La fatal tragedia de Paul Walker que conmovió a Hollywood

Una vez, Paul Walker dijo: “Si algún día la velocidad me mata, no lloréis por mí. Me habré ido sonriendo”. Ese día llegó, fue el 30 de noviembre de 2013, por la tarde, y muchos no pudieron cumplir el deseo del actor. La noticia de la fatal tragedia de Paul Walker conmovió a Hollywood y a toda la legión de seguidores de la saga ‘Fast & Furious’.

Sobre las 15:30 de aquel día, Paul Walker salía de un evento solidario junto a Roger Rodas, para ayudar a las víctimas del tifón Haiyan que, unas semanas antes, arrasó Filipinas, dejando tras su paso un total de 6.300 fallecidos. 

El actor viajaba en su espectacular Porsche Carrera GT, uno de los superdeportivos más espectaculares que han salido de Zuffenhausen y también uno de los más rápidos del planeta. 

Equipado con un V10 atmosférico de 5.7 litros, el Carrera GT producía 612 CV y 590 Nm de par, con los que podía acelerar de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 330 km/h. Una auténtica bala para un amante de la velocidad, por cuyas venas circulaba gasolina…

La fatal tragedia de Paul Walker que conmovió a Hollywood

Y fue, precisamente, la velocidad la causa del accidente que acabó con la vida de uno de los protagonistas de ‘A todo gas’. Lamentablemente, la falta de testigos presenciales dificultó mucho las tareas de investigación del accidente y le caso se prolongó durante dos años, hasta que se dio por cerrado.

Según las autoridades, Walker circulaba con su Porsche a una velocidad muy superior a la permitida (se estima que a unos 160 km/h). En un momento, perdió el control y terminó impactando brutalmente contra un poste de luz y unos árboles, en el barrio de Valencia de Santa Clarita, en California. 

El impacto fue tan brutal que, instantes después, el superdeportivo alemán salió ardiendo hasta ser consumido por las llamas, con los dos cuerpos dentro, lo que dificultó, todavía más, el esclarecimiento del alcance de las heridas derivadas del accidente.

No sólo fue la velocidad

Pero, si bien la velocidad jugó un papel importante en el accidente de Paul Walker, no fue la única causa que provocó que el actor perdiera el control del coche. Según unas investigaciones realizadas posteriormente, el estado de los neumáticos era penoso.

Walker había comprado el coche de segunda mano y calzaba todavía los neumáticos de fábrica, es decir, de 2004. Como es sabido, las gomas hay que cambiarlas cuando están gastadas o por edad, normalmente a los cuatro o cinco años, ya que empiezan a deteriorarse, aunque no estén desgastadas. 

En un pequeño utilitario de 60 CV que apenas conduces, quizá puedas apurar un poco más (no es recomendable), pero cuando hablamos de un deportivo de más de 600 CV, es muy peligroso. Está claro que los neumáticos del Carrera GT no estaban en las mejores condiciones y fallaron en el peor momento. 

La familia de Walker demandó a Porsche

Después del accidente, la hija de Paul Walker decidió demandar a Porsche por negligencia, argumentando que el coche tenía varios fallos que pudieron provocar el accidente, como en el circuito de la gasolina, que pudo originar el incendio, o en los cinturones de seguridad.

La marca negó las acusaciones y, tras las investigaciones realizadas sobre el vehículo, se determinó que la principal causa del accidente, además del mal estado de los neumáticos, fue el exceso de velocidad.

Según Porsche, el actor circulaba a 151 km/h cuando perdió el control del vehículo, mientras que los abogados de la familia señalaron que iba a una velocidad entre 101 y 114 km/h. Finalmente, finalmente la justicia norteamericana no cargó contra el fabricnate alemán.

Sea como fuera y cuestiones judiciales aparte, de lo que no hay duda es que la tragedia de Paul Walker conmovió a Hollywood y dejó un importante vació en todos los seguidores de la franquicia que, en el momento del accidente, estaba rodando la séptima película.