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Prueba del Abarth F595: una buena fórmula para empezar a disfrutar

Hay marcas de coches que son pura diversión y Abarth es una de ellas. Y si cualquier gestión a velocidades legales por la vía pública puede convertirse en algo apetecible con tal de sacarlo del garaje, imagina si encima puedes exprimir sus cualidades en pista. Probamos el Abarth F595: una buena fórmula para disfrutar dentro y fuera de los circuitos

El Abarth 595 es la preparación deportiva del Fiat 500 que la marca del escorpión, fundada por Carlo Abarth hace algo más de 70 años, luce ahora como base para sus creaciones. Y entre ellas, de vez en cuando -igual que sobre el Abarth 695- se permite hacer series especiales para uso y disfrute de distintos tipos de clientes y amantes del motor en general. 

Entre los primeros, la icónica marca siempre trata de hacer productos muy pintones que combinen en gusto por las prestaciones con ese toque de exclusividad para los que ven el automóvil también como un elemento más de su estilo de vida. En otras palabras: en la gama (en la que ya no están ni el Abarth 124 ni el Abarth Grande Punto) lo estético siempre está supeditado a lo prestacional. 

El último en llegar es el Abarth F595, que debe esa letra al homenaje que rinde a las fórmulas de iniciación que el creador puso en marcha hace décadas para promocionar el acceso de nuevos talentos a la competición y a la marca. Y, concretamente, conmemora también los 50 años de la Abarth Fórmula Italia. ¡Casi nada!

El nuevo vástago de la saga se basa en el Abarth 595 Pista. Y este F595 se posiciona como el segundo escalón de acceso a la firma (el precio arranca en los 26.000 euros; 20.200 euros, con campaña de lanzamiento), por encima del Abarth 595 'a secas', que parte de un precio oficial de 22.800 euros (con campaña, 16.665 euros). Luego ya vendrían el los 595 Turismo, Competizione y 595 Esseesse, así como los 695 70 Aniversario y Esseesse.

Es hora de verlo de cerca otra vez, aunque algunos ya habíamos tenido la ocasión de tocarlo (que no conducirlo) hace meses en el trazado italiano de Balocco y ponerse por fin a los mandos. Y qué mejor que en un circuito tan técnico y divertido com el del Jarama, en Madrid. Pero ¿en qué se diferencia este nuevo 'Cinco Nueve Cinco'?  

Por fuera, destaca por una paleta de seis colores rematada por detalles en Azul Rally, el logo específico con una 'F' que forma un circuito, llantas de aleación de 17 pulgadas, discos perforados, faros antiniebla y lo que es quizás más significativo por formas, sonido y prestaciones: cuatro salidas de escape Récord Monza repartidas 'dos a dos' en vertical.  

Galería prueba Abarth F595

Abro la puerta y siguen los detalles, con un nuevo logo en el frontal, el panel de instrumentos en negro mate... Lo demás es de sobra conocido, para lo bueno y para lo no tan bueno. Por ejemplo, como buen 595, el volante sigue sin poder regularse en profundidad y las dimensiones del asiento son un poco escasas para mi 1,90 m de altura. Además, para reglar el respaldo he de abrir la puerta y acceder a la ruedecilla.

A cambio, arranco con llave el también archiconocido motor de gasolina turboalimentado de 1.368 cc y 165 CV y me lanzo al botón Abarth que activa el modo Sport, tal y como atestigua el manómetro de presión del turbo (nunca me cansaré de este elemento). El sonido mejora mucho; la respuesta del motor, desde el momento del primer acelerón, también. 

Tres, dos, uno... ¡Fuera! Empiezo a disfrutar como un niño desde los primeros metros y enseguida noto que su generosa frenada, incluso con los discos y los neumáticos fríos, regalan unas buenas dosis de confianza que no vienen nada mal en estos primeros compases, aunque no hay que dejarse intimidar por el intrusivo warning que entra enseguida en acción. Después de todo, ¡es un coche de calle!

El soplido de la turbina es igual de divertido que siempre, sólo que ahora puedo recrearme más en ello que de costumbre, porque aquí no hay coches de frente ni radares, por lo que no estoy obligado a controlar de reojo el velocímetro, que podría alcanzar sin restricciones su máxima de 185 km/h, aunque mucho me temo que me falta algo de recta para ello. 

Galería prueba Abarth F595

En las curvas, el coche apoya bien, pero hay que acordarse de que la batalla es muy corta (2,3 m) y, aunque su comportamiento es noble, no conviene meter muchísimo volante por si acaso. Por inercia, al tratarse de un tracción delantera, en las curvas más prolongados tiendo a pisar el acelerador pronto. Y aunque eso contribuye a hacer la trazada por donde quiero, llego a echar de menos el autoblocante delantero. 

Sí, ese mismo que tienen otros Abarth del catálogo, aunque su ausencia hace que la dirección sea más predecible y progresiva para los no iniciados (a los que también va dirigido este bonito y hasta elegante juguete). Como su potencia no es excesiva, hay que mantener un régimen medio alto todo el tiempo (lo de todo a 5.000 vueltas), para que no se quede muerto en las recuperaciones. 

En circuito, esto permite, a su vez regalarse muchos momentos de pie derecho a tabla sin atender a limitaciones legales ni de consumos. Y cómo no, conviene aprovechar bien el par motor (230 Nm a 3.000 rpm) con un juego preciso de las marchas. Esta intención, de nuevo, vuelve a ser penalizada por una palanca demasiado larga y 'bailonga'. Y es una pena que el feeling se desmerezca un poco de modo semejante. 

De hecho, no importa en qué material esté rematado el pomo, porque esta sensación negativa penaliza las cualidades de su voluntariosa caja de cambios manual de 5 velocidades. Y debo reconocer que, con todo el dolor de mi corazón, estos 'handicaps' quedan resueltos con el cambio automático con levas en el volante que se pueden pedir en otros modelos como el Abarth 595 Monster Energy Yamaha que hoy hace de liebre. 

Por lo demás, todos los aditamentos deportivos funcionan bien y en condiciones así de exigentes, aunque no hay spoilers regulables ni potencias superiores, la suspensión trasera Koni se luce especialmente y aporta lo suyo para una estabilidad bastante mayor de lo esperada a todas las velocidades.  

Las vueltas pasan en un suspiro y, tras haber catado tantos Abarth últimamente,  hay una cosa que se repite en la prueba de este Abarth F595: me sigue sorprendiendo cómo con un coche tan pequeño uno se lo puede pasar tan en grande. Sólo tengo que decidir aún si el precio está ajustado a los valores de diversión que aporta... 

Pero teniendo en cuenta que la tendencia del mercado hacia la electrificación, lo eco y los 'apaciguamientos' del tráfico está matando a pasos agigantados los motores térmicos, la deportividad y los cambios manuales, pues se agradece que la marca más 'antisistema' de grupo Stellantis siga apostando por unos vehículos tan genuinos y placenteros como estos. ¡Por muchos años! 

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