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Prueba del primer M eléctrico, el BMW i4 M50

El primer M eléctrico cumple con la promesa de prestaciones y velocidad. ¿Es divertido? Todo lo que un eléctrico puede serlo...

Me enfrento a la prueba del BMW i4 M50 con una mezcla de ganas y confusión. Ganas porque al fin y cabo tengo las llaves de un BMW de 544 CV (aunque es una cifra con truco, pero luego te lo cuento).

Y también confusión porque, hasta ahora, al hablar de BMW, normalmente la letra 'i' aparecía detrás de tres números. Y, cuanto más altos, mejor. Un 320i mola, pero un 340i, mola más.

Aquí esa 'i' aparece delante. Delante de un 4, para ser más exactos. Y es que el i4 es la alternativa eléctrica al BMW Serie 4 Gran Coupé, con el que comparte muchos rasgos estilísticos tanto fuera como dentro.

El coche que tengo entre manos es el nuevo BMW i4 M50, el primer integrante de la familia M en estar alimentado por baterías. Con una capacidad neta de 80,7 kW, en teoría puedo hacer 510 km (WLTP), aunque ahora mismo lo que pretendo es otra cosa.

Vídeo: probamos a fondo el nuevo BMW i4

Verás: como ocurrió cuando probé el BMW iX, mi objetivo es quitarme ese mono de autobahn que tanta restricción de viajes me ha generado: es un placer rodar a 160 o más legalmente (y demostrando que no es un drama, pero eso es otra pelea).

Inicio la prueba en un precioso lugar en algún lugar de los Alpes que soy incapaz de recordar y mucho menos pronunciar. Me quedo con que al lado estaba la residencia de veraneo de cierto dictador alemán que desencadenó una Guerra Mundial...

Como la ruta empieza a primera hora de la mañana por carreteras reviradas (y húmedas), me lo tomo con tranquilidad mientras termino de instalarme. 

Si te soy sincero, dentro tengo la sensación de que estoy dentro de un BMW Serie 4 Gran Coupé. Solo los relojes del BMW Curved Display con las grafías poligonales me recuerdan que esto es una cosa  diferente.

BMW Curved Display

Porque, de primeras, no suena (más o menos). Presiona el botón de arranque, actúa sobre la palanca del cambio convencional y pisa el acelerador. El feeling es de BMW, lo cual está genial.

Si con el BMW iX en Múnich han querido desarrollar un nuevo lenguaje visual y también otra filosofía más cómoda, aquí permanece mucho de aquel "¿te gusta conducir?" que nos marcó a muchos.

El interior te recoge; los asientos cumplen a la perfección con lo que se espera de un modelo M y el volante ¡redondo! actúa sobre una dirección con mucho que decir.

"En BMW hemos querido hacer la máquina eléctrica definitiva de conducir". Desde luego, le falta el sabor de un seis en línea, pero teniendo en cuenta los tiempos que se avecinan, me agrada sobremanera que me dibuje una sonrisa en la cara.

Por ejemplo, al darle un pisotón a fondo. Los dos motores (190 kW delante y 230 kW detrás) generan en condiciones normales 476 CV y 730 Nm, pero una función overboost desbloquea esos 544 CV que te decía antes que tenían truco. Pero el empuje está ahí. Y te aseguro que el 0 a 100 se me hace hasta largo...

También me pone contento la precisión de la conducción. La respuesta del acelerador es inmediata, lo que te ayuda a adelantar a cualquier cosa que te encuentres en la carretera... aunque sea una caravana de tractores clásicos que vienen de algún festival bávaro relacionado con las calabazas (es así: mejor no preguntes)...

Los ingenieros que han desarrollado el i4 M50 lo han dotado de algunos elementos específicos para mejorar el comportamiento con respecto al i4 eDrive 40. Tiene más vía delantera y trasera, una suspensión calibrada de manera más enérgica y estabilizadoras propias.

Esto se traduce en un paso por curva plano y sobrio, sin malas maneras y sin sobresaltos. En zonas más reviradas a ritmo elevado notas que el peso de 2.290 kilos está ahí, por mucho que tanta tecnología se empeñe en disfrazarlo.

Y el caso es que durante la prueba, el BMW i4 M50 en ningún momento me ha dado sensación de pesadez, de ser un coche de 2,2 toneladas (¡un Land Cruiser largo de 2005 pesaba 2.000 kilos!): es cierto que en curvas cerradas no está tan cómodo, pero tampoco es lo que se espera de él.

Sí que esperas una estabilidad lineal superlativa, especialmente en autopista. A las afueras de Múnich, en un tramo de velocidad libre, pude rodar a fondo: eso son 225 km/h limitados. Lo cierto es que la sensación de control es absoluta, y no solo por el aplomo del coche, sino también por el silencio de marcha.

Esto te proporciona una sensación de tranquilidad que te ofrece una experiencia más relajante al volante... aunque un BMW M340i te pida paso y se lo tengas que dar (de nuevo, autobiográfico).

En definitiva, diría que tras la prueba del BMW i4 M50 tengo más fe en los coches eléctricos que dicen ser divertidos. Puede que no sea una experiencia tan atronadora como la de un M3 Competition de 510 CV, pero los tiempos cambian y este eléctrico de BMW es un buen argumento para aceptarlo con una sonrisa.

Valoración

Nota8

Nos hemos puesto al volante del BMW i4 M50 y en esta prueba hemos descubierto que sí, que los eléctricos de altas prestaciones pueden funcionar si se enfocan bien.

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