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Duesenberg, los coches con 100 años que nadie conoce y cada vez son más caros

Duesenberg

Superan el millón de euros.

Que los coches clásicos viven una burbuja que sigue inflándose sin que aparentemente se vea el fin de la misma, es un hecho. Se puede comprobar en cualquiera de las constantes subastas que hay a lo largo y ancho del mundo. Sin embargo, el ojo inexperto solo se fija en modelos conocidos, pero hay marcas de las que no se sabe tanto, cuyos coches no dejan de revalorizarse.

Hablamos de Duesenberg, una compañía de la que probablemente no hayas oído hablar nunca. No te sientas mal, a mucha gente le pasa lo mismo, pero quienes saben de ella están pagando auténticas millonadas por sus vehículos.

Hablar de ella significa hablar de sus fundadores, August y Fred Dusemberg, nacidos a finales de la década de 1870 en Alemania, pero que a finales del siglo XIX decidieron emigrar a los Estados Unidos en busca del sueño americano y para labrarse un futuro de éxito.

Ambos eran ingenieros autodidactas, así que aprendieron todo lo que pudieron sobre motores, haciendo pruebas de todo tipo. Comenzaron su andadura empresarial produciendo bicicletas, pero para 1905 ya desarrollaron su primer motor, un bicilíndrico que no tardaría en dar paso a propulsores de todo tipo.

 

Durante la primera Guerra Mundial, Estados Unidos les autorizó como centro de experimentación aeronáutica, algo que les dio acceso a un motor de 16 cilindros de Bugatti, que analizaron a fondo y del que adquirieron grandes conocimientos para aplicar a sus propios propulsores.

Fue en 1916 cuando fundaron Duesenberg Automobile & Motors Company. Primero se instalaron en Newark y, una vez terminó el conflicto bélico, se trasladaron a Indianápolis.

Fue allí donde lograron su primer gran hito, un motor de ocho cilindros en línea que montarían sus coches. El primero fue el Model A, con 88 CV y que costaba 6.500 dólares, un dineral para la época. De él se fabricaron 650 unidades a lo largo de seis años.

De manera paralela la compañía se metió en el mundo de la competición, logrando bastantes éxitos, lo que no hizo más que ampliar el nombre de la compañía y acrecentar las ganas que tenían los más pudientes de hacerse con uno de sus automóviles.

Duesenberg

Para estos empezaron a ampliar su gama. Primero llegó el Model X, una actualización del A que llegaba hasta los 100 CV, que ya costaba 8.500 unidades y que fue todavía más exclusivo, pues solo se fabricaron 13 unidades. 

Luego, el Model J actualizaría a su vez al X, destacando por su motor 7.0 de ocho cilindros que podía instalar un supercargador. El problema de este fue el ‘timing’, a que se produjo durante la Gran Depresión, así que su producción fue de solo 300 ejemplares, en lugar de los 500 planeados originalmente.

Aún así, fue un modelo más que notable para la época, con 265 CV en su versión de aspiración natural y un rendimiento sobresaliente en la variante sobrealimentada: 320 CV gracias a los que aceleraba de 0 a 100 km/h en 8 segundos y alcanzaba 225 km/h de punta. No estaba mal teniendo en cuenta que pesaba 2,5 toneladas.

Eso sí, no sería su obra magna, título que corresponde al Duesenberg Model J SSJ, un modelo de 400 CV del que se fabricaron solo dos unidades para dos de las mayores personalidades de la época, los actores Gary Cooper y Clark Gable. El primero se vendió en 2018 por 22 millones de dólares.

Fue el último brillante fogonazo antes de que la marca se apagara, pues en 1932 la muerte de Fred dejó tocada a la empresa, a lo que se sumó los problemas de Cord (compañía que fabricaba los motores) a finales de la década, lo que llevó a la posterior desaparición de Duesenberg.

Su legado está en sus coches, que no fueron más de 650 en total y de los que no se sabe a ciencia cierta cuántos quedan en el mundo, lo que hace que estén realmente valorados y que en los casos en los que salen a subasta lleguen a venderse por cuantías que llegan a superar los dos millones de euros.

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