El nuevo coche de Vladimir Putin
Vivimos en tiempos algo cutres y lo que en otra época fue algo tan serio como la Guerra Fría o tiene una suerte de versión 2.0 venida a menos con dos personajes como Putin y Donald Trump. Los tira y aflojas entre los mandamases de las superpotencias oriental y occidental ocurren en cualquier área posible, y la de los vehículos oficiales no iba a ser menos, que se lo digan sino al nuevo coche de Vladimir Putin.
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Mientras que el señor de pelo ligero y bronceado color risketo espera impaciente la evolución de La Bestia que sirvió de transporte a Barack Obama, el ex-agente de la KGB capaz de dominar a un oso siberiano con sus manos desnudas acude frotándose las manos a la etapa final del desarrollo de su Kortezh.
Putin, en un acto de patriotismo, decidió que su nuevo coche presidencial iba a dar portazo a la industria extranjera (de hecho vendió su Mercedes S600 Pullman) para ser construido dentro de la Gran Madre Rusia. Así comenzó el proyecto Kortezh, que traducido viene a significar ‘comitiva’, nombre muy aporpiado y elegido por una razón: el presidente ruso no tendrá a su disposición un solo coche, si no una flota de cuatro.
Estos serán de varios tipos para adaptarse a las necesidades de cada momento del bueno de Vlad, incluyendo la limusina de rigor, un sedán más ágil y tanto un todocamino como un monovolumen. El principal, como es lógico, será la limusina, que ya ha pasado los test de seguridad y se presentará en sociedad el próximo mes de julio. Y es todo lo que se sabe hasta el momento, dando por hecho que tendrán las características habituales en estos casos: bilndaje de alto nivel capaz de resistir el impacto de balas de gran calibre y explosiones, sistema de filtrado de aire antiataques químicos, neumáticos run-flat para poder seguir circulando incluso en caso de pinchazo, etc.
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