Mitsubishi Montero Dakar 2017: Cristina nos deja su coche
Hay días en los que cambiamos nuestro asiento en la redacción por el asiento de un coche recién lanzado al mercado. Y la emoción de ir al trabajo se multiplica. Calcula cómo es si el asiento es el del Mitsubishi Montero con el que Cristina Gutiérrez participó en el último Dakar 2017 y donde se convirtió en la primera mujer española en terminar esta dura carrera.
La primera toma de contacto con el Mitsubishi de Cristina la hacemos desde el asiento del copiloto. Y a esta odontóloga de 25 años la notamos mucho más madura, con más confianza de la que hace un par de años vimos en otro test que finalmente no pudimos terminar por problemas mecánicos con el turbo. No en vano, el último Dakar finalizado ha supuesto recorrer la misma distancia que se cubre en casi cinco Campeonatos de España de Todo Terreno, lo que dice mucho sobre la fiabilidad del Mitsubishi Montero.
El Mitsubishi Montero de DKR Raid Service, preparado por ARC-Racing dispone de 240 CV y un tremendo par de casi 500 Nm. Da igual. Es como un juguete en sus expertas manos. Lo mueve de un lado a otro como si no hiciera nada, como un niño con su muñeco de peluche. Parece que no supone esfuerzo alguno para ella. La veo muy suelta, muy experimentada y… muy segura. Ha sido solo una vuelta a un pequeño circuito de tierra, pero ya me he dado cuenta de que este vehículo exige mucho y perdona poco. Bueno, a excepción de su amortiguación, que se lo traga prácticamente todo.
Y ahora me toca a mi...
Abrumado por una auténtica exhibición de pilotaje y que te hace darte cuenta de lo lejos que estás de ese nivel, me atrevo a ponerme al volante. Ya me cuesta introducirme en su jaula de seguridad y acoplarme en su báquet: la edad no perdona y los kilos… menos. Meto la primera y me llama la atención la tremenda longitud de la palanca de cambios. Aquí no hay guarnecidos que valgan así, que va directamente al suelo ‘pelado’ del Montero. Este elemento mecánico, el cambio, es uno de los pocos que se mantiene intacto procedente del coche de serie. Las inserciones son buenas y, a pesar de la longitud de los recorridos, muy rápido de accionar.
El circuito es muy ratonero y con varias zonas ciegas por las que me ayuda a transitar Cristina. Tengo dos vueltas por delante, así que la primera me la tomo con calma para observar el circuito y las reacciones del coche. Y veo que es muy nervioso, sobre todo si vas alto de revoluciones, en segunda, por ejemplo, hay que jugar mucho con la trasera, que se quiere salir todo el tiempo de la trazada a la que apunto con el morro. Cristina me dice que meta tercera… lo hago y noto que su pisada ahora es más precisa. No tengo que jugar tanto a mantener el Montero en la trazada y eso, en este trazado tan estrecho en algunas zonas y con árboles y ‘pedrolos’ gigantes acechándote… se agradece.
La segunda vuelta ya voy mucho más por el sitio y al alcanzar una pequeña recta me despendolo un poco metiendo cuarta. Al llegar a la frenada, piso con ganas el pedal central y noto con pavor como la trasera se descompone. Antes de girar a izquierdas hay dos postes verticales, uno a cada lado de la trazada, al estilo de una portería… me temo que no voy a meter gol, además de golpear uno de los dos palos, con los daños que eso puede ocasionar. Logro manotear el volante lo suficientemente rápido para meterlo en la ‘portería’ e iniciar el giro, eso sí, un poco antes de la cuenta y por lo que me como literalmente el interior. Los botes que da el Montero nos hacen sonreír a Cristina y a mí.
Pero la mayor sonrisa está en mi interior. Una sonrisa de disfrute, pero sobre todo de agradecimiento a Mitsubishi, por invitarnos a vivir esta auténtica experiencia y a Cristina, un encanto de persona y una piloto que va a dar mucho más que hablar. Y, os lo aseguro, después de este día, empiezo a entender porqué sonríe tanto…
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