Las carreteras son un lugar de convivencia entre actores muy diversos y que no dejan de diversificarse cada vez más (por ejemplo, los patines). Dos de los más habituales y que suelen tener más problemas entre ellos son los coches y los ciclistas, pues la diferencia entre velocidades, volúmenes, etc. dan lugar a situaciones peligrosas.

Entre los lances que pueden darse entre ellos no todos son igual de importantes o peligrosos, destacando en esto último los atropellos desde detrás.

En estos casos el motivo que lo provoca es que el conductor no ve al ciclista y acaba impactando con él o arrollándole. Suele producirse porque el coche va demasiado rápido y cuando se percata de su presencia no le da tiempo a frenar y/o esquivarlo.

La DGT explica que hay dos maneras principales de evitarlo: 

• Elegir calles anchas con tráfico lento preferentemente: con más espacio y tiempo los automóviles tienen una ventana de reacción mayor
• Es recomendable utilizar calles secundarias, en especial en fin de semana, pues en ellas se suele circular a una velocidad más moderada y están menos transitadas

Además, el organismo recuerda ciertas actitudes que redundan en la seguridad del ciclista: ser predecible y no hacer maniobras que sorprendan al resto de usuarios, mantener distancias de seguridad, intentar buscar contacto visual con otros conductores y circular por la parte central del carril.

Por último, la Dirección General de Tráfico apunta que, si se prevé una situación de riesgo inevitable, lo primero es reducir la velocidad y, si llega a ser necesario, incluso bajarse de la bicicleta y seguir a pie por la acera.

También es necesario recordar la normativa, como la recomendación de llevar casco, la obligatoriedad de llevar timbre y luces, la necesidad de señalizar los giros, tener en cuenta los límites de alcohol permitidos o lo recomendable que es usar el carril bici siempre que sea posible.