Prueba del Honda Civic 1.0 i-VTEC, con tres cilindros es suficiente

Hace unos meses, la firma japonesa mostró su apuesta por el coche eléctrico, no solo adelantando el número de modelos que llegarán en los próximos años, sino haciendo públicas las adquisiciones de Vattenfall, Ubitricity, Moixa y EVTEC para convertirse en un suministrador de energía. Eso sí, sin abandonar los motores de combustión... y como prueba, el Honda Civic 1.0 i-VTEC.

Si eres de esas personas que quieres motores con muchos, muchos cilindros y estigmatizas los bloques de tres, como diría Matías, permítame que insista...  Y es que te habla un periodista del motor que es propietario de un coche con este tipo propulsor.

Pero antes de meterme en harina, quiero echarle un vistazo al exterior. Su parte frontal, donde se ha llevado a cabo un gran trabajo de diseño, me sigue pareciendo muy deportiva y novedosa. Por su parte, la trasera me resulta menos acertada, aunque con las amplias tomas en negro del paragolpes gana enteros.

Su interior es menos vanguardista, más tradicional, pero mantiene los buenos ajustes y combina plásticos duros con algunos blandos. Lo que mejoraría es su sistema de infoentretenimiento -más después de conocer el del Honda Jazz 2020- y la ausencia de algunos botones, puesto que me obligan a navegar por el menú. Eso sí, los tengo físicos. Llámame anticuado...

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Los pasajeros viajarán de forma confortable; los delanteros por los comodísimos asientos, mientras que los traseros lo harán por el espacio con el que cuentan: muy bueno para las piernas y para los hombros -siempre que haya solo des personas en la segunda fila-, aunque algo más justo para la cabeza debido a la caída del techo. ¿Y las maletas? Caben de sobra en uno de los mejores maleteros del segmento 478 litros. Si también se apunta tu suegra al viaje y su baúl, puedes ampliarlo hasta los 1.267 litros abatiendo los respaldos (60/40), aunque ten en cuenta el escalón del fondo, con el que no tendrás una superficie totalmente plana.

Comienzo la prueba del Honda Civic 1.0 i-VTEC. Su motor de tres cilindros y 988 cc rinde 129 CV, potencia suficiente para mover muy dignamente sus 1.350 kg. El sonido no es seductor, algo bastante común tratándose de un bloque tricilíndrico -eso sí, existen otras opciones en el mercado algo más logradas-, pero lo sigo prefiriendo al de un diésel. Esa potencia junto a los 200 Nm de par que afloran a 2.250 vueltas, hacer de él una opción bastante enérgica en la zona media del cuentarrevoluciones, aunque cuando la aguja pasa de las 4.000 rpm, ese brío desfallece. Por eso, este motor te exige jugar con el cambio para tener siempre a mi disposición lo mejor del bloque, pero, créeme que por la transmisión que equipa, eso no será ningún problema. Es tradición que los productos de Honda destaquen por su cambio manual por precisión, tacto y rapidez, y el Honda Civic 1.0 i-VTEC de la prueba no iba a ser menos. ¡Qué delicia!

No es la mejor opción para irte a un puerto de montaña, pero sí para coche de uso diario con el que hacer una escapada a un tramo de curvas de vez en cuando. Por su dirección y suspensión, ésta algo blanda, que no sea...

Y lo mejor de todo es que el coche de la prueba, el Honda Civic 1.0 i-VTEC, tiene un precio que parte de 22.000 euros e incluye un jugoso equipamiento de serie: climatizador, sensor de lluvia y luz, navegador, cámara de visión trasera, sensor de aparcamiento delantero y trasero, sistema de prevención de impactos, de reconocimiento de señales y de aviso de cambio involuntario de carril.

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