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Así nació y así es ahora el Seat Ibiza

23 años y cinco generaciones dan para largo y tendido, entre otras cosas, para cantidad de cambios entre el modelo actual y el original.

El tiempo no pasa en balde. Para unos es motivo de desdicha, de caer en el ostracismo, pero quien sabe aprovechar el paso de los años acaba creciendo y transformándose en una mejor versión de sí mismo. El mundo de la automoción no es diferente. No hay muchos modelos que puedan presumir de estar en el mercado durante décadas, pero los que sí lo han conseguido es porque han sabido evolucionar, coger lo mejor de sí mismo, potenciarlo y adaptarse a los nuevos tiempos. El Seat Ibiza es, sin lugar a dudas, el superventas español por antonomasia, nació en el 84 y en 2017 hemos sido testigos del nacimiento de su quinta generación.

23 años fabricándose y vendiéndose con bastante éxito, 23 años en los que ha reflejado a la perfección los cambios a los que se ha sometido el segmento B de los automóviles, con un crecimiento constante y una sofisticación continua que lo ha hecho acercase cada vez más a los compactos del segmento superior. Un buen momento para comparar y ver todas las diferencias que hay entre el modelo original y el actual.

VÍDEO: ¿Por qué se llamó SEAT Ibiza?

Lo primero es apreciar el valor sentimental, puesto que el Ibiza (sustituto del Fura) fue el primer modelo que fabricó Seat como marca independiente. Su diseño, fácilmente reconocible, es hijo de su época: líneas rectas, aristas por doquier y un aspecto cuadrado que a la vez (sobre todo en la carrocería de tres puertas) transmitía cierto dinamismo. Además, apostaba por unas dimensiones contenidas, con una longitud de 3.640 mm, 1.610 mm de ancho y 1.395 mm de alto, así como por la ligereza, empezando las versiones más básicas por los 840 kilos y no llegando ni a la tonelada en las más equipadas.

Su tataranieto poco o nada tiene que ver. Las diferencias de diseño son lógicas, con un aspecto más suave a la par que afilado, con formas mucho más definidas y fluidas y una sensación de mucha mayor calidad general. Pero es que también es mucho más grande (supera los cuatro metros de largo) y, esclavo de las tendencias actuales, ha renunciado a carrocerías extra para comercializarse solo con la de cinco puertas. En su quinta encarnación es ‘más León’ que nunca.

Por si el exterior no era suficiente, un vistazo al habitáculo deja más que clara la brecha generacional entre ambos modelos. Para los estándares actuales, tildar de espartano al interior de la primera generación sería ser harto generosos. Apenas el volante, un cuadro de instrumentos formado por tres relojes (analógicos, por supuesto), las salidas de aire, los controles del mismo y un encendedor. El actual tiene unos materiales mucho mejores, asientos ergonómicos, volante multifunción, climatizador, una pantalla en su cuadro de instrumentos, conectores de USB, una pantalla táctil de ocho pulgadas para la consola central… y una lista de asistentes tecnológicos que hace dos décadas ni se podían imaginar: control de crucero, el Traffic Jam Assist o la frenada automática de emergencia, por poner algunos ejemplos.

Si estuviéramos comparando primera y cuarta generación, las diferencias en el apartado mecánico serían mayores, al menos en el tipo de combustible empleado, pero la actual pujanza de los gasolina hace que este tipo de bloques sea el núcleo duro de ambos modelos. Eso sí, mientras que el pionero se conformaba con unos 1.2 de 63 CV y 1.5 de 85 CV cuando nació, el recién llegado ha abierto su oferta con dos 1.0 turbo tricilíndricos de 95 y 115 CV. Y mientras que aquel completaba la gama solo con un diesel 1.7 de 55 CV, la quinta generación ha ampliado (y seguirá ampliando) la suya con un 1.5 TSi de 150 CV, los diesel 1.6 TDi de 80, 95 y 115 CV y hasta una variante de gas natural comprimido (GNC) de 90 CV.

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