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Mercedes SLS y Porsche 911 Turbo S: dos gigantes frente a frente

Antes de verlos, los oirás llegar. Si sufres del corazón, mejor que no tientes a estos dos demonios de la velocidad. El Porsche tiene 530 CV y cuesta 191.500 euros; el Mercedes le supera: 571 CV y 204.000 euros

Motorizaciones comparadas:

Es muy temprano. Las 06:00 de la mañana. En el garaje me espera un Mercedes SLS AMG. Es decir, bajo el enorme capó residen 571 CV esperando órdenes. Con semejante caballería, al acelerador hay que tratarlo con mucho tiento.

Llave al bolsillo y arranco mediante el botón junto a mi pierna. Las paredes retumban y parecen romperse mientras el sonido agudo y metálico del primer momento se convierte al ralentí en un silbido ronco y grave. ¡Qué bien suena!

En el SLS la postura de conducción es perfecta. Los asientos son cómodos pero recogen muy bien el cuerpo y no permiten que te muevas. Detrás del eje delantero, situado muy bajo para reducir el centro de gravedad, encuentra su sitio el V8 atmosférico que manda toda su fuerza a la caja de cambios SpeedShift DTC de siete velocidades situada justo delante del eje trasero. Esta disposición transaxle no es nueva en Mercedes y le otorga un reparto de pesos muy equilibrado.

En la flecha plateada me podría hacer un viaje de Madrid a Cádiz si no fuera porque mi cartera se iba a quedar templando del susto. A 120 km/h, el V8, construido en aluminio, magnesio y silicio, y sólo 205 kilos, parece estar aburriéndose ahí delante. Gira tan sobrado que ni siquiera su ronroneo llega a molestar. ¡Dónde están las curvas!

Dejo la autopista. Con la rueda de control del AMG Drive Unit, situada justo delante del botón de arranque, elijo el modo manual del cambio para utilizar las levas. También existen otras posibilidades (Controlled Efficency, Sport y Sport plus), todas ellas automáticas, pero en estas circunstancias me gusta elegir el momento de saltar a la marcha siguiente. El control de estabilidad se desactiva en dos etapas, con un modo Sport que te deja divertirte mucho. 

Hundo el acelerador a fondo. Siete LED me indican el momento de cambiar. El funcionamiento del doble embrague no es todo lo rápido que esperaba y sin quererlo llego continuamente al corte. Hay que dar a la leva mucho antes de llegar a la zona roja. Mucho mejor se comporta el tren delantero. Me encanta lo bien que entra en la trazada. A ello ayuda una dirección que sin ser precisamente dura, sí es rápida.

Otra cosa es el eje posterior. Los neumáticos traseros de 295/30 montados sobre unas llantas de 20 pulgadas tienen que sudar para trasladar toda la potencia al asfalto. Y si no eres suave con el gas, te aseguro que éstos pierden la batalla con suma facilidad, con lo que la derrapada está más que asegurada. En otras palabras: el SLS te exige mucho al límite, te obliga a agudizar los sentidos, a poner a prueba tus reflejos...

Su viva trasera no perdona ni un error, aunque sóte ayudan, y bastante, los frenos cerámicos (13.872 euros). Ésa es una de las virtudes de este ‘Alas de Gaviota’, que frena con todas sus ganas allí dónde le ordenas y nunca da muestra de debilidad.

Ahora salto al 911. La última vez que un Porsche 911 Turbo S apareció en el mercado fue en 2004. Era un 996 de 450 CV y 620 Nm de par extraídos de un 3.6 bóxer. 

El motor de este 911 no suena tan bonito como el del SLS. Porsche acepta la derrota porque sabe que ése no es su punto fuerte, al igual que es consciente de que no tiene nada que hacer con la estampa de su oponente, una verdadera escultura sobre ruedas. Te encuentras con lo mejor del 911 cuando aceleras a fondo y notas como los ejes se afanan por digerir la tormenta de par. Sus 530 CV descolgados por detrás del eje trasero no parecen la mejor opción a priori.

No tengo que recorrer muchos metros para darme cuenta de que las suspensiones van más rígidas, lo que hace del Porsche un coche menos útil para el día a día, pero de reacciones mucho más directas. Gracias a la tracción integral, puedo acelerar antes sin sufrir una derrapada del tren trasero, que se mantiene pegado al asfalto y me permite salir disparado hasta la próxima curva. La dirección también es más firme y precisa. Porque el Porsche ofrece más confianza. Su chasis va más aplomado, la dirección te informa de cada detalle del asfalto y los frenos, también cerámicos, pero de serie, se igualan a los del SLS.

Porsche se ha vuelto a superar a sí mismo. ¡Viva la precisión al volante! Vale que tenga menos glamour, que su imagen sea menos exclusiva, pero el jefe siempre será el jefe...

Posiciones

1. Porsche 911 Turbo S

La velocidad con la que enlazas curvas con el Turbo S resulta mareante. Tiene menos potencia, pero sus dos turbos siempre desencadenan la tormenta perfecta.

2. Mercedes SLS AMG

Es un ‘gentleman’ con dos caras: suave a bajas velocidades y un auténtico deportivo con el acelerador a fondo. En imagen no hay quien le gane, es de otro mundo.

Prestaciones

Mercedes SLS AMG


Aceleración

0-50 km/h: 1,3 s

0-100 km/h: 3,1 s

0-130 km/h: 4,6 s

0-160 km/h: 6,5 s

0-200 km/h: 10,0 s

Frenos

100-0 km/h (frío): 33,6 m

100-0 km/h (caliente): 35,3 m

Porsche 911 Turbo S


Aceleración

0-50 km/h: 1,3 s

0-100 km/h: 3,1 s

0-130 km/h: 4,6 s

0-160 km/h: 6,5 s

0-200 km/h: 10,0 s

Frenos

100-0 km/h (frío): 32,7 m

100-0 km/h (caliente): 34,9 m

Fotos: Mikel Prieto

Aquí puedes disfrutar del vídeo de la prueba del Mercedes SLS AMG contra el Porsche 911 Turbo S que grabamos en el Circuito del Jarama


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