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El gran problema del coche volador que nadie vio y debe resolver este año 2024

problema coche volador

¿Autónomos?

Atrás quedan las promesas de coches voladores que se veían en las películas de los años 80, 90 y 2000. Hace tiempo que quedó claro que, aunque acabarían haciéndose realidad, lo harían con un formato muy distinto al de un coche normal y mucho más parejo al de un dron. Los años han pasado, el desarrollo ha avanzado, pero siguen teniendo un problema que deben resolver.

Cuando las distintas empresas de multitud de sectores, entre ellas las de la automoción, empezaron a aliarse con start-ups para desarrollar sus aerotaxis, uno de los argumentos que más se empleaba era que es una solución de transporte de personas en áreas urbanas mucho más interesante y eficiente que los automóviles y los helicópteros.

 

Respecto a los primeros, al ir por el aire, ayudarían a reducir el tráfico de las grandes urbes, además de que cubrirían las distancia en mucho menos tiempo. Respecto a los segundos, serían más ligeros, más eficientes y, dada su naturaleza eléctrica, también más respetuosos con el medio ambiente.

Sin embargo, estamos en 2024 y el sector aún está bastante verde, con bastantes problemas de mayor o menor importancia que resolver, pero entre los que vamos a centrarnos principalmente en uno: su autonomía.

Y no estamos hablando del rango de acción, aunque también es un escollo, puesto que presentan alcances muy limitados, si no al hecho de que, cuando los coches voladores se pusieron sobre la mesa en primer momento, se dijo que serían autónomos.

La idea era, como si de un robotaxi se tratase, que el cliente (adinerado cliente, aunque ese es otro tema), elegiría desde su aplicación un punto de recogida y un destino, y sería recogido por un taxi volador que cubriría el trayecto por su cuenta.

Sin embargo, eso dista mucho de ser verdad.

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Durante los últimos años, varias de las empresas que estaban dando forma a su coche volador autónomo han sufrido reveses importantes en forma de accidentes durante sus pruebas.

Vertical Aerospace tuvo un problema en un aterrizaje que acabó con la nave gravemente dañada, mientras que un prototipo de Joby Aviation perdió una de las palas del rotor mientras volaba y acabó estrellándose.

Es cierto que estos problemas pueden ocurrir también en una nave pilotada, pero no ayudan a aumentar la confianza de un público reniega por norma general hasta los coches autónomos.

En una campaña reciente Hyundai informaba de que, según datos de la American Automobile Association, el 73% de los estadounidenses no confían en los vehículos autónomos. Con esto en mente, parece complicado que el público se atreva a montar en coches voladores autónomos a corto plazo.

Pero el de la confianza no es el único problema que hay al respecto. 

El hecho de pasar de naves autopilotadas a tener que contar con un piloto cambia radicalmente su concepción y supone una merma importante para alguna de sus principales ventajas.

Así, las aeronaves tienen que tener un tamaño superior y, además, llevan siempre un peso adicional, lo que resulta en menores autonomías. Además, el hecho de contar con personal hace que los costes de un servicio de aerotaxis se disparen y que el concepto sea bastante más parecido al de un helicóptero convencional.

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