Logo Autobild.es

Escarabajo GSR y Beetle GSR: clásico y moderno, cara a cara

Escarabajo GSR vs. Beetle GSR; 40 años después de que se lanzara el Escarabajo más radical, las siglas GSR renacen de la mano del Beetle. ¿Solo tienen el amarillo en común?

Motorizaciones comparadas:

Antes de comenzar con este cara a cara entre el Escarabajo GSR y el Beetle GSR, hagamos una reflexión. Es normal que algunos piensen que el Volkswagen New Beetle es un fraude. En su primera versión, nos lo vendieron como un modelo retro, actualizado, basado en el mítico Escarabajo (por cierto, aquí tienes un reportaje con los Escarabajos más radicales). Incluso llevaba un pequeño jarrón con una enorme flor de plástico en el salpicadero.

Pero luego llegó la segunda versión, pretendidamente basada, una vez más, en el modelo clásico, aunque ya no tuviera nada que ver. Para empezar, cambiaba el nombre: nada de New Beetle, ahora es Volkswagen Beetle a secas. Ya no se trata de una reedición, sino de un modelo totalmente nuevo, a medio camino entre coupé y compacto. Casi un segmento en sí mismo, pero muy alejado ya de aquel 'coche del pueblo'.

Pues bien: ahora vuelve a remitirse al modelo original. El Volkswagen Beetle GSR renace de nuevo. Las tres letras significan Gelb-Schwarzer-Renner (deportivo amarillo y negro). Aunque comparte tonalidad con el clásico, no van vestido exactamente igual. El nuevo recurre a las franjas para acentuar su aspecto 'racing'.    

El VW Escarabajo GSR: antes…

El VW 1303 original de hace 40 años era, naturalmente, un coche más sencillo. A principios de los 70, el Escarabajo ya era el coche más vendido de la Historia, así que en Wolfsburgo decidieron celebrarlo aprovechando la fiebre por el rally que se vivía en todo el mundo con una versión muy especial. Se partió de la base del 1303, equipado con suspensión independiente, doble eje articulado y frenos de disco en las ruedas delanteras. Por detrás destacaban los enormes faros con pata de elefante que llevaban las últimas versiones del Escarabajo. 

Para el motor del GSR clásico se experimentó mucho en Wolfsburgo con grandes especialistas del momento; incluso hubo candidatos con hasta 180 CV y doble carburador provenientes de Porsche. Desgraciadamente, se impuso la razón y se quedaron con el de 50 CV de serie para el GSR.  

Pero basta de palabrería y veamos cómo se comporta este VW Escarabajo GSR clásico. Inserto la pequeña llave, giro y el motor de arranque me responde con un carraspeo. Acto seguido, el mil seiscientos resopla, cruje, petardea, chirría y jadea hasta que por fin aclara la voz. Para pisar el embrague, en posición casi vertical, tengo que colocar la pierna en una posición bastante poco natural, y apretar con fuerza. Un par de patadas al pedal del acelerador, y miro asombrado la soltura con la que la aguja del velocímetro se desplaza hacia la derecha, impulsando valerosamente los 890 kilos del Escarabajo. 

El volante se tambalea violentamente y se resiste a mantenerse en línea recta, como si recibiera directamente los empellones del motor. En las marchas bajas, hace algo muy parecido a acelerar, aunque cuando llego a los 130 km/h el coche claudica. 

Dentro de este mítico Volkswagen Escarabajo GSR, se respira un ambiente 'racing' muy 'sui generis'. El puesto de conducción es austero, los asientos deportivos más blandos de lo que debieran. Por la carretera es un toro de rodeo, por asfalto bacheado la espalda recibe continuos golpes y los neumáticos de perfil bajo transmiten al volante hasta la última china. Cuando me bajo por fin, me siento como después de una agotadora jornada en la oficina.        

El Volkswagen Beetle GSR: ahora…

Por el contrario, en el Beetle GSR 2.0 uno se siente relajado como en una partida de 'bridge'. El GSR está bastante cerca del Golf GTI, y su motor TSI de dos litros y 210 CV es el más potente de la gama Beetle. Dentro, una insignia con las siglas GSR, costuras en amarillo y un par de accesorios de la línea R, así como los tres relojes sobre el salpicadero no bastan para ocultar un comportamiento aburguesado. Dicho de otra manera: aunque el sonido de su cuatro cilindros se ha trabajado mucho para que a uno le de la impresión de que lleva un bóxer a la espalda, este coche sabe más a Golf que a Escarabajo. Su cómoda dirección y su elevado peso me convencen de que este coche tiene de GSR el color bitono, pero no es un auténtico deportivo. 

Básicamente, el Volkswagen Beetle GSR es un Golf, y eso lo convierte en el mejor compacto del mundo, pero la diversión se ve inevitablemente mermada, más aun con la dulce respuesta de su doble embrague DSG.  Sus largas relaciones dan la impresión de querer limitar siempre sus 280 Nm de par. Conclusión: lo único que tiene de retro es su color y el sonido del motor.

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Autobild España.