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Hemos probado el nuevo Dacia Jogger: una grata sorpresa

La primera sorpresa del año tiene forma de familiar con hasta siete plazas en 4,5 metros

Antes de empezar la prueba del nuevo Dacia Jogger, me paro en el exterior. No sé: llámame loco, pero no me parece que tenga mala pinta. En frontal es virtualmente el mismo que luce el Sandero, aunque aderezado con algunos toques muy a la moda.

Y es que, en un mundo que pide con avidez modelos de aspecto SUV, el Jogger no se queda atrás. Echa un vistazo a las fotos: el frontal tipo ‘Stepway’ y detalles de estilo offroad en el paragolpes, la zona de los antiniebla y alrededor de la carrocería, en los bajos y en los pasos de rueda.

En Dacia aseguran que con el Jogger reinventan en coche familiar de siete plazas. No voy a ser yo quien les quite la razón, así que sin más miramientos salto al interior. Y como no puede ser de otro modo, empiezo con uno de los (a priori) reclamos de este modelo: las dos butacas adicionales que cuestan 750 euro).

Lo cierto es que no es un 5+2, como en algún que otro modelo incluso más grande. Aunque tampoco creo que sean para usarlas todos los días, sí que son más cómodas de lo que parecen en un principio.

Y es que sentado detrás del todo disfruto de buena visibilidad y una grata sensación de desahogo. Es cierto que el acceso es el que es: entras por la puerta trasera, que es 40 mm más alta que la delantera, y aunque hay espacio si no estás ágil te puede costar un poco.

Pero la postura es cómoda porque la posición del cuerpo es natural y no te exige llevar las rodillas levantadas. Además, un detalle de agradecer: en los modelos de siete plazas la tercera ventanilla se abre en compás.

Las plazas de la fila central, que sí que se van a usar más, tienen un espacio bueno. La postura no está mal, pero la forma de los asientos y el mullido un tanto duro no acaban de recoger bien la espalda. Pero, de nuevo, mucha sensación de amplitud y desahogo.

Por fin paso a los asientos delanteros, donde me acomodo para iniciar la prueba de un Dacia Jogger ECO-G Comfort de 100 CV. Es una versión interesante porque puede contar con la pegatina ECO y además, aparte de los 40 litros de gas, tiene un depósito de gasolina de verdad, con 50 litros, lo que le permite rondar los 1.000 km de autonomía. 

Antes de girar la llave, echo un vistazo alrededor. No engaño a nadie si digo que lo que veo me resulta similar al Dacia Sandero que probé hace unos meses, lo cual pienso que es bueno. El salpicadero parece sólido y los ajustes no están nada mal. No son los de un Rolls-Royce Phantom, pero pasan la prueba con nota.

También la usabilidad general. En un mundo cada vez más digitalizado y con pantallitas por doquier, encontrarme un cuadro de relojes analógico, sencillo (en el aspecto positivo) y con una buena visibilidad hace que se me caiga una lagrimita de emoción. Lo mismo digo de la pantalla multifunción monocromática que ofrece toda la información de un vistazo y sin estridencias.

Y sigo con esa sensación positiva cuando bajo la mirada y me encuentro con los mandos del aire acondicionado físicos: tres ruletas para controlar temperatura, intensidad y salida por los aireadores. En la versión Jogger Extreme se sustituye por un climatizador de una zona.

Dacia Jogger: mandos del aire acondicionado

Pero basta de palabrería. El Dacia Jogger de gas cobra vida con el típico murmullo de los motores tricilíndricos. En esta prueba todo es suavecito, desde el accionamiento del embrague hasta la dirección y la palanca del cambio.

Inicio la ruta con agilidad. Los primeros kilómetros sirven para conocer el coche y para confirmar que la nueva dirección eléctrica no exige demasiado. He de reconocer que la esperaba más suave, pero no está mal: en la marca aseguran que reduce el esfuerzo en maniobras un 36%. ¡Eso es precisión!

La peor parte la encuentro en los asientos. No acabo de estar cómodo y tengo la sensación de que la parte delantera de la banqueta está demasiado baja, por lo que los muslos no apoyan bien y siempre están en vilo.

