Opinión: ¿La competición eléctrica, sin sonido de motor de combustión, tiene sentido?

Desde hace ya unos años, y en parte de forma forzosa, la industria del automóvil se está convirtiendo poco a poco a la movilidad eléctrica con el objetivo de abandonar el motor de combustión, y construir un negocio sostenibles y eficientes. 

Esto implica que, en las próximas décadas (o lustros, más bien) asistiremos a una carrera por la descarbonización de la industria, apostando por energías alternativas como el coche eléctrico o el de hidrógeno. 

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No podemos olvidarnos tampoco del combustible sintético que, aunque aún está en el aire su viabilidad en el futuro, se postula como aspirante a conservar el motor de combustión más allá de 2035.

Porsche, por ejemplo, ya usa este tipo de carburantes sintéticos en competición, donde el 911 sigue equipando el ya clásico motor bóxer de gasolina, pero alimentado por e-fuel. Mientras tanto, Toyota experimenta con el hidrógeno como combustible y ya ha testado en competición un Corolla alimentado por hidrógeno.

¿Qué dicen las cifras de audiencia?

Estas son dos vías lógicas y esperanzadoras para que el motor de combustión siga vivo, incluso a partir de 2050. O, al menos, en el mundo de la competición, donde la movilidad eléctrica empieza a cobrar cada vez más protagonismo con disciplinas como la Fórmula E, MotoE o el Campeonato de Rallycross, entre otros.

Pero, ¿tiene realmente sentido las competiciones de coches eléctricos? ¿Es determinante para que una categoría tenga éxito que se pueda escuchar el sonido de motores de combustión interna?

En el caso concreto de la Fórmula E el pico anual de máxima audiencia se alcanzó 2018, con 411 millones de espectadores acumulados (en todo el año) en el primer año de la nueva generación de monoplazas eléctricos. La audiencia bajó en los siguientes, pero desde entonces ha ido remontando hasta que en 2022 se ha situado en los 381 millones de espectadores, un 20,5% más que en 2021.

Estas cifras significan que el público empieza a sentir cada vez más pasión por esta joven categoría, a pesar de que no se queme gasolina de competición ni los motores de combustión rujan durante todo un fin de semana en el circuito. 

La emoción por el campeonato despierta cada vez más interés, aunque está lejos de los registros que maneja la Fórmula 1. En 2021, de hecho, se alcanzó la audiencia récord de 1.550 millones de espectadores en todo el año, un 4% más que en 2020 y, por supuesto, casi cuatro veces más audiencia que el mejor año registrado por la Fórmula E (2018).

¿La competición eléctrica, sin sonido de motor de combustión, tiene sentido?

Ya sea por tradición, por el atractivo de la competición, por los pilotos que compiten en el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 o, simplemente, por el sonido que generan los monoplazas, la F1 sigue siendo tremendamente más exitosa que la Fórmula E en términos de espectadores.

Entonces, ¿tiene sentido la competición eléctrica? En parte sí lo tiene, porque es el futuro de la movilidad personal y un campo de pruebas excepcional donde los fabricantes pueden desarrollar sus últimos avances tecnológicos, de propulsión y de baterías. Algo similar a lo que ocurre en la Fórmula 1, pero con coches eléctricos puros.

Por otro lado, si se persigue la sostenibilidad y la eficiencia en el transporte, ¿por qué “malgastar” energía eléctrica en una serie de coches dando vueltas en un circuito? Lo cierto es que el sentimiento de ecologismo no termina de casar con la competición automotriz, y esto podría poner en riesgo en el futuro este tipo de deportes.

Pero también es cierto que en cualquier disciplina deportiva en la que se utilicen vehículos con motor de combustión interna para competir se invierten millones de litros en carburante cada año tan solo para una serie de coches den vueltas en un circuito…