Los coches olvidados por los hippies en Ibiza

En este lugar el 'flower power' ha dado paso al poder del óxido. El sol cae de forma vertical desde lo más alto del cielo de Ibiza y brilla sobre un Ford Granada pintado de colores brillantes, que lleva algo más de 40 años hundido en escombros hasta la altura de las ventanillas. 

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Claves para fotografiar coches abandonados

Un poco más abajo, ya en el bosque, donde los pinos proporcionan algo de sombra, se oculta el naufragio de un Suzuki Jimny de color verde oscuro. Sería el color perfecto para el camuflaje si no fuera porque un grafitero debió en su día rociar espray amarillo, verde y rosa sobre él. Al otro lado del escenario, están los restos cubiertos con grafitis de lo que pudo ser un Volvo en la década de 1970. Dentro del coche y a su alrededor hay rocas, neumáticos y latas de cerveza vacías.

 

Son los coches hippies olvidados en Ibiza, de los que prácticamente nadie ha oído hablar. Casi ningún foráneo se pierde por este paisaje irregular al norte de la pequeña ciudad de Sant Josep. Ninguna señal de tráfico indica el camino hacia el abandonado 'Festival Club'. Y los turistas que buscan reproducir el estilo de vida de los niños de las flores prefieren ir a uno de los mercados hippies y alquilar por bastante dinero un Citroën 2CV pintado de colores brillantes para ir de paseo hasta uno de los caros clubes de playa de la isla.

En 1972, escondido en el interior montañoso de la isla, se abrió el 'Festival Club'. Hoy, las ruinas del antiguo local para fiestas tienen un aspecto post-apocalíptico. Las terrazas con mesas y bancos de piedra frente a un escenario dan una idea de cómo era este anfiteatro, que a principios de la década de 1970, fue durante algunos años el destino de jóvenes a quienes hoy se llamaría fiesteros.

Fiestas secretas y escondidas

Eran una especie de celebraciones secretas, porque en ningún lugar de la isla se anunciaba aquel particular club al aire libre. Tras solo dos veranos abierto, el local quedó abandonado de nuevo y las fiestas acabaron. La crisis del petróleo hizo que viajar a las Islas Baleares se hiciera tan costoso que los turistas dejaron de ir por un tiempo.

Hoy, la hierba ha crecido sobre todo el lugar (y alguien ha usado algunas latas de pintura en espray). Incluso los lugareños como María pueden decir muy poco sobre lo que sucedió aquí hace décadas: “Nunca subimos allí arriba. Los turistas pasaban junto a nosotros". Llegaban en coches y autobuses por la calle recién pavimentada, estacionaban y se daban a la agitación de la música, al amor y a las imitaciones taurinas con terneros. La sangre nunca llego al río, pero el alcohol –y las drogas–parece que sí, de modo que alguno preferiría no regresar en coche.

Todo sobre los coches abandonados. ¿Puedo apropiarme de uno?

Y así fue cómo muchos vehículos hippies terminaron en un bosque ibicenco. En los años 90, los ambientalistas se quejaron en vano sobre este incontrolado "vertido de basuras". Sin embargo, también entonces los coches de los niños las flores se quedaron allí. Dejados atrás por unos ninis de hace cuatro décadas, que ni trabajaban, ni estudiaban ni tampoco recogían...