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Test 200.000 km Volkswagen Golf/Mercedes Clase A

Hemos estado probando el Golf y el Clase A durante cuatro años y nuestros protagonistas han recorrido 200.000 kilómetros. Ahora llega el momento de ver si estos coches soportan bien un uso tan intensivo.

Lo que ha pasado hasta ahora: a mediados de enero de 2013, AUTO BILD compró en Alemania un Mercedes A 180 Style y un Golf 1.4 TSI Comfortline. Los dos con motores gasolina de 122 CV y con un precio parecido. El Mercedes con cambio manual de seis velocidades y el Volkswagen con el automático DSG. ¿Su objetivo? Realizar el test de larga duración definitivo, es decir, hasta que los coches digan basta.

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La cosa pintaba bien de entrada. Los dos candidatos son compactos muy deseados y están preparados para devorar kilómetros. Pero pronto empezaron a verse las preferencias de nuestros probadores: si podían escoger, elegían el VW Golf, porque es más cómodo y tiene una mejor visibilidad.

"Es el coche perfecto para largos trayectos", anotaba uno de nuestros redactores en el cuaderno de bitácora. El Mercedes se llevó calificativos como "es poco Mercedes", referidos a que se echaba en falta las virtudes clásicas de confort, acabados y funcionalidad de la marca. "Grandes partes del paisaje desaparecen en los ángulos muertos del Clase A", se anotó también. Eso no es precisamente premium.

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Pero el Golf no solo se llevó alabanzas. Nos sucedieron cosas que pusieron en duda la reconocida calidad de Volkswagen. En ocasiones, la electrónica pareció adquirir vida propia y, además, salía agua en la zona de los pies por una mala colocación de los conductos de evacuación, que producían condensación en el habitáculo. Asimismo, demasiadas veces, al arrancar, el cambio automático respondió con desagradables tirones, algo que ya conocemos del DSG, acentuado por un Start-Stop bastante insensible. 

El Mercedes, por su parte, fue acumulando kilómetros sin grandes contratiempos, más allá de que, en la segunda revisión de su mantenimiento (50.990 km), las pastillas de freno delanteras estaban gastadas. A finales del verano de 2014 los dos compactos ya habían pasado la barrera de los 100.000 kilómetros y lo cierto es que seguían en forma. Pero solo el Clase A se llevó la máxima puntuación en fiabilidad. Por tanto, ¿tenemos un Mercedes de pura cepa? Tocaba demostrarlo en su siguiente objetivo: 200.000 kilómetros. Para cualquier modelo de la marca de hace años habría sido coser y cantar, pero, ¿para un A 180?

En la redacción de AUTO BILD flotaba el escepticismo, especialmente respecto al Golf. Tras el chequeo de los 100.000 kilómetros, hubo que cambiar un sensor de la válvula de descarga del turbo. Fue una medida preventiva, ya que, aunque funcionaba, su aspecto no aventuraba nada bueno. Pero fuera de esto, lo cierto es que el Volkswagen hizo muy felices a sus conductores con su mezcla de confort y dinamismo y su imbatible equilibrio. Eso hacía olvidar la enervante respuesta de su cambio automático DSG, especialmente en frío. 

Cinco meses más tarde, el cuentakilómetros marcaba 120.000, la bocina se estropeó, la tapa del depósito quedó atascada y los amortiguadores delanteros perdieron la estanqueidad y aparecieron restos de aceite. Debido a las  constantes quejas por el cambio, le hicimos una revisión a fondo al DSG. El veredicto del taller: funciona perfectamente. ¿En serio? De modo que seguimos conduciendo como si no existirán problemas. El Volkswagen siguió generando alabanzas entre los conductores, con anotaciones en el cuaderno de viaje a los 150.000 kilómetros como estas: "un coche sensacional, equilibrado y silencioso". 

Pero la alegría no duró mucho: el cambio DSG de doble embrague claudicó definitivamente. Tocó sustituir el embrague. ¿Tal vez fue un precio excesivo por parte del taller? Desde Wolfsburgo nos respondieron que no es para tanto, al fin y al cabo, también en los coches con cambio manual llega un momento en que hay que cambiar el embrague. Eso tiene un coste, aunque en este caso, 1.531 euros nos han parecido por encima de lo esperado.

El Mercedes, mientras tanto, seguía devorando kilómetros. Pero no reunía tantas alabanzas en el cuaderno de anotaciones. Siguieron las críticas del principio: visibilidad demasiado escasa, habitabilidad muy justa, calidad de acabados deficiente para ser un Mercedes... Y lo más importante, no sucedía nada: cero fallos, ninguna reparación fuera de lo planeado, nada. Superó la barrera de los 150.000 kilómetros como si tal cosa y llegó a los 200.000 km en un estado de forma excelente.

No podemos decir lo mismo del Volkswagen. No encontramos desgastes notables, pero sí pérdidas de aceite en el motor (por defectos en la transmisión) y en los amortiguadores delanteros y traseros (Volkswagen también dijo de esto que es "muy normal"). 

El Mercedes pasó con nota los primeros 100.000 kilómetros y ha cubierto el doble de distancia con unos resultados excelentes, ganado en esta segunda etapa al Volkswagen que se ha mostrado muy flojo y ya comienza a dar más averías de las habituales. Pero esto no ha acabado, seguirán rodando, hasta el final...

Conclusión

En nuestro supertest de larga duración, ya tenemos el balance de los 200.000 kilómetros: el Volkswagen, si nos atenemos a nuestro protocolo, es mejor coche. Pero el Clase A es el candidato más recomendable si se busca fiabilidad.

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