¡Cómo hemos cambiado! Como diría Michael Jackson…

El mundo está en constante cambio, eso es un hecho. Y el de la automoción, también. Solo hay que echar un vistazo al configurador de las marcas de coches, que como ocurre con el garaje de Auto Bild, rara es la vez en la que no hay un coche eléctrico o híbrido enchufable. Tan es así, que el otro día me sorprendió, que al pulsar el botón de encendido de un vehículo, sonase. ¡Palabra! Hasta ese punto hemos llegado.

Pero bueno, lo del cambio va por otros derroteros. Dos, exactamente. El primero es el precio de los automóviles. Mi compañero Aarón Pérez hizo el otro día un artículo en el que comparaba lo que costaban 10 coches baratos en 2010 y lo que cuestan ahora. Como te podrás imaginar, y como habrás notado en tu bolsillo, si has comprado un automóvil últimamente, el incremento ha sido muy alto.

Y no hablo de, por ejemplo, el Renault Twingo, que es ‘lógica’ la subida porque el que se comercializa actualmente es eléctrico, versión que es bastante más cara. No. Hablo de coches como el Fiat 500, que en 2010 costaba 10.750 euros y que ahora, trece años después y siendo la misma generación, su precio parte de 16.500 euros. Un incremento del 53,4% que se podría justificar por las actualizaciones y la hibridación ligera, pero no… 

Otro caso más serio es el del Ford Fiesta. En 2010 se vendía con un motor de cuatro cilindros y 1,25 litros que ofrecía 60 CV de potencia por 9.690 euros. El de hoy es mucho más potente (125 CV), equipa tecnología ‘mild-hybrid’ y trae una dotación tecnológica mayor, pero parte de 24.677 euros, un 154,6%. Y no es el único caso, porque hay más de este tipo.

El segundo cambio del que quería hablarte es el del tamaño. Dicen que el tamaño importa, pero yo soy de los que piensa que no… 😅 Dicho esto, los modelos han crecido una barbaridad; hasta en un 63% en tamaño y un 70% en peso. Por ejemplo, el Fiat 500 pesa en 2020 un 73% más que cuando apareció en 1957. O el Ford Mustang de 1964 tenía un área de 7.989.716 mm², y el de ahora, de 13.012.480 mm². Te dejo muchos más ejemplos en este artículo de nuestros compañeros de Top Gear. 

¡Qué bonita es la profesión del Periodista del Motor! Y habrá que aprovechar los pocos años que quedan. Quizá suene catastrofista, pero pienso que, por desgracia, no creo que llegue a la edad de jubilación disfrutando -y sobreviviendo- de ella. 

Te explico los porqués. La primera de las culpables es la inteligencia artificial. Seguro que has oído la palabra ChatGPT. Se trata de un sistema de chat basado en el modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial que puede responder las preguntas que le hagas. No solo eso, sino crearte el artículo que quieras, con los párrafos que quieras, el enfoque que quieras y con la extensión que quieras. 

Pero ahí no acaba la cosa, porque puede aprender. Por ejemplo, puede ir absorbiendo cómo escribo para que los textos que realice parezcan míos. La parte positiva es que podemos tener material nuevo de poetas, novelistas, satíricos o dramaturgos fallecidos, incluso siglos atrás. Imagina la tercera parte de El Quijote o una nueva novela de Agatha Christie. La parte negativa, que no tendría salario para pagar la hipoteca.

Espero que sigas valorando la parte humana de nuestros textos.

La otra gran amenaza de esta profesión es el coche autónomo. Es cierto que muchos fabricantes han echado el freno por los altos costes que tiene avanzar en este campo, pero en poco tiempo se pasará a un siguiente nivel… Solo tienes que ver el artículo que escribió este valiente loco, que tiene dos hijos, tras montarse en un Nissan Leaf autónomo que conducía como una persona real. Cuando los coches sean autónomos, ¿qué vamos a probar los periodistas del motor?