Logo Autobild.es

Robotaxis, el futuro ya ha llegado a ciudades como San Francisco y no está gustando

Robotaxis

Desde hace un tiempo, en ciudades como San Francisco operan servicios de robotaxis, coches autónomos diseñados para recoger y transportar pasajeros a diferentes destinos sin un conductor en el interior, pero la convivencia no es del todo satisfactoria.

En un mundo que camina a pasos agigantados hacia la digitalización, la automatización y la electrificación, una nueva forma de movilidad ha surgido en los últimos años y sigue desarrollándose. Nos referimos a los robotaxis o taxis autónomos, que ya operan en algunas ciudades como San Francisco, aunque no al gusto de todos.

Pocos habrían imaginado hace algunas décadas que en el futuro los coches circularían de manera autónoma. Y, sin embargo, vamos camino de ello. 

El sector de la automoción está centrado en la conducción autónoma y ya existen varios modelos en el mercado que pueden circular casi de forma automática, aunque están limitados por las leyes de algunos países. 

Por ejemplo, en España está prohibido un nivel de conducción autónoma superior al 2, mientras que en Alemania ya se permite el nivel 3. Esto se explica porque en nuestro país está prohibido soltar las manos del volante

Comienzan a funcionar los robo-taxis autónomos en Shanghái

En el caso del nivel 2 hablamos de conducción semiautónoma, mientras que en el nivel 3 ya halamos de autonomía controlada.

Como consecuencia del desarrollo de coches autónomos, hace algunos años nacieron los taxis autónomos, conocidos como robotaxi.

Robotaxis, el futuro ya ha llegado a ciudades como San Francisco y no está gustando

Robotaxis

Pero ¿qué exactamente un robotaxi? Consiste en un coche autónomo diseñado para recoger y transportar pasajeros a diferentes destinos sin que haya un conductor en el interior. Es decir, sería algo así como un taxi o un VTC sin conductor.

El funcionamiento de estos vehículos autónomos se basa en una serie de sensores, cámaras, radares, ultrasonidos e infrarrojos que les permite inspeccionar todo el entorno que los rodea y crear un mapa visual de la carretera para ver lo que hay delante. Todo este despliegue tecnológico hace que el robotaxi ‘tenga ojos’.

Sin embargo, todos esos datos que recaban los sensores, cámaras y demás luego tienen que ser procesados y convertidos en información que, posteriormente, el coche consigue interpretar. De lo contrario, los datos procedentes de unos sensores son sólo píxeles. Luego, hay que reconocer patrones en esos píxeles.

El núcleo de los coches autónomos es una arquitectura definida por software y chips de Nvidia, optimizados para redes neuronales profundas. Sin embargo, no es tan fácil como instalar esta tecnología y ponerla a funcionar en la carretera, ya que está en juego vidas humanas.

Inconvenientes de los robotaxi: no gusta a todo el mundo

A priori, todo lo dicho hasta ahora puede sonar muy bien, pero los taxis autónomos también plantean una serie de problemas. Por un lado está la normativa. Ya hemos dicho que no en todos los países está permitida la conducción autónoma total. De hecho, sólo hay algunas ciudades donde se puede, como San Francisco.

En la ciudad californiana opera desde hace tiempo dos compañías de robotaxi, Cruise, que pertenece a General Motors, y Waymo, de Alphabet, una matriz de Google. 

Sus calles están repletas de estos vehículos y son frecuentes los accidentes, como el ocurrido el pasado mes de mayo, en el que un Jaguar i-Pace de Waymo casi se empotra contra un camión de bomberos que estaba apagando un incendio.

En marzo, otro taxi autónomo, en esta ocasión de Cruise, chocó contra un autobús de línea y sólo dos días antes, otros dos vehículos de Cruise terminaron enredados en unos cables del tendido eléctrico que se habían caído al suelo, debido a un temporal. La calle estaba señalizada, pero los robotaxis no detectaron la cinta y entraron donde no debían.

Pero el fenómeno más surrealista se produjo hace justo un año, cuando una flota de entre 10 y 20 vehículos de Cruise bloquearon el tráfico de San Francisco, en la intersección de las avenidas Gough y Fulton, provocando un gran atasco. 

Otras limitaciones de los robotaxis son la aceptación de los clientes, precisamente, por accidentes como el mencionado antes, así como las limitaciones tecnológicas. También el alto coste de fabricar uno de estos vehículos autónomos impide su producción en masa. 

Y no podeos olvidar un aspecto importante: por su naturaleza, un robotaxi prescinde de conductor, lo que supone un ahorro en costes laborales para las empresas de transporte que, a largo plazo, puede traducirse en un servicio más asequible para los usuarios. Pero esto sería a costa de eliminar muchos puestos de trabajo y acabar con un sector tan importante como el del taxi.

Etiquetas: Coche autónomo

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Autobild España.