Esa frase tan manida de ‘ha venido para quedarse’ hace tiempo que se puede aplicar al coche eléctrico. La oferta es cada vez mayor y aumenta también la demanda. O, quizá, habría que decir el interés, porque luego no siempre se traduce en compra. Y esto se debe a que el coche eléctrico tiene que dar ya tres pasos para tener futuro. 

La industria del automóvil ha apostado por el vehículo eléctrico como principal vía para cumplir con los objetivos climáticos impuestos por los organismos internacionales y entidades supranacionales. 

La Unión Europea fijó sus objetivos en el programa Fit for 55, que prevé reducir las emisiones en, al menos, un 55 % de aquí a 2030, comparado con los valores de 1990, y alcanzar la neutralidad en carbono en 2050. 

Siguiendo esta senda marcada por Europa, los diferentes estados miembros han aprobado medidas como la Ley de Cambio Climático, aprobada en 2021 en España, que establece algunas obligaciones como la implementación de las Zonas de Bajas Emisiones en los municipios de más de 50.000 habitantes. Aunque ya sabemos que no está cumpliendo.

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Las ZBE son espacios delimitados en las ciudades a los que no tienen acceso los vehículos más contaminantes, es decir, aquellos que quedan fuera del etiquetado de la DGT. Pero, a partir de 2025 (en poco más de un año) las restricciones se ampliarán a los coches con etiqueta B. 

Relacionado con los objetivos climáticos, cabe recordar que el pasado mes de febrero la Unión Europea aprobó la prohibición de vender coches de combustión nuevos a partir de 2035. 

Tres pasos que debe dar ya el coche eléctrico para tener futuro

Aunque sea por imposición de las autoridades gubernamentales, el coche eléctrico es una realidad hoy en día. Pero, desde su aparición, ha planteado tres problemas: su precio claramente superior a un equivalente de combustión, la autonomía y la escasez de puntos de recarga de baterías.

Para que el vehículo eléctrico tenga futuro, es imperioso solucionar estos tres aspectos. De lo contrario, cuando llegue ese futuro, una parte importante de la población no podrá comprarse un coche porque será muy caro o no le interesará porque no es práctico.

El precio es el principal punto que espanta a muchos usuarios que se interesan en un coche eléctrico. Cada vez aumenta el número de personas que afirman que les gustaría comprar un coche eléctrico, pero no pueden. Sin embargo, ha aparecido un rayo de esperanza. 

Los coches eléctricos son muy caros por la batería. Este es el principal elemento de un vehículo eléctrico, su corazón. Y la producción es cara, porque las materias primas que requiere son muy escasas y, por tanto, caras. 

Hablamos, principalmente, del litio, pero también del cátodo, el cobalto, el níquel… Sin embargo, el precio de estas materias primas está cayendo con fuerza, lo que podría suponer una baja del coste final del producto.

En estos momentos, el precio del litio y del resto de materias primas está por debajo de los 100 dólares/kWh, según la consultora Benchmark Mineral, una cifra que se considera clave para abaratar el coste de la producción de baterías. 

Para ponerlo en contexto, el precio del litio en diciembre de 2022 era de 125 dólares/kWh y en marzo de 2022 se pagaba a 146,6 dólares. Hoy supera ligeramente los 98 dólares/kWh, lo que significa una caída del precio del 33,3% con respecto a marzo del año pasado.

Además, el precio del cátodo ha caído un 41,6% y el del ánodo un 17,6%, materias que son claves en las reacciones químicas que se producen dentro de las baterías. A esto hay que añadir una caída del 25% del precio del níquel chino, una caída del carbonato de litio del 52% y del 48% en el caso del del hidróxido de litio (48%). 

En definitiva, el precio del litio es el más bajo en los últimos dos años y el cobalto en China registra el precio más bajo según la mencionada consultora.

Aumentar la infraestructura de cargadores

El otro paso que debe dar el coche eléctrico o, más bien, las autoridades es aumentar la infraestructura de cargadores. Esto es clave para que un vehículo a batería sea perfectamente utilizable como otro de combustión. En este sentido, España va más atrasada que otros países que ya cuentan con una red mucho más amplia. 

En estos momentos, en España hay poco más de 20.000 puertos de carga operativos y hay otros 7.400 pendientes de activar, a la espera de la correspondiente licencia de las administraciones públicas, gestión de las distribuciones eléctricas y otros problemas burocráticos.

Son pocos, sobre todo, si los comparamos con los 137.000 que hay en los Países Bajos (un país del tamaño de Extremadura) y con los 100.000 que se propuso el Ministerio de Transición Ecológica hace unos años. 

Según la patronal de fabricantes ANFAC, para que España esté al día en el cumplimiento de sus objetivos de emisiones impuestos por la UE, debería cerrar este año con 45.000 cargadores, más del doble de los que hay.

De cara a 2030, el objetivo es que en España haya unos tres millones de coches eléctricos circulando por las carreteras, pero, según ANFAC y Faconauto, para conseguirlo serán necesarios tener 340.000 cargadores públicos. 

Baterías con mayor autonomía

Por último, otra cuestión clave es aumentar la autonomía de las baterías. Este punto se antoja menos problemático, ya que, conforme aumente la tecnología los vehículos ofrecerán un rango de autonomía mayor. 

Actualmente, de media los coches eléctricos ofrecen una autonomía real entre 300 y 400 kilómetros, que es muy poco, comparado con vehículos de combustión. Hay opciones con mucha más autonomía, pero ya hablamos de coches muy caros (aún más).

Para que el coche eléctrico tenga futuro, además de reducir el precio y aumentar los lugares donde ‘repostar’, es necesario que tenga autonomías reales de, al menos, unos 700 kilómetros. El resto está en hacer esto posible sin encarecer mucho los costes.