Madrid manda al taller su último autobús diésel. Medidas así, sí son eficaces para reducir contaminación

El pasado 30 de diciembre de 2022, Madrid apagó para siempre el motor de su último autobús diésel, tras prestar su último servicio desde Avenida de América hasta el Centro de Operaciones de Fuencarral. Medidas así, sí son eficaces para reducir la contaminación. 

De esta forma, Madrid se sitúa como la primera gran capital europea, por número de habitantes y autobuses en servicio, que opera con una flota de autobuses municipales 100% limpia y dotada de las últimas novedades tecnológicas.

Precisamente, este es uno de los objetivos de la Estrategia de Sostenibilidad Ambiental Madrid 360 del Ayuntamiento de Madrid y uno de los ejes del Plan Estratégico de EMT hasta 2025 para adaptarse a los requerimientos establecidos por la Directiva de Vehículos Limpios (Clean Vehicles Directive: EU Directive 2019/11610), la normativa europea en materia de combustibles aplicados al transporte urbano.

Con esta medida, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, cumple la promesa que lanzó en 2020, de que ningún autobús municipal diésel recorrería las calles de la capital antes de 2023, con el objetivo de reducir las emisiones y mejorar la calidad del aire. 

Madrid retira su último autobús diésel

Madrid retiró el último de los doce autobuses diésel que quedaban en circulación en diciembre. Esta medida coloca a la capital a la cabeza de España en lo referente al cumplimiento de la directiva europea.

Con la retirada del último autobús diésel en Madrid, la flota actual de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid pasa a estar compuesta por 1.915 autobuses de GNC y 180 autobuses eléctricos, a los que se incorporarán otros diez de pila de combustible de hidrógeno y 150 autobuses eléctricos el próximo año. 

La inversión en nuevos autobuses urbanos más respetuosos con el medioambiente alcanzará los 534 millones de euros desde 2021 hasta 2025, tal y como recoge el Plan Estratégico de EMT, en consonancia con el compromiso por la sostenibilidad de la Estrategia Madrid 360. A esto hay que sumar los 77,34 millones invertidos en 2020. 

Esto sí ayuda a reducir la contaminación

Desde 1974 hasta el 30 de diciembre de 2022, han circulado por las calles de Madrid 5.009 autobuses diésel, según los registros de la empresa municipal, a lo que hay que añadir muchos otros vehículos a gasóleo que ya circulaban en los años 40. Todo eso ya es historia.

Medidas como esta sí contribuyen a reducir la contaminación, porque es, precisamente, en el transporte urbano de vehículos pesados donde hay que poner el foco de la electrificación. 

Está claro que hay un problema con la contaminación y con la calidad del aire, especialmente, en las grandes ciudades, como Madrid, lo cual incide directamente en la salud de las personas. 

Pero la solución a corto-medio plazo no pasa por electrificar el transporte privado, sino el transporte público y toda la flota de vehículos municipales. La descarbonización del transporte debe comenzar por el transporte público, con vehículos como los autobuses interurbanos. 

Caminamos hacia modelos de ciudades cada vez menos compatibles con los coches, donde los habitantes tienen que desplazarse en bus, metro, vehículos de movilidad personal o cualquier otro medio. Es decir, el vehículo privado tiene cada vez menos protagonismo en el ecosistema urbano. 

Si el ciudadano debe usar el transporte público, lo mejor es que éste sea sostenible. Esto es mucho más eficaz que obligar a las personas a comprarse un coche eléctrico mucho más caro que uno equivalente con motor de combustión, sobre todo, en un contexto como el actual, de crisis económica, fuerte inflación y bajos salarios, en general.