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Range Rover, VW Touareg, BMW X5 y Audi Q7: ¡A toda máquina!

Carlos Siles

700 Nm de par motor... así se las gasta el nuevo Range Rover TDV8 y le planta cara a su competencia directa: el Audi Q7 y el VW Touareg, que sacan 800 Nm de sus motores. El BMW X5, por su parte, renuncia a un turbodiésel V8 y se las apaña con un seis cilindros de 'sólo' 600 Nm.

Motorizaciones comparadas:

¿Qué demonios tiene que ver una barbacoa con un 4x4 de los grandes? Pues mucho, ya que ambos pertenecen a segmentos en los que los hombres no quieren ceder un ápice. Está claro que la parrilla eléctrica y el coche eléctrico son alternativas muy a tener en cuenta, pero lo cierto es que a las dos les falta algo primordial: la fascinación que el fuego y la potencia ejercen sobre el hombre... y eso es algo que sólo ofrece el carbón y las parrillas. En el caso de los coches, sólo un motor de combustión está a la altura de las expectativas. Curiosamente suelen ser los hombres, y no las mujeres, los que se sienten tan poderosamente atraídos por las llamas, el fuego y la explosión. Prueba de ello es que son pocas las féminas que te encuentras formando parte de los clubes de locomotoras o de tractores... donde sí que hay desde niños hasta abueletes admirando todas esas poderosas máquinas con la boca abierta.

Estos artefactos jadean, resoplan, echan humo y apestan como ellas solas. Por (casi) todas estas razones tienen un gran parecido con nuestros cuatro candidatos. Eso sí, a pesar de sus inmensas dimensiones y peso, tratan de jugársela a la OLP y compañía con motores diésel muy ahorradores.

El Audi Q7 4.2 TDI es el mejor ejemplo. Su carrocería, con sus 5,09 metros de longitud y 1,98 metros de anchura, no es lo único que impresiona de este fantástico coche: su motor de ocho cilindros fabricado por Audi le saca a su cilindrada de 4,1 litros, 340 CV y un impresionante par motor de 800 Nm. Ante tal demostración de fuerza, a sus 2.598 kilogramos de peso en vacío no les queda más remedio que rendirse a la evidencia: tras un ridículo vacío del turbo, el potente Audi se lanza a por todas en un santiamén. El turbodiésel se comporta con suavidad, pero, todo hay que decirlo, se hace oír ligeramente con un gruñido dentro del habitáculo. Los volantazos y el estacionamiento tampoco son los puntos fuertes del Audi. Su escasa maniobrabilidad no depende sólo de sus dimensiones y su peso, sino de su ángulo de giro de 13 metros y de su suave dirección.

El Audi no ofrece más espacio para los ocupantes que el resto de sus rivales, pero les gana la partida cuando se trata de poner el maletero hasta arriba. En volumen y longitud de carga es, gracias a su tamaño, prácticamente imbatible. A pesar de su suspensión neumática con regulación de amortiguación de serie, el Q7 4.2 TDI no consigue alcanzar un confort realmente óptimo. Mediante un tarado de chasis firme, Audi ha puesto toda la carne en el asador para conseguir un buen comportamiento en curva.

El chasis de BMW sigue los mismos derroteros, pero en su caso el invento sí le da buenos resultados: resulta manejable y ágil, su dirección es muy directa y sus reflejos me dejan boquiabierto. Unas medidas moderadas y un reducido peso, 2.286 kilogramos, juegan a su favor.

El BMW no monta motores diésel V8 y sale ganando: la gente de Baviera ha ido, poco a poco, eliminando este tipo de motor de todas sus series. El 40d del Serie 7 ya no es el diésel V8 que salió en 2008 con un máximo de 330 CV: no, el 40d es ahora la piel perfecta para el viejo y buen seis cilindros en línea con tres litros de cilindrada. Su turbocompresor le saca al V6 del BMW 306 CV y 600 Nm con los que deja en ridículo al resto de los rivales: ni Audi ni Range Rover son capaces de adelantarlo.

Eso sí, el 40d no es un coche de motorización confortable: el seis cilindros no llega a molestar con su sonido, pero retumba continuamente. Da igual a la velocidad que vayas... siempre hace ese ruido tan típico de BMW. A cambio, me deja con la boca abierta al pisar el acelerador y con sus inapreciables vacíos del turbo. Su trabajo en equipo con el cambio de marchas automático resulta ejemplar, algo que el resto de sus rivales tampoco hacen nada mal.

El bajo consumo del BMW es la recompensa por haber prescindido del V8. Su gasto durante el ciclo de prueba es de 9,8 litros/100 km, un litro menos que el enorme Audi. El bávaro lo logra además sin renunciar ni a un centímetro de espacio en el interior. Todo lo contrario, el X5 está diseñado por dentro con amplitud, sobre todo en las plazas posteriores, donde le regala a sus ocupantes espacio de sobra para las piernas. El tamaño del maletero tampoco está nada mal. Eso sí, la división horizontal del portón trasero obliga a las personas más pequeñas a trepar a la superficie de carga cuando las compras se resbalan hacia el fondo durante el viaje.

