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5 lecciones de conducción deportiva que deberías saber si o si

¿Quieres disfrutar en circuito? Al menos tienes que tener claros estos cinco conceptos para exprimir tu coche.

Aunque haya mucho loco que se dedique a ir con el pedal del gas a fondo por la carretera, no es lo correcto. Quien quiera desfogarse con su coche, lo que tiene que hacer es ir a un circuito, en el que la situación y seguridad son óptimas, para dar rienda suelta a su lado más ‘quemadillo’. A pesar de ello, eso no garantiza que vaya a ser una experiencia o siquiera algo placentero. Para poder disfrutar de una tanda en circuito hay que tener conocimiento tanto del trazado como de nuestro propio vehículo, además de saber desenvolverse con alguna que otra técnica de conducción deportiva que nos permitirá exprimir al máximo al coche.

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Lo básico es acelerar. “Pero hombre, acelerar sabe todo el mundo”, dirán algunos. ¿Estamos seguros de ello? No es tan sencillo como hundir el pie derecho hasta el fondo, por una lado hay que conocer la sensibilidad que tiene el pedal, lo que permitirá imprimir la presión necesaria para que responda como queremos en cada momento, y por otro hay que saber cuál es su respuesta a cada rango de revoluciones, para que no nos pille desprevenido y tengan lugar tirones inesperados. Algo tan básico permitirá llevar a cabo una conducción más precisa que te hará ganar un tiempo precioso en cada curva.

También es clave frenar y no, de nuevo, no vale con hundir el pedal central hasta el fondo. Hay que saber aplicar la fuerza adecuada en cada momento, para que el coche ni se vaya largo ni se quede corto en la trazada. Además, igual de importante es tener claro que hay que frenar en el tramo recto antes de entrar en la curva, nunca en medio de esta. Así el vehículo estará colocado para trazar y se evitarán tanto el subviraje como el sobreviraje.

Pasamos a dos técnicas avanzadas: el doble embrague y el punta tacón, que en resumidas cuentas son dos caras de la misma moneda y cuyo objetivo es el mismo, evitar que caigan mucho las revoluciones, consiguiendo transiciones entre marchas mucho más fluidas y manteniendo así un mejor ritmo. El primero consiste en, mientras el coche está desembragado, dar un toque de gas, consiguiendo un pequeño pico de revoluciones para cuando se acople la siguiente marcha. Es útil, pero si llevas a cabo un cambio de marchas suficientemente rápido, ni siquiera te hará falta. El punta tacón es más complicado de realizar, ya que consiste en frenar con la punta del pie derecho y, acto seguido, apuntalar las revoluciones con un toque de tacón al acelerador.

Y lógicamente, llevar a cabo todo esto será más complicado si no tenemos en cuenta algo esencial: que la posición de conducción sea óptima. Debemos encontrarnos cómodos en el asiento, a una distancia del volante tal que, con los brazos estirados, esté a la altura de las muñecas, lo que provocará que los tengamos algo flexionados, unos 90 grados a la altura de los codos, y las manos tienen que estar colocadas a las 9 y las 3, lo que nos otorgará mejor capacidad de giro en las curvas.

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