Test 100.000 km: Mini Countryman SD

Empezamos el test de 100.000 km del Mini Countryman SD con un detalle de los que gustan a un periodista del motor, pues no hay nada más gratificante que pillar a una marca in fraganti. Aunque solo estemos hablando de una simple opción de 90 euros, en cuya descripción puede leerse: “Este kit para el vehículo de cuatro plazas incluye dos portavasos suplementarios y un portagafas de gran calidad...” ¡Un momento! ¿Cómo que “de gran calidad”? El kit de plástico no llegó a las cinco semanas de vida, la pieza que lo sujetaba se rompió. Un sencillo muñeco de Playmobil habría aguantado más. Vista atrás: el 23 de noviembre de 2011 llegó el Mini Countryman SD a la redacción. Pintado en blanco brillante, techo negro, espectaculares llantas de 18 pulgadas y 143 CV diésel. ¡Qué buena pinta!

No obstante, un redactor experto en competición lo probó y nos puso los pies en la tierra. “Mucho ruido de rodadura y aerodinámico, un chasis demasiado brusco en terreno bacheado, que le hace perder ligeramente la trayectoria”. Su sentencia, tras 1.430 kilómetros recorridos: “el Mini Countryman no ha logrado conquistarme”. Uf, ¡eso duele! Más todavía cuando muchos otros probadores dijeron cosas de ese estilo: un colega escribió “las ruedas van donde quieren, el conductor tiene que agarrar el volante fuertemente con las dos manos. En un Lamborghini a 300 km/h te sientes más seguro”. Otro, en cambio, dice: “¡Un chasis eficaz! Apenas sientes balanceo y eso aporta deportividad.” Más prácticos fueron otros: un redac sentenció, tras solo 100 kilómetros por autovía: “Nunca sería mi coche: pequeño, caro y para mí demasiado incómodo. Y hay algo por ahí que suena todo el rato”. Uno lee 28 anotaciones distintas y es normal que el lector se pregunte: “Señores de AUTO BILD, ¿estáis locos? ¿Por qué tantas opiniones a favor y en contra?”

Respuesta: en el test de 100.000 km, el Mini Countryman SD se ha ganado nuestro corazón. Porque no es para nada un coche mini. Detrás, por ejemplo, uno se sienta en uno de sus confortables asientos individuales y se siente como en un reservado. Y el acceso es de lo más cómodo. Un redactor, por ejemplo, apuntó: “El Countryman es el Mini más práctico, su concepto atraerá también al público más adulto”.

Gran rendimiento del motor SD

Por eso, también triunfó entre algunos de quienes los probaron, como un redactor que dijo: “el motor es una pasada, alcanza los 210 km/h y en un uso diario no pasa de los 6,5 litros”. Otro colega, que además es piloto aficionado, opinaba: “¡Increíble combinación de propulsor y transmisión!” Sin ninguna duda, el conjunto prestaciones/habitabilidad es lo mejor de este Mini Countryman y eso ha hecho haya logrado una buena puntuación en nuestro test. Y hubiera sido mejor si en el kilómetro 20.600 una luz no se hubiera encendido para avisarnos de que el nivel del líquido de frenos era demasiado bajo. ¿Cómo? ¡menudo fiasco! Toca parar el coche y revisarlo. Efectivamente, el nivel de llenado estaba al mínimo. Y además, el mecánico de BMW se fue de la lengua: “Ha habido varios casos en los que este modelo venía con el nivel bajo de fábrica”. ¿Culpa de los ingleses?

Para nada: el Countryman se fabrica en Austria, en Magna Steyr. Es posible que los de BMW les hayan dado un toque de atención, porque sin esta incidencia, que siempre lleva consigo la penalización, este “maxi-Mini” se hubiera llevado la nota máxima. Y ahora toca hacer la pregunta. O mejor, la que hacen en los anuncios de Mini: ¿Enamora el Mini Countryman tras el test de 100.000 km? La mayoría de nuestros redactores ha negado con la cabeza. Ya hemos hablado de su firme chasis o de los plásticos baratos que cubren su interior y que provocan que un set de portavasos y portagafas se rompa muy pronto. 
Tal vez deberíamos haber omitido el precio del coche, para que las críticas no fueran tan descarnadas. En España parte de los 28.950 euros, pero con el equipamiento de nuestra unidad de pruebas el precio se disparó hasta los 35.000 euros.