ahora cubica, cetro del segmento en mano, 640 litros, 30 más.

Ese cuidado por los detalles del que te hablaba al principio de la prueba del nuevo Skoda Octavia Combi 2.0 TDI 150 CV también se aprecia en el interior. No lo digo por su cuadro de instrumentos digital, ni por su pantalla flotante, ni por su volante de diseño de dos radios huecos; tampoco por la pequeña palanca del cambio automático o la luz ambiente que recorre la zona media del salpicadero. No. Lo digo por el diseño de los tiradores y por el patrón de los paneles de las puertas. ¡Cómo ha mejorado Skoda en estos años!

También ese salto de calidad se aprecia en los ajustes y materiales que han sido utilizados. Por ejemplo, el salpicadero adopta plásticos gomosos en la zona alta y media -en esta última también Alcantara-, aunque en la inferior son duros, algo que no es de extrañar en este segmento. Otros elementos a destacar son los asientos, de corte deportivo y tapizados en cuero y piel vuelta; y la consola, por su diseño, no por la ausencia de la gran mayoría de botones físicos. Es cierto que es la moda, que casi todos los coches se han metido en ella, pero los sigo prefiriendo frente a los táctiles. Tiene los indispensables, cosa que agradezco -encender y apagar el clima, luces de emergencia...-, y que otros coches de la competencia no tienen, pero me sigue molestando que necesite moverme por el menú de una pantalla para, por ejemplo, elegir la zona en la que quiero que enfríe el climatizador. Porque lo de subir y bajar el volumen lo puedo hacer desde los botones del volante... o que lo haga Laura. No se trata de mi esposa o de ninguna amante -a ver si ahora voy a tener líos en casa-, sino del asistente virtual que puede realizar algunas acciones al decir "Ok, Laura".

El espacio para los pasajeros, tanto el delantero como el trasero, sigue siendo muy amplio, de lo mejor del segmento. Por si no era suficiente, que lo dudo, se ha visto ampliado para que cuatro personas viajen de forma confortable. La de en medio lo hará algo más incómoda porque la anchura es más justa si viajan tres personas y porque el respaldo esconde un apoyabrazos, por lo que es más duro.

¡Y el maletero! ¡Qué maletero! Si Martin Scorsese hubiese tenido el Skoda Octavia 2020 no hubiese dado mucho protagonismo al maletero del Cadillac Eldorado. Tiene 640 litros de capacidad, 30 más que el de la generación anterior y encima es profundo, regular, tiene una boca de carga baja y cuenta con cintas ajustables, varios ganchos y una toma de 12 V.

Comienzo la prueba dinámica del Skoda Octavia Combi 2.0 TDI 150 CV. Con el coche parado, su motor es ruidoso, no te lo voy a negar. Es un diésel, algo normal en este tipo de bloques. Pero al César lo que es del César: en marcha esa rumorosidad desaparece. Además, ofrece una respuesta muy buena, todo un torrente de energía que se despliega con más intensidad a partir de las 1.600 rpm, que es cuando comienza a dar su par motor máximo, de 360 Nm. Acompaña un cambio automático de doble embrague y siete relaciones muy rápido, pero que algunas veces, a punto de parar por completo la marcha, da leves tirones.

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Y podrás pensar mientras pones tus dos dedos índice haciendo una cruz: ¡Pero si es diésel! A lo que te respondo yo: ¿Y qué? Este bloque de gasoleo de cuatro cilindros tiene doble inyección de AdBlue y catalizador de tipo SCR, por lo que, entre otras cosas, las emisiones de CO2 se quedan en solo 123 gr/km. Pero eso no es lo mejor, porque puedes moverte con un consumo medio de 5,8 l/100 km/h y realizar kilómetros y kilómetros por carretera con unos 4,3 litros a los 100 km y de forma tranquila y muy cómoda gracias a su suspensión. 

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Sin duda, después de realizar la prueba del Skoda Octavia Combi 2.0 TDI 150 CV puedo asegurar que, si no es el mejor, es uno de los coches con mejor relación calidad, comodidad, espacio y precio. Por cierto, ¿te he digo que su maletero cubica 640 litros?