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Copilotamos a Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus coches del Dakar 2022: ¡una experiencia muy GRrrr!

¡Y de qué manera! De hecho, mientras que Isidre Esteve volvía a dar toda una lección de tesón, pilotaje y resistencia con su máquina adaptada (sin pedales) en la que ha sido su participación número 17 en el raid más duro del mundo (y la segunda, con Toyota), Al-Attiyah acababa como flamante campeón de esta última edición, que de nuevo volvía a disputarse por tierras árabes

Sin embargo, para hacerse una idea de todo, no era necesario viajar tan lejos, ya que el escenario era otro lugar que también merecía la pena conocer... y en el que yo había estado ya una vez, en junio pero sólo de paso: el Nasser Racing Camp, finca barcelonesa en la que el catarí ha establecido un lugar "para relajarse, entrenar e ir convirtiendo en algo importante para el motorsport", nos cuenta. 

Así que después de foguearme un poco probando el Toyota GR Yaris RZ sobre tierra en uno de sus trazados -lo cual ya es todo un privilegio-, y de dar una vuelta rápida de acompañante con el gran Pepe López en la unidad preparada para la Toyota GR Yaris Iberian Cup por otras pistas bastante más amplias e igual de bien acondicionadas, subimos a la parte superior de la finca. 

Allí están las otras dos máquinas que nos quedan para hincarles el diente: una, con la decoración blanca y negra típica de la bebida energética que está tan presente en las competiciones de motor desde hace tantos años; la otra, la roja, amarilla, negra y blanca de Repsol con la que compite el bueno de Esteve, que siempre está rodeado de su gente para darle apoyo físico, psicológico y deportivo. 

Tengo la oportunidad de elegir en cuál subirme primero y la verdad es que, sin desmerecer al anfitrión -al que tengo un respeto infinito-, como siempre he sido de 'caras B' y de historias menos 'vistas' que las de los números uno 'oficiales', opto por empezar con el piloto español, al que admiraba profundamente en su época de motos y al que ahora sigo con especial cariño desde su paso forzoso a los coches.

Copilotamos a Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus coches del Dakar 2022

Tras el accidente en la Baja Almería de 2007 en su moto, cuyas lesiones le dejaron paralizado de cintura para abajo, lejos de abandonar el mundo de la competición, Isidre Esteve no ha parado de batir sus propias metas en lo personal (recuerdo con especial emoción cuando me dedicó su libro en 2008 'La suerte de mi destino' -Now Books, edición de Manuel Franco-) y también sobre cuatro ruedas. 

Así que mientras meto con dificultad la pierna izquierda, me agarro a la jaula antivuelco y acoplo el resto de mi ser en el báquet con el casco y el cinturón de seis puntos, le saludo y le hago saber lo que valoro su trayectoria desde entonces. Porque sólo con eso, desde luego que ya habría merecido la pena el viaje hasta allí. 

Copilotamos a Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus coches del Dakar 2022

"Supongo que ahora que te veo aquí plantado, es muy fácil reconocer todo esto, Isidre, pero supongo que no ha debido de ser nada sencillo, tras el accidente, seguir dedicándote al mundo del motor sin saber qué te depararía el futuro...", pregunto. "Muchas gracias", sonríe. Aunque no creas, que aún sigo teniendo mis momentos, incluso aunque esté ahí arriba", se sincera. 

Hay que ponerse en modo faena y alguien nos cierra las puertas. La cabina es espectacular, pero lo que más llama la atención es el doble aro con el que cuenta el volante: uno, para la dirección: el otro, para suplir la ausencia del pedalier. "¿Listo?". Sí, aunque no no me sentiría como tal si tuviera que pilotar yo ahora mismo con semejante solución tecnológica. 

Copilotamos a Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus coches del Dakar 2022

La pista de entrenamiento del Nasser Racing es una preciosidad, con un montón de árboles alrededor, pero lo suficientemente separados de la trazada como para que el riesgo sea muy bajo en caso de pérdida de control. Las escapatorias también son muy generosas y lo mejor es que tienes de todo: subidas, bajadas, curvas de diferentes radios y una infinidad de cambios de rasante. 

