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Activa, la suspensión tan eficaz que llegó a ser peligrosa

Citroën Activa
Que irónico.

Si pensamos en un elemento del coche íntimamente relacionado con el confort, esa es la suspensión. Se encarga de filtrar todas las irregularidades del terreno, pero también de transmitir al conductor lo que ocurre en la pista. En ocasiones se han desarrollado sistemas tan buenos que han sido hasta peligrosos. Activa, de Citroën, fue un caso paradigmático.

Hablamos de un tipo de suspensión hidroneumática, por lo que hay que retrotraerse hasta Paul Magès, inventor de esta tecnología y que desde siempre consideró que la suspensión debía ser elemento activo en vez de pasivo, tenía que anticiparse a lo que iba a ocurrir, no reaccionar a ello.

Con esto en mente desarrolló sistemas bastante avanzados, sobre todo teniendo en cuenta que por aquel entonces todo dependía de la hidroneumática, a que no había electrónica para ayudar.

Fu en 1958 cuando la marca del doble chevrón presentó Activa, un prototipo de suspensión que se basada en los movimientos de los motoristas en curva, inclinando la carrocería hacia el interior del giro de manera similar a como actúan estos.

Los resultados fueron inmediatos, puesto que se mejoró la velocidad del paso por curva, el sistema probó ser realmente estable y, además, los coches equipados con él eran incapaces de volcar.

Ahora bien, de todas las bondades que ofrecía, terminó siendo un problema: de lo buena que era la suspensión, los conductores no eran conscientes de lo rápido que iban en curva, lo que, sumado a unos neumáticos que tampoco aguantaban el ‘trote’, hacía que en muchas ocasiones se salieran de la curva, sufriendo accidentes.

De esta manera, se aparcó el proyecto durante nada menos que dos décadas, hasta que el Citroën Xantia Activa, equipó una versión actualizada que permitía que la carrocería se balanceara ligeramente para evitar los problemas de percepción originales.

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