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Los Golf deportivos vs rivales (II): VW Golf R Variant vs Leon ST Cupra 300

El Volkswagen Golf R Variant y el Seat León ST Cupra 300 son, técnicamente, muy parecidos. Comparten motor, los dos llevan tracción integral y los dos tienen un comportamiento tan similar (con los mismos neumáticos) que parecen gemelos. Pero en último término, no lo son. En esta segunda parte de nuestra serie en la que enfrentamos a los Golf más deportivos frente a sus rivales, traemos a uno que no se lo va a poner fácil. Comparativa: Volkswagen Golf R Variant y el Seat León ST Cupra 300. 

 Aunque a primera vista uno pudiera pensar que la carta de la deportividad extrema la juega el Cupra, hay un par de detalles para pensar que el Golf R no renuncia a ella: monta un par de elementos de equipamiento hasta ahora inéditos en un Golf, como los frenos Performance o los neumáticos deportivos. En potencia, el Volkswagen se posiciona un poco por encima de Seat, con 310 CV y 400 Nm sobre 300 y 380. En el Cupra van acoplados a una caja de seis velocidades con doble embrague, y en el Volkswagen trabaja una transmisión algo más moderna de siete relaciones. Pero esto no le trae ventajas reales al Golf, sino que compensa los 73 kilos más que pesa.

Las prestaciones están sorprendentemente a la par, y ambos están limitados electrónicamente a una punta de 250 km/h. Aceleran de 0 a 100 km/h exactamente en el mismo tiempo, y en el cero a 200 el Seat le rasca cuatro décimas a su rival. En el Seat la conducción va subrayada por un sonido poderoso y profundo, muy deportivo, que nunca llega a hacerse realmente incómodo, ni siquiera en viajes largos. El Golf R suena un tanto artificial. ¿El motivo? Lleva un sistema de generación de sonido que se pasa un poco de la raya, y llega a sonar como un cinco cilindros. Y estamos ante un motor de cuatro. ¿Cómo es posible?

VIDEO: ¡León Cupra ST en la nieve!

VÍDEO: Mira la prueba más divertida del Seat León Cupra en nieve

El Golf monta, eso sí, los discos perforados del GTI Clubsport S, y logra por tanto la impresionante marca de detener el coche, desde los 100 km/h, en menos de 32 segundos, antes, por tanto, que el Leon. El español, sin embargo, se detiene 20 centímetros antes cuando hacemos la prueba de frenada a fondo desde los 200 km/h. Un vez en marcha, el Golf R se siente un poco más blando (también en sus respectivos modos Sport y Race) y deja que su carrocería se mueva un poco más. Eso no implica que no sea eficaz, al contrario: en la prueba de eslalom realiza el recorrido de 18 metros medio kilómetro/hora más rápido que el Cupra, ya que puede dar los giros más cerrados.

El Cupra monta un diferencial con bloqueo en el eje delantero, que provoca cierto endurecimiento en la dirección. Esto puede ayudarle en circuito, pero entre pivotes, juega en su contra. Y es que, si se trata de rodar rápido por la pista y comprobar cuánto dan de sí esto coches en vuelta rápida, el León ofrece las sensaciones más directas, y la mayor firmeza del chasis se nota en cada curva, como una gran aliada. En estas lides, aunque el Golf se queda muy cerca, no puede aguantarle el ritmo.

Aunque a primera vista uno pudiera pensar que la carta de la deportividad extrema la juega el Cupra, hay un par de detalles para pensar que el Golf R no renuncia a ella: monta un par de elementos de equipamiento hasta ahora inéditos en un Golf, como los frenos Performance o los neumáticos deportivos. En potencia, el Volkswagen se posiciona un poco por encima de Seat, con 310 CV y 400 Nm sobre 300 y 380. En el Cupra van acoplados a una caja de seis velocidades con doble embrague, y en el Volkswagen trabaja una transmisión algo más moderna de siete relaciones. Pero esto no le trae ventajas reales al Golf, sino que compensa los 73 kilos más que pesa. Las prestaciones están sorprendentemente a la par, y ambos están limitados electrónicamente a una punta de 250 km/h. Aceleran de 0 a 100 km/h exactamente en el mismo tiempo, y en el cero a 200 el Seat le rasca cuatro décimas a su rival.

En el Seat la conducción va subrayada por un sonido poderoso y profundo, muy deportivo, que nunca llega a hacerse realmente incómodo, ni siquiera en viajes largos. El Golf R suena un tanto artificial. ¿El motivo? Lleva un sistema de generación de sonido que se pasa un poco de la raya, y llega a sonar como un cinco cilindros. Y estamos ante un motor de cuatro. ¿Cómo es posible? El Golf monta, eso sí, los discos perforados del GTI Clubsport S, y logra por tanto la impresionante marca de detener el coche, desde los 100 km/h, en menos de 32 segundos, antes, por tanto, que el Leon. El español, sin embargo, se detiene 20 centímetros antes cuando hacemos la prueba de frenada a fondo desde los 200 km/h.

Un vez en marcha, el Golf R se siente un poco más blando (también en sus respectivos modos Sport y Race) y deja que su carrocería se mueva un poco más. Eso no implica que no sea eficaz, al contrario: en la prueba de eslalom realiza el recorrido de 18 metros medio kilómetro/hora más rápido que el Cupra, ya que puede dar los giros más cerrados. El Cupra monta un diferencian con bloqueo en el eje delantero, que provoca cierto endurecimiento en la dirección.

Esto puede ayudarle en circuito, pero entre pivotes, juega en su contra. Y es que, si se trata de rodar rápido por la pista y comprobar cuánto dan de sí esto coches en vuelta rápida, el León ofrece las sensaciones más directas, y la mayor firmeza del chasis se nota en cada curva, como una gran aliada. En estas lides, aunque el Golf se queda muy cerca, no puede aguantarle el ritmo.

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