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Prueba Subaru WRX STi 2018: adicto a esta religión

Prueba Subaru WRX STi 2018
Fiel a sus principios, el Subaru WRX STi 2018 de la prueba sigue ofreciendo subidones de adrenalina por doquier. Cambia poco, lo que es buena noticia.

En el mundo del motor hay siglas que imponen: GTI, AMG, GTS, GSi... y, por supuesto, las que lleva inscritas el coche que hoy pruebo con una sonrisa en la cara de las que no se quitan fácilmente: STi. Corresponden a la última actualización del Subaru WRX STi que, como detalle curioso, se puede pedir con o sin alerón al mismo precio. Yo, solo tienes que ver las imágenes, me lo pedí 'con', por eso de que quiero que parezca exactamente lo que es: un coche bruto. 

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La marca japonesa ha introducido ciertas mejoras en esta versión 2018, aunque son de poco calado y eso, desde el punto de vista más purista, es una buena noticia. Visualmente, el Subaru WRX STi es un coche que me encanta, muy musculoso, con prominentes pasos de rueda, el capó con esa gran abertura para refrigerar el motor o esa mirada agresiva en los faros. Es lo que parece y parece lo que es. Nada de disimular su poderío como pasa en muchos de sus rivales. Este WRX STi es un coche nacido para la competición y no lo oculta.

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Mismo bloque de 300 CV

Antes de arrancar el motor, abro el capó para encontrarme con un viejo conocido: el mismo bloque de cuatro cilindros bóxer, sobrealimentado, de 2,5 litros de capacidad y 300 CV con 407 Nm de par. Cifras contundentes como para desear ya dar rienda suelta a mi pie derecho. Me cuelo al interior. Aquí dentro tampoco hay demasiados cambios. Pienso en lo que realmente importa: arrancar. Pulso el botón y un sonido ronco inunda el habitáculo. No es muy contundente, no ha destrozado las paredes del garaje ni despertado a los vecinos, pero tiene unos graves espectaculares. Primera y en movimiento. El sistema integral de tracción de este Subaru vela para que las cuatro ruedas con llantas de 19 pulgadas muerdan el asfalto como si no hubiera un mañana. 

Antes de llegar a mi ruta de pruebas, me voy fijando en el consumo. Es alto, mucho. Quizá no haya otro rival en el mercado que trague lo que este STi. A ritmos normales se pone fácilmente por encima de la cifra oficial. La suspensión no me parece incomoda. Es dura, pero no es demasiado seca y sabe absorber con facilidad las ondulaciones de la carretera. Llego a una zona de curvas y es aquí donde le meto mano a la electrónica que configura la respuesta del sistema de tracción y el diferencial central. También la del motor, para que sea más incisiva y rápida. Toca disfrutar y poner a prueba los 300 CV.

Con el pie a fondo, el motor ofrece una respuesta demasiado tibia hasta que no rebasa las  3.500 vueltas. Lo intenta, sí, pero el turbo no empieza a dar lo mejor de sí mismo hasta que no alcanza la zona de par.  Toca tener paciencia. A partir de ahí, este Subaru se convierte en lo que todo amante del motor espera de él. Fuerza, empuje, adrenalina...  La aguja del cuentavueltas recorre toda la esfera del reloj a la velocidad de la luz y alcanza la zona roja tan rápido, que tienes que estar despierto para no llegar al corte. Y no es sencillo, porque el sonido ronco se vuelve más metálico en la zona alta y te instiga a seguir con el pie a fondo y en la misma marcha. El cambio de seis relaciones tiene una palanca relativamente larga, que facilita su manejo. Es suficientemente precisa y, sobre todo, es rápida, así que no hay mucho que objetar. Los recorridos me parecen acertados. 

La dirección no defrauda, aunque me la esperaba más rápida. Subaru no ha introducido cambios en ella: es dura a la hora de hacer maniobras en parado, pero en movimiento se siente mucho más liviana. Y lo más importante: enlazando curvas, tiene una gran precisión. 

En tierra, emulando a los rallys

Me lo estoy pasando bomba en esta carretera de curvas, pero el STi es capaz de más y voy a por ello. Me salgo del asfalto para afrontar una pista de tierra donde más de una vez me he ido a probar algún que otro SUV. Es fácil y, por momentos, hasta podría ser un tramo del Mundial de Rallys (vale, quizá haya exagerado un poco). En muchas curvas hay escapatoria de sobra, así que afilo los dientes y me lanzo a buena velocidad. Según voy bloqueando el diferencial, encuentro más precisión y más agarre mecánico, pero a la vez me obliga a emplearme más con el volante. Con la palabra Lock en el cuadro de mandos, me descubro de lado incluso antes de llegar a las curvas: hay nobleza y los deslizamientos son controlados. Pura diversión al volante con un coche al que (lamentablemente) no le queda mucho recorrido en el mercado. Toca esperar su recambio, aunque seguro que Subaru se saca de la chistera algo para seguir disfrutando de lo lindo en este formato berlina y con menos consumo y emisiones.

Conclusión

Está claro que este Subaru no va dirigido a todos aquellos que quieran tener en sus garajes lo último en tecnología. El WRX STi es un coche de los de antes, donde manda más la pericia del conductor que los asistentes a la conducción. Y de eso sabe mucho este japonés, ya sea en asfalto o en cualquier otra superficie. Lleva impreso el ADN de los rallys y eso se nota. ¿Lo mejor? Su tracción integral, sin duda.

Valoración

Nota8

Fiel a sus principios, el Subaru WRX STi 2018 de la prueba sigue ofreciendo subidones de adrenalina por doquier. Cambia poco, lo que es buena noticia.

Lo mejor

Suspensión, tracción integral, conducción off-road

Lo peor

Consumos elevados, motor algo perezoso por debajo de 3.500 rpm

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