Prueba de los 100.000 km al Volvo XC60: un SUV de la vieja escuela, en el buen sentido

El precio base del T8 era de 75.150 euros (en Alemania), el nuestro va hasta arriba de equipamiento y cuesta 92.290 euros. ¡Uf, cuánto dinero para un coche del segmento medio, por mucho que lleve la etiqueta “premium”. El Volvo XC60 mide 4,69 metros y juega en la liga BMW X3.

El motor de gasolina de cuatro cilindros y 2.0 litros más el eléctrico rinden en este Volvo 392 CV. Sobre el papel, el híbrido enchufable consume 2,5 litros, pero solo cuando la batería está completamente cargada.

Por dentro

El SUV tiene un enorme monitor táctil en formato vertical pero, lamentablemente, los iconos a veces resultan demasiado pequeños, y que el control por voz te entienda es, digamos, cuestión de suerte.

Los asientos han ofrecido un muy buen confort durante toda la prueba de resistencia, incluso después de 100.000 kilómetros siguen estando firmes y con la tapicería lisa, sin pliegues visibles. 

La batería de alto voltaje tiene una capacidad de 11,6 kWh, y al final de la prueba, sigue como al principio, suministrando suficiente electricidad para una autonomía eléctrica de unos 40 kilómetros.

Desmontaje

Según las notas del libro de registro, perdió dos puntos muy valiosos debido al engorroso sistema multimedia y al alto consumo. 

Una vez desmontado en piezas, había relativamente poca acumulación de carbono en las válvulas de admisión.

Los rodamientos no tenían nada especialmente reseñable y todavía estaban en buenas condiciones.

El colector con el turbo integrado, eso sí, presentaba una fuga, aunque la caja de cambios estaba en muy buenas condiciones después del desmontaje.

Conclusión 

El XC60 es básicamente un Volvo de la vieja escuela, cómodo, sin apenas desgaste en el interior. Pero los defectos en el colector de escape ensombrecen el balance, por lo demás positivo, de este híbrido enchufable.