Noruega ha sido considerada durante mucho tiempo el paraíso de los modelos cero emisiones. El título es merecido porque es el país que más ha apostado por los coches eléctricos; pero también es el que más problemas está teniendo por ello.

Hace unos días, revelábamos la razón por la que las ventas de enchufables se están disparando en las últimas semanas en Noruega. Es por el anuncio de que el gobierno del país escandinavo está valorando retirar las ayudas a la compra de coches eléctricos y crear nuevos impuestos que podrían encarecerlos a partir de enero de 2023.

El país que más apostó por el coche eléctrico

En Noruega comprar un coche eléctrico tiene muchas más ayudas que si se trata de un modelo de combustión. Por ejemplo, los enchufables no tienen que pagar el Impuesto Sobre el Valor Añadido (IVA) que en el país es del 25%. 

Tampoco tienen que asumir la tasa de matriculación (esta se fija, como en España, en función de las emisiones contaminantes).

1.800 millones de euros de pérdidas

Que en el país escandinavo los coches eléctricos tengan una cuota de mercado muy elevada tiene un segunda lectura y es que las arcas del Estado ven seriamente reducida su recaudación. Los últimos datos revelan que el presupuesto nacional tiene un agujero de 1.800 millones de euros.

Pero el Gobierno noruego tiene bastante claro que no la apuesta por los coches eléctricos y los híbridos enchufables no le ha salido tan bien como esperaba, especialmente tras calcular que las arcas del Estado han perdido cerca de 2.000 millones de euros por las ayudas repartidas hasta el momento.

También es este el motivo (o al menos uno de ellos) por el que el próximo año quizá pongan en marcha un nuevo impuesto a los vehículos en función de su peso. Esto afectaría en especial a los eléctricos dado el sobrepeso (de hasta un 30%) que suponen las baterías.