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Prueba: Mini John Cooper Works Clubman. El devoracurvas

La versión deportiva del Mini recibe ahora tracción integral inteligente y más espacio interior. En esta prueba del Mini John Cooper Works Clubman queda claro, además, que sigue siendo un devorador de curvas nato. Las sensaciones al volante siguen siendo extremadamente deportivas.

Ya conocemos las pistas que dan los modelos JCW sobre sus mecánicas potenciadas: nuevo frontal con entradas de aire más grandes, nuevas taloneras, alerón en el techo y una parrilla más marcada con franja transversal roja que es toda una declaración de intenciones. Prueba: Mini John Cooper Works Clubman.


Dentro de este Mini, me esperan asientos deportivos, un revestimiento negro para el techo, pedales en acero y un par de aplicaciones específicas hacen que, una vez sentado, me quede claro que estoy en la versión tope de gama. Bajo el capí: un dos litros de cuatro cilindros que rinde 231 CV. Este es un viejo conocido ya. Por eso se me dibuja una sonrisa en la cara.A 1.450 Nm, la mecánica sobrealimentada ya suelta al completo sus 350 Nm de par máximo, que le permiten acelerar de 0 a 100 km/g en solo 6,3 segundos, ya monte el cambio manual de seis velocidades o el automático de ocho. Y es que la marca se compromete a que esta marca sea similar a la del JCW normal, por más que el Clubman, con 1,6 toneladas, pese 300 kilos más. En velocidad máxima, con 238 km/h, se queda un par por detrás, y en las recuperaciones sí que sale a relucir su exceso en la báscula. Que esto no lleve a equivocación: el Mini John Cooper Works Clubman 2017 tiene potencia de sobra para pasar por carreteras reviradas con increíble agilidad, aunque no tiene tanto empuje como su hermano "corto". Para quien no haya probado antes del JCW, esto no supondrá mayor problema.

Aquí tienes el Mini JCW Clubman en vivo:

Además, este Mini John Cooper Works Clubman ofrece algo de lo que carecen el tres puertas y el Cabrio: tracción integral ALL4. Si la carretera está seca, toda la fuerza va a las ruedas delanteras. Pero en cuanto se ven sobrepasadas, se envía par al eje posterior. Esto no solo aporta ventajas sobre piso deslizante: también añade agilidad y estabilidad en curvas. Las ruedas de 18 pulgadas parece como si fueran sobre raíles, acompañadas por una dirección muy directa y comunicativa que coloca el coche justo allí donde se te pase por la mente, para exprimir al máximo su chasis deportivo. Lleva unos frenos facturados por Brembo que responden bien, aunque esperábamos unas detenciones algo más contundentes.

El coche admite varios programas de conducción con los amortiguadores adaptativos opcionales. Según el modo, varía también la respuesta del acelerador, el sonido del motor y el cambio automático, que realiza punta-tacón para reducciones más rápidas. Pero también tienes un modo ahorrador, que agradecerás en viajes largos. Especialmente los ocupantes, ya que el Mini suaviza el tarado, y no es tan seco como nos tiene acostumbrados. Pero claro: este modelo está hecho para devorar curvas. Por eso, los 7,4 litros de consumo que anuncia la variante automática, y los 6,8 del manual, no deben llevar a engaño. Como lo exprimas un poco, no será raro que veas el ordenador de abordo señalando por encima de los 10. El coste de la diversión pura...

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