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Este Mitsubishi FTO del 95 es una víctima del tuning

Este Mitsubishi FTO del 95 es una víctima del tuning
Quizá todo un imán de miradas allá por principios de los 2000, esté Mitsubishi FTO del 95, otrora orgulloso representante del mundo del tuning, se las ve y se las desea para venderse de segunda mano.

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Quien más y quien menos, aunque ahora lo oculte en el cajón de los recuerdos embarazosos, fue fan del tuning que inundó el mundo del automovilismo a principios de los 2000. Tildados de ‘masillas’, los tuneros hicieron y deshicieron a su antojo sobre modelos generalistas entre los que destacaban los SEAT Ibiza y León, el Citroën Xsara o el Peugeot 206. Nada que ver con el tipo de preparaciones que acostumbramos a ver hoy en día, el tufillo low-cost y el gusto bastante criticable impregnaban las creaciones que se daban cita en los polígonos industriales.

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Pero el tiempo pasa, las tendencias se olvidan (hasta la saga A Todo Gas, una de sus valedoras, tomó otros derroteros) y lo que quedan son las víctimas, pobres coches “preparados” que en la actualidad desentonan incluso más que durante los años dorados del fenómeno. Seguramente los hayas visto en el que ahora es su hábitat natural, las páginas de compraventa de segunda mano, donde tienen difícil salida ya que su valor es bastante inferior al del modelo de serie sin las llamas en los laterales ni el alerón de gomaespuma anclado en el maletero.

Este Mitsubishi FTO de 1995 es el perfecto ejemplo, a la venta en Australia por 3.999 dólares. La razón de que su actual dueño vaya tener que hartarse de paciencia para que se lo compren no tiene que ver con los 107.000 kilómetros que figuran en su odómetro, ni con una transmisión automática de cuatro velocidades de la época. De hecho, tampoco con el interior, cuya tapicería de cuero y tela está sensiblemente deteriorada en ciertas zonas.

No, el motivo por el que le va a costar quitárselo de encima es porque es un ejemplar que ilustra a la perfección los excesos de aquellos años. Para empezar, la carrocería. Luce un degradado en dos colores de morado a rosa en dirección ascendente y, por si fuera poco, está cruzada por grafías en lateado y negro que representan dos grifos en los pasos de rueda delanteros y dos tribales (el pan nuestro de cada día en los 2000) en los traseros. Para dejar constancia del hacedor de tal obra, un graffiti de ‘Cold Coast Customs’ adorna la zaga y, como guinda, calza unas llantas de cromadas de cinco radios ancho. La discreción hecha vehículo.

Fuente: Carscoops.

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