Dacia Sandero Stepway 1.5 dCi, mejor dentro del asfalto

Imagínate la escena. Después de casi 670 kilómetros, mi Dacia Sandero Stepway y yo llegamos a Ribadeo, en Lugo. ¿Objetivo? Recorrer las Rías Altas gallegas y alcanzar Finisterre bordeando toda la costa. Está claro que cuando vuelva a casa voy a llevar acumulados más de 1.500 kilómetros, pero ¿quién dijo miedo?

Mientras me tomo un descanso, te cuento cómo es el interior. No me llevará mucho: es exactamente igual que el Dacia Sandero normal. Lleva un equipamiento bastante básico y tendrás que echar mano de la lista de opciones para incorporar elementos como la radio con USB, el control de crucero o el aire acondicionado.

Detrás, las plazas traseras de este Dacia son suficientes para dos adultos y, en cuanto al maletero, apunta también los 320 litros del Sandero normal (1.200 si abates los respaldos traseros).

Hasta el momento, no tengo quejas de esta versión de estética más campera (echa a un vistazo a la versión de rallys), con 40 centímetros más de distancia libre al suelo, barras en el techo y unos refuerzos de plástico en los pasos de rueda que invitan a salir fuera del asfalto. Pero no te confíes, porque en lo mecánico no hay nada que te garantice el éxito sobre superficies embarradas o con arena suelta. ¿Me adentraré por algún camino?

Hasta ahora me he limitado a llegar hasta aquí sin exigirle mucho y este Dacia Sandero Stepway tan desenfadado, con su motor diésel dCi de 90 CV, me lo ha agradecido con un consumo ajustado: 5,5 l/100 km. ¡Bien para mi bolsillo!

Eso sí, con solo 220 Nm de par y cinco velocidades, no esperes una gran respuesta cuando hundas el pie derecho, porque no la vas a encontrar. A velocidad de crucero no vas a tener problemas para superar los fuertes desniveles con los que te vas a topar por esta orografía tan caprichosa, pero si te pilla en pleno repecho y quieres ganar velocidad es mejor que te lo tomes con paciencia antes de plantearte adelantar.

Después de dejar atrás la localidad de Foz, me encamino hasta unos acantilados cerca de Cedeira que, cuentan, son espectaculares. Aquí, y sin haberlo previsto, llega la prueba de fuego para el Sandero Stepway. Hay que dejar la carretera para llegar hasta uno de los miradores. El camino parece fácil, así que me encomiendo a la mayor altura libre al suelo para salir airoso.

Sin un asistente de descensos, afronto la bajada que tengo delante en primera y con el pie en el freno; y para el repecho que me espera, las dos ruedas motrices se me antojan suficientes. ¡Voilà! Prueba superada. Lo tengo claro. Mientras me respete la lluvia, el Stepway no me va a plantear mayores problemas de adherencia por caminos fáciles como este, y gracias a su suspensión sobreelevada me ha salvado de rozar con los bajos en el suelo. De lo contrario, ya te aviso que lo hubiera pasado bastante peor.