Prueba: Ford Puma con cambio de doble embrague

Sus formas idiosincrásicas entre un deportivo y un SUV demuestran ser sorprendentemente prácticas: las aletas elevadas en la parte delantera del Ford Puma ayudan a localizar espacios de estacionamiento estrechos, y su moderada anchura, a aparcar en dichos espacios. 

El principal inconveniente de este Ford es que echamos en falta algo más de confort,  especialmente con las llantas de 18 pulgadas de nuestro coche de prueba. El chasis se siente un poco duro en general, el eje delantero parece caer en cada ranura transversal.

Por dentro

En la parte posterior va un poco justo de espacio, e incluso adultos de talla normal sufrirán estrecheces. El espacio para los pies también es escaso.  

Nos gustan más los asientos delanteros. El que conducimos es el modelo más alto en equipamiento, incluso ofrece asientos de masaje con soportes lumbares; esa es la buena noticia.

Lo malo: este último solo se puede configurar en un submenú del infoentretenimiento; no, esa no es una solución ideal, ya que distrae.

Por lo demás, ofrece exquisiteces como equipo de sonido Bang & Olufsen, luces LED delante y detrás y entrada sin llave, entre otras. 

¡En marcha!

La versión de 125 CV convence en términos de dinámica de conducción, con tres cilindros que se sienten vivos en todo momento.  El nuevo cambio automático de doble embrague cambia con acierto, pero no es suave arrancar y al navegar por inercia.

Nos sorprendió el bajo ruido del viento a 170 km/h, aunque algún plástico duro sí emitió alguna vibración. Con todo, los materiales no son para fanáticos de la calidad, pero la mano de obra y los ajustes son sólidos en general. 

Conclusión

Si quieres algo diferente y no tienes grandes exigencias en cuanto a comodidad y espacio, este derivado del Fiesta es tu coche. Aunque mejoraría con algo más de suavidad en los cambios y menos plásticos duros.