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Comparativa: Volkswagen E-Golf, BMW i3 y Nissan Leaf

El E-Golf lleva, bajo su traje tradicional, un moderno motor eléctrico. Pero esta vez, Volkswagen llega tarde… ¿Habrá merecido la pena? Lo enfrentamos a la competencia.

Nada de experimentos: lejos de idear diseños futuristas y soluciones rompedoras en el ámbito de la movilidad eléctrica, en Volkswagen se han tomado el asunto de la forma más sobria posible: partiendo de su incombustible y superventas Volkswagen Golf, lo han equipado con un motor eléctrico y un par de luces azules… Voilá! El Volkswagen E-Golf ya forma parte de la movilidad eléctrica. 

A primera vista, la competencia se ha esforzado más en que los medios nos hagamos eco de sus avances en estas lides, como por ejemplo Nissan: ya en agosto de 2009 los japoneses lanzaron su Nissan Leaf, el primer vehículo eléctrico de gran serie, concebido desde el principio para ser un vehículo de baterías sin combustible. Y eso se nota en su diseño específico: que hayan acertado o no, es algo que dejamos a la opinión de cada uno.

¿Sabes que hay un coche capaz de recorrer 3.315 km con un litro de gasolina?

En el último año, ha sido el BMW i3 el que ha pretendido dar la campanada. No solo estéticamente es, digamos, estrafalario con sus líneas tan futuristas, sino que aporta soluciones técnicas poco convencionales. La célula de los ocupantes está fabricada a base de plástico reforzado con fibra de carbono. ¿Podrán estos dos modelos punteros batir al recién llegado Golf eléctrico? El Volkswagen no lo tiene fácil contra el innovador BMW y el experimentado Nissan. 

El BMW i3, en el apartado mecánico, sigue siendo el número uno, algo a lo que ya está acostumbrada la marca, y en motores eléctricos vuelve a cumplirse. Los 170 CV del i3 le permiten rodar rápido y con cierto tacto deportivo. Cubre el 0 a 100 km/h en 7,2 segundos.

Ni el Volkswagen Golf ni el Nissan le pueden seguir el ritmo al bávaro, ya que requieren tres y cuatro segundos más, respectivamente. También a la hora de recuperar tendrán que conformarse con ver la llamativa zaga del i3, aun cuando es el que menos par ofrece de los tres. Hay que decir además que el BMW transmite una sensación de empuje sin precedentes cuando aceleras, ya que en este caso no se dan las pausas del cambio, sino que es lineal y constante. 

Los otros dos no tienen su empuje, pero la sensación es parecida, ya que tampoco llevan cambio, y desde luego no hay rastro de ruido explosivo alguno ni humo apestoso por el tubo de escape. Bienvenidos a la movilidad del mañana.

Hablando de emisiones: no las producen al circular, pero sí en la fabricación de sus baterías. Por eso, el consumo –más teniendo en cuenta que la autonomía es muy importante en estos vehículos- es uno de los principales argumentos de venta. Con 12,8 kw cada 100 kilómetros, la mecánica del BMW es la más eficiente de los tres, y aun teniendo la menor capacidad de batería (22 kw frente a los 24,2 del VW y los 24 del Nissan) es el que llega más lejos sin repostar. En nuestro test seguía circulando después de recorrer 169 kilómetros que incluyeron tráfico urbano y breves escapadas al extrarradio.

El Golf tiró la toalla cuatro kilómetros antes, y el Leaf no pudo pasar de los 145 kilómetros. Y es que , aunque la capacidad de las baterías del japonés es similar a la del alemán, su manera de gestionar la electricidad es menos eficiente. Con 16,6 kw cada 100 kilómetros es, en comparación con sus rivales, un despilfarrador de energía.

El BMW i3 es el más ligero

Y como en el Volkswagen, le penaliza su elevado peso, algo en lo que el i3 es imbatible. Su sofisticada célula de carbono le beneficia a la hora de pasar por la báscula: con 1.299 kilos es en torno a un cuatro de tonelada más ligero que sus rivales. Frente al E-Golf (1.518 kilos) es un 16% menos pesado. Algo que enseguida nota el conductor cuando se pone al volente. Gracias a su precisa dirección –también algo nerviosa- y su rígido chasis el BMW recuerda más a un divertido deportivo que a un coche ecológico. Eso sí: su duro tarado provoca que algunos baches lleguen sin filtrar al interior, y su elevada carrocería provoca balanceos más acusados que los del Golf en curva. Y es que el VW, donde se lleva la palma, es en comportamiento: gracias a la acertada ubicación de la batería entre los dos ejes, rueda sumamente aplomado, hasta tal punto de que, con más potencia, tendría un tacto parecido al del GTI. Y el confort es más que correcto, a pesar de llevar unos brazos de suspensión traseros menos sofisticados de los del BMW.

Aun cuando un Golf convencional con el chasis adaptativo DCC en modo Comfort es más cómodo, no cabe duda de que en comportamiento el E-Golf se pone por delante de sus rivales. Especialmente del Leaf: el japonés no destaca ni en confort ni en dinamismo, más bien al contrario, decepciona en ambos apartados: su comportamiento es muy poco armónico, no tiene un tacto preciso y además es incómodo al pasar por asfalto en mal estado. Aunque hay que decir en su favor que lleva cuatro años más que sus rivales en el mercado.

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