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El gran problema del coche autónomo para que el nivel 5 sea una realidad a corto plazo

Coche autónomo

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La conducción autónoma es una de las grandes ramas de desarrollo actual dentro del mundo del motor (la otra es la de los coches eléctricos), una que va lento no tanto por los avances tecnológicos, que todavía necesitan mejoras, como también por una legislación para la que incluir el coche autónomo de nivel 5 es todo un reto.

Introducir vehículos que se autogestionen de manera completa supone tener que tejer un marco legal que contemple muchas situaciones nuevas, que atribuya responsabilidades en el caso de accidentes, etc. Sin embargo, ese no es el mayor problema para hacer que la conducción completamente autónoma sea una realidad a corto plazo.

El mayor escollo para esto es mucho más sencillo: se trata del problema que supone hacer convivir en las carreteras a modelos 100% autónomos con coches que tienen un nivel de autonomía menor o directamente no tienen ninguna y dependen completamente de la conducción de una persona.

 

Y es que el periodo de transición entre la conducción tradicional y en la que no hará falta que un humano intervenga para nada va a ser largo y bastante complejo.

Los sistemas autónomos están mejorando a muy buen ritmo y llegará un punto en el que serán mucho más seguros que los coches operados por personas, pero el punto óptimo de esta tecnología será cuando todos sean de nivel cinco, ya que con las tecnologías de comunicación V2V, V2I y V2X; sumadas a todos sus sistemas, podrán sincronizarse de manera perfecta.

Sin embargo, hasta que llegue ese momento, introducir en la ecuación la conducción humana, que dista mucho de ser lógica y en gran parte del tiempo de un mínimo de civismo (ceder el paso cuando toca, señalizar maniobras, etc.), va a complicar mucho la integración de la autónoma, que va a tener problemas para reaccionar ante una conducción tan imprevisible.

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Es inevitable que durante todo el proceso se produzcan cientos o miles de incidentes en todo el mundo, en los que probablemente haya problemas para establecer responsabilidades y aclarar de quién es la culpa de los mismos, por lo que, volviendo al principio, se necesita una base legal sólida para poder aclarar al menos este aspecto.

Además, mientras se produzca esa transición es posible que cueste conseguir que la gente tenga confianza en la conducción autónoma de su vehículo, no tanto por las capacidades de esta, si no porque la imprevisibilidad que suponen los conductores humanos haga que muchos no se fíen de no poder intervenir si ocurre algo inesperado.

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