Estos son los coches okupas, la nueva gran preocupación de la DGT

Es posible que el concepto de “coches okupas” te resulte completamente nuevo, pero te aseguramos que has visto muchos de ellos a lo largo de tu vida. Son un problema para la Dirección General de Tráfico y ésta acaba de introducir novedades en la ley de tráfico para poder ponerle solución.

Lo primero es concretar qué es un coche okupa: se trata de todos aquellos automóviles que han sido abandonados en un aparcamiento, tanto los que están en un parking (comunidades de vecinos, aeropuertos, centros comerciales, taller mecánico, etc.) como los que se encuentran en una vía pública.

Los motivos para acabar así son muy variados, pero lo más habitual es encontrar vehículos dañados, muy antiguos, etc. La realidad es que la DGT calcula que cada año se abandonan 50.000 vehículos en vías públicas, 20.000 en recintos privados y otros 6.000 en talleres, porque sus dueños no pueden o no quieren pagar la reparación.

Lógicamente esto es un problema tanto para los particulares como para los ayuntamientos, puesto que se pierden plazas de aparcamiento. 

Hasta ahora, el proceso para poder sacarlos de donde estuvieran era lento y complejo, pero la DGT ha reinterpretado se reinterpreta el artículo 106 de la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, para agilizarlo.

Ahora, se emite una orden al titular del vehículo para que lo mueva en un periodo de un mes. En caso de no hacerlo, se procede a su traslado a un desguace, donde será destruido. Si se encuentra en buenas condiciones y podría seguir circulando, existe la posibilidad de reutilizarlo e incorporarlo a las flotas de los cuerpos de seguridad.

Susana Gómez, subdirectora de Vehículos de la DGT, ha declarado: “Se trata de que los propietarios no soporten las cargas de la ocupación de su espacio privado en sus instalaciones por parte de cualquier ciudadano que abandona su vehículo”. Ha puntualizado que es un sistema garantista y que protegerá a aquellos coches que no estén abandonados de verdad.

Fuente: La Vanguardia