¡Empezamos! Isidre comienza de menos a más. Y cuando me quiero dar cuenta, 'paso' olímpicamente de la pista porque mi atención se centra en el verdadero espectáculo de cómo mueve las manos para acelerar, frenar, girar... a una velocidad absolutamente vertiginosa. Es increíble cómo se puede llegar a tener semejante coordinación sin errar en cada metro. 

Luego llegan las curvas en las que todo es deslizar; otras, en las que la clave está hacer cambios de dirección rápidos y eficaces; y por último, los saltos. Una, dos y... todo se sacude como una batidora, pero se controla sin problemas, aunque la caída impresiona. Segundo paso por recta principal y más sensaciones -maravillosas- de vértigo

Y en la última pasada, justo en cuanto me concentro en sentarme un poco más abajo para asegurarme de que tengo espacio de sobra para la caída entre el casco, las sujeciones laterales del báquet y las barras de seguridad -y en no girar el cuello para mirarle otra vez a él, por lo que pueda pasar-... ¡ca-ta-crac! "¿Estás bien?", pregunta Isidre. "Sí, pero espero que ese ruido haya sido del coche". 

En efecto, el aterrizaje ha sido especialmente seco y algo 'doloroso'... pero no tanto por mi espalda o los toques que se ha llevado el casco, sino porque algo no ha ido bien con e coche. En efecto, la rótula delantera izquierda, que seguía sana después del último Dakar, había dicho basta y eso nos retrasaría luego nada más y nada menos que ¡diez minutos! Eso es eficiencia, ¿eh?

Copilotamos a Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus coches del Dakar 2022

Mientras sigo anonadado -y un poco aturdido- por la forma tan veloz a la que trabajan los mecánicos, casi sin darme cuenta ya estoy sentado en el Toyota Hilux de Al-Attiyah. ¡Y derrapando!, porque este hombre sale a fuego desde el principio. Es lógico. Lleva miles de kilómetros sobre esta montura, y se siente como en casa al volante y sobre la pista, que es suya. 

También supongo que es el carácter de un auténtico campeón, de trato exquisito, que escasas semanas atrás se ha hecho con su cuarta corona (o mejor dicho, su cuarto trofeo touareg). "Hello"; "The car is amazing"; "Are you ok?"; "Enjoy!". En efecto, no sé si disfruto más del estilo de pilotaje de Nasser -que conduce hasta con un dedo en ciertos giros- o de esta máquina que lo ha llevado al triunfo. 

Copilotamos a Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus coches del Dakar 2022

Concretamente, es el Toyota GR DKR Hilux T1+ de 2.000 kg, con motor central Twin-turbo V6 de 5 litros, 400 CV de potencia, 660 Nm de par, cambio secuencial Sadev de seis velocidades, tracción total y una configuración tipo pick-up pero con la caja como 'incompleta' -totalmente aligerada- que impresiona por cualquiera de sus cuatro costados, al igual que el vehículo en su conjunto. 

Nasser se va animando, y pese a las frenadas, las aceleraciones, los deslizamientos y los saltos, tengo la sensación de que después del otro percance y por lo bien afinado que está este 'bicho', el coche aquí resulta hasta confortable. Y buena culpa de ello la tienen también las suspensiones, que cuando funcionan bien hacen un trabajo impagable para absorber las caídas y sujetar en curvas rápidas. ¡Guau! 

Copilotamos a Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve en sus coches del Dakar 2022

Llega un momento en el que vamos tan rápido que volvemos a la zona de los grandes saltos cuando aún no se ha despejado del todo el polvo que hemos dejado nosotros mismos en la vuelta anterior. Y si aquí ambos nos sabemos ya el recorrido pero la adrenalina golpea las sienes por volar de lado y a ciegas, no quiero pensar lo que debe ser fiarse sólo del rutómetro en parajes desconocidos. 

Y me temo que Al-Attiyah y Baumel tienen motivos para tener fe en su orientación, ya que fueron de los pocos en no perderse al comienzo del Dakar... lo que les dio una ventaja definitiva para alzarse con el triunfo. Polémicas aparte con la organización, ha sido un gustazo participar también nosotros un poco de todo ello. Y ahora, con el estómago tranquilo, a comer unos 'calçots'... ¡y mañana, al fisio! 

     

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