Rolls-Royce Boat Tail: como pez en el agua... de la exclusividad

Nunca un Rolls-Royce ha sido normal, pero es que a día de hoy hay modelos aún más singulares que no podrían ser incluidos ni siquiera en las páginas de un catálogo de la marca. El ¿último? de estos ejemplos, el Rolls-Royce Boat Tail. Un coche que se mueve como pez en el agua... de la exclusividad y que se lleva gestando desde 2017. 

Y aunque no hubieras visto las fotos, es fácil que te imagines por dónde puede ir el sentido de este post, cuando se refiere a un coche que empieza por las mágicas erres del legendario fabricante británico y acaban en una sugerente 'cola de barco'. Dos mundos de lo más selecto cuya fusión, en este vehículo, parece ir absolutamente sobre ruedas en todos los sentidos. 

Y es que por muy extraña que te parezca semejante excentricidad, siempre va a haber en alguna parte del mundo un cliente que quiera una pieza de coleccionista, con toda la personalización del mundo -y más- que uno pueda imaginar.  Y ese es el público de Rolls-Royce Bespoke, aquellos que buscan ir más allá de las limitaciones existentes para mezclar lujo, diseño y cultura de la marca. ¿Cómo? Con unas carrocerías tan especiales que requieren habilidades artísticas de élite que no existen en ninguna otra parte de la industria automotriz. 

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Un coche "para celebrar"

¿Objetivo? Un objeto que se distinga de cualquier cosa que haya existido antes, con una exploración del lujo y el glamour personalizado en el que se tenga en cuenta al cliente en todas sus dimensiones: su espacio de vida individual, su manera de celebrar la vida, sus contactos, sus matices culturales... y de manera circundante, elementos influyentes de la arquitectura, la alta costura, los colores, sus gustos artísticos... 

Con casi 5,8 m de largo, este portento tenía la misión de no parecerse a nada que se hubiese construido antes, pero sí que bebió como inspiración de los automóviles de los años 20 y 30 cuya trasera sí se asemejaba un poco a los barcos en términos de elegancia, y, por qué no, de incipiente arodinámica. Pero todo, contando con los mayores avances tecnológicos de su época y el inconfundible sello de Rolls elevado a la máxima potencia. 

Dice la marca que este "es un coche para celebrar el éxito tras el trabajo bien hecho", "para ser conducido desde el principio" y compartirlo en buena compañía. ¿Cómo se traduce esto en el lenguaje de diseño?

En el frontal, hay una nueva parrilla con la firma lumínica de la marca, cuyas luces inferiores le dan un aire redondeado una vez encendidas, como en los modelos tradicionales de la casa.  

De perfil, el parabrisas envolvente tiene una suave inclinación para ir estilizando esa fuerte presencia delantera, con una suave inclinación del pilar A perfectamente estudiada... sin que en realidad, la cintura -aquí, línea de flotación-, no descienda hasta el final. 

Entre medias, nos podemos entretener en las líneas y contralíneas que dibujan la capota cuando está puesta, y que no puede ser una mezcla estética más acertada entre el diseño, la funcionalidad y las reminiscencias más retro. 

Y ahora sí, en la zaga, un descenso acusado de las proporciones que acaban en una silueta afilada, lo que le confiere su verdadera personalidad y cuyas ópticas horizontales contrastan definitivamente con la verticalidad de las formas del frontal. 

Guiños náuticos

De hecho, es en la parte trasera donde las referencias náuticas se hacen más evidentes para Rolls. La cubierta de popa, una interpretación moderna de las cubiertas traseras de madera de los históricos Boat Tail, incorpora grandes franjas de madera. 

La chapa de 'Caleidolegno' se aplica en un auténtico despliegue de la ingeniería de Rolls-Royce; el material gris y negro que normalmente se aloja en el interior, ha sido especialmente adaptado para ser utilizado en el exterior, sin comprometer la estética. El material presenta una veta de madera lineal que se alarga visualmente mediante incrustaciones de rayas de acero inoxidable cepillado, que sirven como un guiño óptico a la construcción de madera típica de los yates, tanto antiguos como nuevos. 

 El exterior es de un azul oscuro en carrocería, ruedas, capó (degradado y pintado) tiene continuidad en un interior de cuero azul más oscuro delante y más claro detrás, con disposiciones y guiños para lograr sensación de fluidez, olas del mar... 

Y a bordo de este exclusivo yate con ruedas, la colaboración de los relojes BOVET 1822 para la instrumentación (adornados con una técnica decorativa denominada Guilloché, típica de joyeros y relojeros de alto nivel), un elegante volante bicolor con tonalidades por encargo; Montblanc para una pluma en estuche de aluminio y cuero hecho a mano en la guantera... y un sinfín de detalles.

Y cómo no, los toques de madera, para la parte inferior y el suelo, lo que recuerda a las formas del casco de una embarcación: láminas de metal se transforman de forma artesanal en la representación escultórica de Boat Tail, en un trabajo conjunto entre el artesano y la tecnología punta para un coche que "debía marcar un sentido de ocasión y servir esa ocasión como ninguna otra cosa", reconocen sus creadores. 

Explosión de glamour

En el cofre, el 'sumum' del lujo: con solo presionar un botón, se abren dos compuertas en la zaga, (movimiento que se inspiró en conceptos en voladizo explorados por el arquitecto Santiago Calatrava) con un montón de sorpresas para una completa experiencia gastronómica al aire libre. 

 Un lado dedicado a los aperitivos, el otro a la cocina, con cubiertos grabados con el nombre 'Boat Tail', fabricados por Christofle en París, una nevera doble para albergar las añadas favoritas de los clientes de champán Armand de Brignac (de enfriado rápido y exactamente a seis grados)... Y para rizar el rizo, paraguas Rolls-Royce en las puertas, una elegante sombrilla, mesas y sillas de picnic creadas por el fabricante de muebles italiano Promemoria. 

Aún no conocemos más detalles mecánicos ni prestacionales de esta joya del diseño y el gusto exquisito. Quizás el fabricante, al preguntarle por parámetros como la potencia, se despachara como antaño, con un "la suficiente". Pero en realidad, visto semejante apología del disfrute hecho coche... ¿a quién le importa?