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Test de los 100.000 km con el Mazda MX-5: la sensación primaveral eterna

Test 100.000 km Mazda MX-5
El Mazda MX-5 presume cuando el sol brilla en lo alto. Pero, ¿cómo se comporta este coche si lo utilizas todo el año? Lo hemos comprobado en nuestro test de larga duración.

No hay nada mejor que el día a día para comprobar si un amor es duradero. No en primavera, donde los sentimientos están a flor de piel. Es mejor comprobar el estado de una relación en el desapacible otoño, por ejemplo. Cuando llueve por las mañanas, te levantas con dolor de cabeza y, en tu camino a la oficina, no ves más que neblina y, a la derecha de tu campo de visión, el tubo de escape de un camión. Esta es la otra parte de la "felicidad" de un roadster. ¡Imagina poner a prueba el amor que sientes por tu Mazda MX-5 en un test de los 100.000 kilómetros! ¿Cómo os irá a lo largo del recorrido? ¿Acabará en terapia de pareja o en happy end?

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La relación empieza como en una novela rosa, en una soleada tarde de abril, aparece el Mazda en color rojo rubí, con su pequeño motor de 1,5 litros de 132 CV. Nos ha costado, teniendo en cuenta las opciones, 28.240 euros. Desde una perspectiva pragmática, no es que ofrezca mucho: solo dos plazas, un maletero pequeño y un techo de lona. O visto de otro modo, ofrece todo lo que te da diversión: un motor atmosférico al que le gusta subir de vueltas (¡Hasta las 7.500 rpm!), sus escasos 1.031 kilos de peso, propulsión trasera y un cambio manual de seis marchas tan rápido como un rayo. 

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Test de los 100.000 km con el Mazda MX-5

El 1,5 litros necesita recorrer un par de miles de kilómetros para que respire a pleno pulmón. Por ello, los 8,1 segundos que hemos medido en la aceleración de 0 a 100 km/h es una cifra más baja que la que promete el fabricante (8,6 s). Su velocidad máxima de más de 200 km/h (también descapotado) la alcanza en quinta marcha. En sexta, no tiene tanto ímpetu. Está muy bien para sus 132 CV, aunque uno de nuestros probadores, fan de BMW, es muy sibarita y le dio un par de bofetones al Mazda MX-5 nada más empezar: "Para un deportivo, el chasis es demasiado blando y la dirección muy nerviosa. El coche se mueve mucho, aunque con un amplio margen antes de llegar a su límite. Su comportamiento es muy divertido". ¿Divertido? ¿Solo eso? Nuestro experto redactor añade: "No tienes que ir a toda velocidad para sentir muchas sensaciones. ¡Quien no se lo pase bien con este coche, no tiene corazón!".

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Pero el amor no tiene que cegarnos ante los pequeños defectos. Que la visibilidad trasera en oblicuo sea pésima con la capota cerrada o que la suspensión en largos trayectos resulte "demasiado dura incluso para los más jóvenes" (como apuntó una de nuestras redactoras, a sus 28 años), son cosas dadas por hecho en un roadster. También el pequeño maletero o su depósito de combustible de solo 45 l. Los ocupantes de más 1,85 metros de altura no entrarán bien con la capota desplegada. Pero esto es natural en un coche así. Otros fallos sí que podría haberlos evitado Mazda. "El pedal del acelerador está demasiado a la derecha en la zona de los pies", se quejaba otro de nuestros probadores en el cuaderno de viaje. ¿Y qué tal habría estado una guantera? O ya puestos, ¿un poco más de espacio para el acompañante? Hay un abultamiento en el túnel de la transmisión (pertenece al climatizador) que le obliga a desplazar los pies. El culmen de las críticas llegó cuando otro de nuestros probadores escribió: "¡El modelo actual no es mejor que mi MX-5 antiguo!"

¡Basta! ¡Protesto! En el de ahora, la capota se abre con un gesto y más rápido, vas sentado más bajo y consume 5 l/100 km si circulas acariciando el acelerador. Esas cosas no las tenías en anteriores generaciones. 

Tan pronto como desaparece el techo (gracias a la calefacción de los asientos, también lo hemos hecho en invierno), se te olvidan los pequeños errores del MX-5. Sin duda, es un soplo de aire fresco en estos tiempos de coches hipertecnologizados y deshumanizados. 

Una vez, en nuestro empeño por rodar a cielo abierto, el paravientos se rompió. A los 35.947 kilómetros, se desprendió el techo interior de la capota y tuvimos que pegarlo en el taller. Un poco después, el control de presión de neumáticos nos mostró valores erróneos y la puerta del conductor crujía en marcha. Estos fueron los únicos defectos en nuestro test de los 100.000 km.

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Hay que señalar una cosa, con el sol del verano, no siempre hemos tenido una experiencia perfecta. Cuando los rayos se proyectan en oblicuo, la pantalla central se ve bastante mal, y, en general, el concepto de manejo de los elementos de control nos han enervado bastante. Por ejemplo, la lista de emisoras de radio se carga de nuevo en cada arranque y la recepción, en ocasiones, no era buena. 

El cambio de radio a navegador, como más rápido se realiza, es presionando la rueda de control, pero la ubicación en el túnel central complica su acceso. Aún más llegar a la rueda de volumen. ¿Quién va a querer usarla? Mejor aguantarse si la música está demasiado alta o baja, que empezar a tantear con los dedos en plena conducción.  

¡Ya basta con las críticas al pequeño Mazda! Este coche ha devorado sin sobresaltos sus 100.000 kilómetros. Nos ha peinado el flequillo cada día de la primavera, hasta el punto de que nos ha lavado el cerebro y hemos pensado: ¡Todos los coches deberían ser descapotables!

Pero igual que en el amor, tras los buenos tiempos, vienen los malos. Que reflejó uno de nuestros redactores en el cuaderno de bitácora, como un cura que enumera los pecado veniales. "Acabo de bajarme de un silencioso híbrido. Y en el Mazda crujen las puertas y llegan ruidillos del cristal del velocímetro. Esto es conducir a la vieja escuela". Si aplicas un poco de presión se acaba el ruido.

Pero cuando la relación con el MX-5 estaba ya cerca de la ruptura, aparecieron otros sonidos. ¿Por qué cruje la segunda marcha cuando la subo a tercera? También nos preguntábamos... "¿En qué estado se encuentra la zaga de este coche desde que un camión nos chocó, en un atasco, por detrás en el kilómetro 52.988?  Lo cierto es que el taller no hizo un trabajo muy fino. Los puntos de soldadura no se han sellado con esmero y ahí empiezan a verse los primeros síntomas de corrosión. 

Pero su corazón sigue teniendo mucha fuerza y todavía nos quedan muchos kilómetros para disfrutar conduciendo al pleno sol. Eso sí, como coche para utilizar a diario tiene sus limitaciones. Tal vez, me estoy haciendo algo mayor... 

Opinión

Increíblemente fiable. El actual MX-5 tiene todas las papeletas para ser más longevo que las generaciones anteriores. En este caso, el problema de la corrosión está controlado. Además, no hay ninguna duda sobre la solidez de su mecánica. Resumiendo: el amor por este pequeño biplaza japonés dura más que un simple verano. 

Valoración

Nota9

El Mazda MX-5 presume cuando el sol brilla. Pero, ¿cómo se comporta este coche si lo utilizas todo el año? Lo hemos comprobado en nuestro test de larga duración.

Lo mejor

Consumo, sensaciones al volante, fiabilidad en general

Lo peor

Visibilidad trasera en oblicuo, suspensión algo dura

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