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Coches de segunda mano, ¿siguen interesando diésel?

Coches de segunda mano diésel
Malos tiempos para el gasóleo.

La guerra al diésel es total: la mayoría de las grandes ciudades europeas ya han establecido límites de acceso al centro urbano a los vehículos de gasóleo o tienen prevista una prohibición estricta a medio plazo; en el caso de España el gobierno va a subir el precio del combustible, lo que supondrá eliminar (o reducir en buena medida al menos) una de sus principales ventajas respecto a la gasolina… Todo lleva a preguntarse “¿sigue interesando el diésel?”, y aunque se trata de una cuestión general, puede concretarse en diversas áreas, como el mercado de segunda mano.

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El principal motivo por el que se recurre a los coches de ocasión es el económico, se busca no tener que realizar un desembolso tan grande para cambiar de coche, intentando encontrar siempre un ejemplar en buenas condiciones y al precio justo.

Es por ello que optar por un coche de segunda mano diésel era habitual, puesto que en mayor o menor medida se eliminaba una de las trabas de un diésel nuevo: un precio sensiblemente mayor que el de un gasolina a igualdad mecánica y de equipamiento. ¿Sigue siendo así? Depende mucho del caso concreto, pero buscando en franjas de precio iguales entre variantes de ambos combustibles del mismo modelo, lo habitual es que los diésel tengan más años y un acumulado de kilómetros mayor. La diferencia no es abismal, pero a igualdad de precio los gasolina siguen siendo más nuevos y teniendo menos uso.

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Otro factor a tener en cuenta es que muchos compradores se dirigen al mercado de ocasión porque buscan un coche barato al que poder darle mucho uso y que no tenga un coste por kilómetro muy elevado, lo que les lleva a optar por un diésel antiguo, que es la opción que casa con sus parámetros. Esto, que hasta ahora era algo legítimo e incluso bien pensado si no se es muy tiquismiquis con el coche que se quiere, ha dejado de ser algo viable (o va a dejar de serlo pronto) debido a las nuevas normativas.

Si se vive en zonas rurales, pequeñas ciudades o a las afueras de las grandes urbes esto no afecta tanto, pero cualquiera que tenga intención de acceder al centro de urbano de las de mayor tamaño, como Madrid, tiene que tener en cuenta que a partir del escenario 2 del protocolo de contaminación (al que durante este año hemos llegado bastante a menudo), se prohibirá el acceso al cinturón de la M-30 a todos los diésel previos a 2006.

Esto supone eliminar de la ecuación a una gran parte del mercado diésel de segunda mano, de hecho a todo el grueso de opciones asequibles de seminuevos de gasóleo. Como consecuencia, en este caso concreto (con vistas a circular por ciudades grandes), los precios se elevan y la pregunta es si, por la diferencia ahora reducida, no merece más la pena optar por un coche nuevo.

A esto, ya como conjetura personal, añado otro factor: la subida del diésel hará que, pese a ser más caros de fabricar que los gasolina, el cliente medio no esté dispuesto a pagar tanta diferencia por un coche de gasóleo nuevo, lo que seguramente obligue a las distintas marcas a que, antes de eliminar dichas opciones de su gama, ofrecer una política de descuentos agresiva, con lo que los argumentos para que el comprador se decante por la segunda mano cada vez será menores.

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