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¿Por qué no paran de bajar las ventas de coches?

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La situación no va a cambiar pronto.

El sector del automóvil no está pasando por su mejor momento: a finales de junio, la caída era de un 5,7% respecto a las unidades comercializadas durante el mismo periodo del año anterior. Lo cierto es que no parece que la tendencia vaya a cambiar en los próximos meses. ¿A qué se debe este descenso?

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Lo cierto es que la situación es el resultado de la combinación de varios factores y, aunque es difícil señalar cuál es el que tiene mayor importancia, no es complicado poner en evidencia cuáles son los más relevantes.

La resaca del protocolo WLTP

Aunque finalmente en España se aprobó una moratoria hasta 2021, durante el segundo semestre de 2018, ante la entrada en vigor de la nueva normativa en septiembre, el movimiento de las marcas fue generalizado: retirar del mercado modelos que no la cumplían (hasta que lo hicieran) e intentar vender todo el stock posible antes de la llegada de la fecha límite.

El resultado fue un aumento considerable de las ventas, tanto que es imposible que se igualen las cifras durante los mismos meses de este año, así que no esperan uno cuantos titulares de “las ventas de coches siguen bajando” desde aquí a finales de 2019.

Pero esta bajada no es solo relativa en comparación con el ejercicio anterior, también es absoluta, y es que cae por su propio peso: muchos conductores aprovecharon la situación propicia para hacerse con un vehículo nuevo (otros lo harían en los meses siguientes con las unidades ya matriculadas como km.0), por lo que ahora el número de individuos que tienen necesidad de cambiar de automóvil es mucho menor, tan simple como eso.

Sin embargo, los que estén pensado en comprar su primer coche o cambiar el que tienen, tampoco lo pueden tener muy claro, algo que es consecuencia del segundo factor.

Normativas y líos institucionales

Desde hace ya bastante tiempo vivimos una situación en la que se ha demonizado el diésel y en la que la guerra se ha extendido ya a todos los vehículos de combustión. Hemos llegado a un punto en el que las alternativas híbridas (convencionales, enchufables, mild-hybrid o gas) parece que sean solo un parche dado que el futuro es eléctrico.

El clima es de inseguridad, de no saber hacia donde va la cosa. Parece más o menos claro que las normativas de circulación van a ser cada vez más restrictivas, pero no saber hasta qué punto lo serán hace que muchos conductores no se dedican a la compra, postergando su decisión a la espera de que la hoja de ruta quede marcada.

Es algo comprensible: comprar un coche no es barato, mucho menos su hablamos de un automóvil electrificado en cualquiera de las variantes. ¿Quién en su sano juicio compraría un híbrido convencional sin saber si podrá conducirlo libremente por donde quiera dentro de un par de años?

La situación política del país afecta al sector y hasta que no esté claro cual va a ser el camino a seguir y los pasos que se van a dar, es complicado que veamos un crecimiento importante de las ventas.

Falta de interés

No es algo capital, pero si influye bastante, y es que numerosos estudios a lo largo de los últimos años han demostrado que el interés de la juventud por el mundo del motor va cada vez a menos. El número de jóvenes que se saca el carné ha descendido de manera considerable y muchos no consideran importante tener un vehículo en propiedad.

Esta falta de savia nueva también influye puesto que elimina la entrada en acción de nuevos actores en el escenario.

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Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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