¿Merece la pena comprar diésel?
Estamos en 2018 y las instituciones no quieren que compres coches diésel. Lo que hace 20 años era la panacea del transporte ahora se ha convertido en poco menos que el demonio, hasta el punto de que estemos hablando hasta del fin del diésel. Lo que hace dos décadas se animaba a comprar ahora debe ser aniquilado. Dejando a un lado la hipocresía que esto supone y teniendo en cuenta el punto actual en el que nos encontramos, ¿merece la pena comprar diésel?
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Es una cuestión compleja y que, como siempre, va a estar influenciada por las cuestiones personales (uso del vehículo, kilómetros que se van a hacer, etc), pero hay ciertos puntos generales en los que nos podemos basar para intentar aclarar si es buena idea decantarse por la compra de un vehículo de gasóleo o no.
La situación institucional
No hay más que meterse a cualquier periódico nacional y buscar por “diésel” para encontrarse hileras de artículos en los que se atiza de manera repetida a este combustible. El gobierno y los ayuntamientos quieren eliminarlo de la ecuación alegando que es sucio y, sea verdad o no (hablaremos de ello más abajo), está haciendo todo lo que está en su mano para que, como mínimo, al conductor se le quiten las ganas de tener uno: prohibición de acceso, subida de los impuestos, etc.
La subida del precio del diésel
Hasta ahora que el diésel fuera más barato que la gasolina era uno de los principales puntos a favor de éste, un argumento económico que convencía a aquellos que fueran a hacer un uso intensivo de su coche y que les permitía rentabilizar a largo la plazo la mayor inversión que su ponía comprar un coche diésel nuevo respecto a uno de gasolina. Sin embargo, el Gobierno tiene previsto aumentar su precio más de un 25%, con lo que la diferencia se recortará mucho y esa ventaja prácticamente desaparecerá.
La diferencia de precios
A motor y nivel de equipamiento equivalente, un mismo coche es más caro si es diésel que gasolina. Siempre ha sido así y, como hemos apuntado en el punto anterior, a pesar de la desventaja inicial, el ahorro en los repostajes servía para compensar. Eliminando ese aspecto o, como mínimo, minimizándolo los diésel se encuentran en una mala situación.
Los diésel modernos son limpios
Aunque desde las instituciones digan lo contrario, mienten. Los coches de gasóleo antiguos sí que son más contaminantes y son esos los que habría que sacar del parque móvil, pero los modernos no. Con los catalizadores, AdBlue y filtros de partículas han mejorado mucho en esta área y, además, emiten menos CO2 que los gasolina actuales.
Consumo
Otro aspecto en el que los diésel ganan, y es que su consumo en versiones equivalentes con los gasolina es mejor. Esto implica más autonomía, más espacio entre parada y parada en la gasolinera y, aunque se reduzca el margen respecto a la gasolina en cuanto a precio, un mayor ahorro para el bolsillo.
Las marcas lo retiran de su oferta
Este es un punto clave y es que, aunque te plantees si merece la pena comprar diésel, es muy difícil que lo hagas si no hay ninguno en el mercado. Parece que no llegaremos a ese punto, pero sí que hay muchas marcas que, directamente, están eliminando las opciones de gasóleo de algunos de sus modelos. Ante esta tesitura muchos compradores pueden verse obligados a renunciar a un coche que quieren porque no se ofrezca con el combustible deseado.
Un rayo de esperanza: mild-hybrid
La prohibición de acceso de los diésel a las grandes ciudades es un factor que echará para atrás a mucha gente, pero todavía hay una esperanza: la hibridación suave. Los coches que emplean este tipo de sistemas son considerados como híbridos, por lo que tienen garantizada la etiqueta ECO y, si la base del coche es un bloque diésel, éste no tendrá las restricciones habituales.
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