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Mercedes GLK contra BMW X3. ¿Quién da más?

El Mercedes GLK se las tiene que ver contra el nuevo BMW X3. ¡Y las condiciones no son fáciles! La que está cayendo ahí fuera... Si tuviéramos que elegir un coche para movernos en días lluviosos, bien podría ser cualquiera de estos dos. Aunque siempre hay matices...

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Desde que el Mercedes GLK saliera al mercado, el de la estrella ha sabido apañárselas para salir victorioso en casi todos los enfrentamientos que tenido con la competencia. Sin embargo, algo me dice que el rival de hoy no parece que se lo vaya a poner fácil. Efectivamente, el nuevo BMW X3 llega con muchos argumentos para convertirse en la referencia en el segmento de los SUV compactos de lujo. Las condiciones del día son muy estimulantes: hace un frío que pela y llueve a mares. ¿Qué mejor que un asfalto mojado para poner a prueba los sistemas de tracción integral de nuestros dos rivales?

Pero antes de empezar, te los presento en detalle. Empiezo por el de la estrella: bajo el empapado capó del Mercedes GLK me encuentro con el archiconocido 2.2 CDI de 170 CV. Sus 400 Nm de par llegan a las cuatro ruedas a través del también recurrente cambio automático 7G-Tronic con levas en el volante. ¿No hay cambio manual? Nada de eso. Mercedes no ofrece dicha posibilidad con este motor y la tracción 4Matic. El BMW X3 por su parte, en su versión xDrive20d, sí nos llega con su cambio manual de seis marchas, con ese típico tacto duro y buena precisión que acostumbra. Su cuatro cilindros ofrece más caballos pero también menos par. ¿Fuerzas equilibradas? Eso está por ver.

De momento, me subo en el Mercedes GLK y me pongo en marcha. Los asientos sujetan bien la espalda y, aunque es más pequeño que el BMW X3, en las plazas delanteras se viaja con suficiente amplitud. Donde toma ventaja sobre el bávaro es en equipamiento, con airbag de rodilla de serie (ni en opción en el BMW) y unos asientos con regulación eléctrica. Al volante del Mercedes solo me viene un adjetivo: comodidad. Un cambio automático de transiciones casi imperceptibles, unas suspensiones que miman al pasaje y un motor silencioso logran que los viajes en el GLK sean muy llevaderos.

En el BMW X3 también se puede hablar de mucho confort, ya que ha mejorado con respecto a la generación anterior. Pero incluso así, no llega a la delicadeza de su rival. Donde sí saca pecho el bávaro es en el apartado dinámico, sobre todo si va equipado con la recomendable suspensión adaptativa (1.273 euros). Incluso en condiciones de lluvia como las de este día, su chasis se agarra al asfalto de una forma impresionante. Si a eso le añadimos un motor más enérgico, que hace valer su mayor caballería, ya tienes el cóctel perfecto para divertirte al volante (incluso es menos sediento).

Y es que las reacciones del X3 son más directas que las del GLK, donde la dirección y un chasis menos preciso no animan mucho a avivar el ritmo. En resumen: por la mínima, pero BMW ha vuelto a llevarse el gato al agua. Aunque en esta ocasión no tengo reproches importantes para un GLK, que ha sabido mantener el tipo.

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