Precisamente ese portón trasero es lo único en lo que el BMW y el Range Rover coinciden: y es que el gigante inglés poco tiene que ver con la dinámica extrema del BMW... sólo hay que ver su interior. Mientras que la competencia alemana lleva ventanucos diminutos y sus líneas están orientadas al dinamismo, el Range Rover se mantiene fiel a sus principios: de posición erguida y clara, magnífica visibilidad y grandes ventanas. En su luminoso interior se respira ese toque británico que cuida hasta el último detalle y ofrece equipamiento de cuero de serie. Si lo que quieres son emociones deportivas, en cuanto te sientes en su cómodo asiento, vas a renunciar a ellas: el lento comportamiento en curva también viene de serie. En un coche de este tipo es algo que no molesta, ya que su dirección es tan agradable y tiene una visibilidad tan excelente, que coger las curvas no tiene misterio.

El nuevo turbodiésel V8 de 4,4 litros realiza su trabajo con suma discreción: puede que se trate del motor diésel más refinado del mercado mundial. Aun así, se le siguen escapando unas vibraciones que cualquier experto que se precie sabe de dónde vienen. Si te parece que todo esto no va contigo, entonces lo mejor que puedes hacer es pedirte un Range Rover de gasolina V8 5.0 con 510 CV. Sin embargo, el poderoso turbodiésel tiene muchas cosas buenas: reacciona a las mil maravillas y sin apenas retardo al pisar el acelerador y, al contrario que el V8 de Audi, que llevan el Q7 y el Touareg, su sonido se asemeja al de un gasolina V8.

El Range se las apaña de sobra con los 313 CV y 700 Nm de su potente diésel, algo que no resulta nada fácil con los 2.790 kilos que carga a sus espaldas. Lo hace, además, sin consumir más que el Audi. ¿Crees que sus prestaciones están mermadas por su peso? ¡Para nada! En lo único que el británico se queda un poco rezagado es en su velocidad máxima: está programado electrónicamente para no superar los 212 km/h (el velocímetro indica 218).

El VW le saca 30 km/h más... al fin y al cabo, es el que cuenta con una aceleración más potente. En el Touareg los 340 CV del V8 de Audi se enfrentan a 2.388 kilogramos, 102 más que en el seis cilindros de BMW. ¿Crees que le perjudica? Tras un pequeño vacío del turbo, el VW empieza a empujar con todas sus fuerzas (ayudado por sus dos turbocompresores) y se sitúa varios metros por delante del resto de sus rivales. El Touareg domina también las irregularidades como pocos saben hacerlo y, además, consigue dejar con un palmo de narices al Range Rover, el maestro histórico en terrenos complicados. Otra de las grandes ventajas del VW es su gran maniobrabilidad, algo que hay que agradecer a su escaso ángulo de giro (el más corto de la comparativa) y a sus 4,80 metros de longitud. Lo hace, además, dándole un espacio generoso a los ocupantes y a las maletas: el Audi es el único que gana al VW en el volumen y longitud de su maletero.

Una cosa que me deja perplejo es que el consumo durante la prueba del VW sea de 10,1 litros/100 km, es decir, sólo 0,3 litros/100 km más que el BMW... a pesar de que lleva un V8 de los grandes. Las largas relaciones de sus marchas lo hacen posible. El cambio de marchas automático de ocho velocidades está calibrado para que el V8 (tanto en el VW como en el Audi) apenas alcance las 1.700 vueltas a 130 km/h: eso ahorra combustible. Esas diferencias en el consumo se corresponden con el precio del seguro. El VW es el más barato, el BMW cuesta un 34% más, el Range Rover un 37% y el Audi es el más caro, un 42% más que el del Touareg.

El precio de venta del BMW puede resultar engañoso, ya que sale por 64.800 euros, es decir, 34.270 euros menos que el Range Rover, casi lo que cuesta un BMW X1 xDrive20d, que podría ser el segundo coche familiar por el mismo precio del Range. Eso sí, en cuanto le añades al BMW los extras que el británico ya incorpora en su versión básica, el ahorro se reduce bastante.

El británico no es sólo un coche de lujo, sino también un eficiente todoterreno: de hecho, es el único que viene equipado con reductora y el único que dispone de bloqueo. Además, y de serie, viene con una rueda de repuesto de las buenas. Se trata del único que demuestra sus habilidades todoterreno con un cruce de ejes que te permite meterte por caminos llenos de baches sin renunciar a comodidades.

Sus rivales de Audi, BMW y VW suben las cuestas sin problemas cuando el firme es bueno, pero mientras éstos lo hacen con las ruedas traseras chirriando, el Range Rover trepa hasta la cima sin despeinarse. Eso sí, en cuanto la carretera se pone resbaladiza, las cosas se igualan, porque todos pesan mucho.

CONCLUSIÓN

Gana el Range Rover. ¿Por qué? Es el único que combina el confort en asfalto con las mejores prestaciones en el campo. Es caro, pero su equipamiento es completo. El VW es el más rápido y confortable. A pesar de su pequeño motor, el BMW mantiene el tipo con un precio de derribo. Sus inconvenientes son la altura libre al suelo y el confort. El Audi tiene el seguro más caro pero también el espacio de carga más grande.

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