Prueba del Jeep Compass facelift: lo mejor sigue siendo su personalidad

En el exterior, el facelift de este Jeep se puede reconocer fácilmente por el frontal más robusto con luces de circulación diurna integradas, y en el interior especialmente por la nueva pantalla central de hasta 10,1 pulgadas. 

Ahora va más arriba, tiene un procesador cinco veces más rápido y con el sistema UConnect 5 ahora también ofrece Apple CarPlay inalámbrico y Android Auto. 

En combinación con la nueva pantalla de instrumentación digital, esto debería facilitar mucho la operación en el Jeep Compass. Buen enfoque. Antes, la mera búsqueda de la calefacción de los asientos era toda una aventura. Los acabados también han aumentado notablemente. 

¡En marcha!

Hemos conducido el Compass con el 1.3l GSE T4 de 150 CV. Un motor brillante con buenos modales y suficientes reservas. Su problema: solo está disponible con cambio de doble embrague.

La transmisión tiene una vida propia curiosa, mantiene el motor a altas vueltas durante un tiempo innecesario y se siente como las transmisiones manuales automatizadas anteriores. Funciona mejor el cambio manual en el modelo básico de 130 CV. Por cierto: el Jeep Compass se basa en la plataforma del Fiat 500X, y de él toma la caja manual.

El tarado del chasis es muy firme, tal vez demasiado, pero eso no se corresponde con una dirección poco precisa. La sensación es la de que el ajuste general de los componentes no es muy equilibrado.

El único diésel con 1,6 litros también entrega 130 CV, y no lleva cambio automático. Los modelos tope de gama plug-in hybrid de 180 y 240 CV, por otro lado, están equipados exclusivamente con un convertidor automático.

Conclusión

Chasis duro, dirección poco precisa, conducción inarmónica: en comparación con la competencia, el Compass se queda un poco atrás en cuestión de comportamiento, y el facelift no corrige eso. Lo que nadie le puede quitar es su indudable personalidad.