Además, la pierna derecha descansa sobre parte de la consola central en una zona que puede resultar incómoda según tu postura. En todo caso, en una ruta de unas tres horas, no he sentido la necesidad de parar a descansar, por lo que supongo que es simplemente cuestión de tiempo el acostumbrarse a este aspecto.

Sobre el asfalto el Jogger muestra su carácter tranquilo desde el principio. Gracias a la adopción de la plataforma CMF-B del grupo puede presumir de una batalla de 2,8 metros, lo que marca también parte de su carácter, porque tiene mucho aplomo y ofrece una buena calidad de rodadura. 

Además, le permitirá añadir una versión híbrida tipo HEV que llegará trasplantada directamente del Renault Clio E-Tech (lee la prueba aquí). Aterriza el año que viene asociada al cambio automático y con una potencia de unos 140 CV: ¡interesante!

El Jogger ECO-G de 100 CV de la prueba funciona bien y no te dará quebraderos de cabeza siempre y cuando mantengas la calma: ¿te sorprendería si te digo que si vas rápido tiende a irse de morro, que la dirección se muestra imprecisa y que en general te hace sentir incómodo? 

Por eso, durante esta prueba prefiero mantener la calma y disfrutar de los buenos atributos del nuevo Jogger. Y estos no son otros que la sinceridad de uso. 

Si le das lo que pide, te recompensa con creces. La dirección es estupenda en curvas si no vas muy rápido (tarda en volver al punto medio, por lo que tendrás que volantear con eso en mente), y lo mismo ocurre con el tacto del freno o del cambio.

Puedes mover la palanca con agilidad y entra en su sitio sin rechistar. Aunque no es un accionamiento limpio, rápido y preciso, sí que es satisfactorio en general y no te va a dar pereza reducir.

En cuanto a las suspensiones, cumplen con su trabajo. No tienes balanceos ni cabeceos indeseados y, como nota interesante, tanto en el de cinco plazas como en el de siete tienen el mismo tarado detrás a pesar de que el paso ahí podría variar.

Dacia Jogger: un motor alegre y 10 CV más si se usa con gas que con gasolina

El tricilíndrico del Jogger que anima esta prueba es un 999 cc con cuatro válvulas por cilindro. Parece el mismo tres en línea de la variante TCe 110 CV, pero este último es un bloque completamente nueva que se estrena en este recién llegado.

Volviendo al motor de gas, en Dacia han homologado una potencia de 100 CV (74 kW) si se utiliza con GLP y de 91 (67 kW) si utilizas la gasolina.

Lo cierto es que no se mueve mal y, de hecho, creo que corre mucho: parte del truco está en que es un coche relativamente ligero: 1.223 kg para el cinco plazas (hay que recordar que mide 4,54 de largo). Pero no esperes milagros: aunque llaneas con soltura, no pierdes velocidad en las subidas y puedes ir rápido, tendrás que calcular bien los adelantamientos.

Como curiosidad, a 120 en sexta en el ECO-G circulas a unas 2.700 vueltas, mientras que en el TCe 110 a esa velocidad la aguja de las revoluciones indica unas 2.400 rpm.

Y es que sí, también he podido probar brevemente el Dacia Jogger con el motor más potente, el TCe de 110 CV. La principal diferencia es que por el escape sale un sonido bastante simpático y además mueve el coche con mayor agilidad. 

Depósito de GLP en el Dacia Jogger de gas

Parte de la responsabilidad la tiene el hecho de que es unos 50 kilos más ligero al no tener que ‘arrastrar’ el depósito de GLP ubicado en el hueco de la rueda de repuesto.

En resumen, tengo que reconocer que sí, que esta prueba del nuevo Jogger me ha mostrado que en Dacia han encontrado la clave para hacer coches buenos, bonitos y por un precio más que aceptable. Sin duda, uno de los coches más sinceros que he conducido en los últimos tiempos...

Valoración

Nota7

Esta prueba del Dacia Jogger nos ha alegrado el inicio de 2022. Un familiar compacto, con una batalla de 2,8 metros y siete plazas. ¡Y encima con buenos modales!

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