Prueba Suzuki Burgman 125 ABS: el 'mini' maxiscooter vuelve

Sigue dándole alegrías a la marca japonesa y no es para menos, porque ha acabado 2015 y ha empezado este año como una de las motocicletas más vendidas de 2016. Por eso, probamos el Suzuki Burgman 125 ABS. El "pequeño maxiscooter", como lo denominan muchos, 'vuelve'. En realidad, nunca se ha ido, ni Suzuki lo ha querido jubilar para recuperarlo después con grandes cambios. Simplemente, regresa a la lista de los modelos superventas con la ayuda, eso sí, de una golosa promoción en su compra hasta-al menos- el 31 de marzo de 2016: 3.299 euros para el modelo básico (en vez de 3.899 que costaba) y 3.749 euros (por los 4.299 de antes) para la versión equipada con ABS delantero y trasero de este test.  

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Prueba Suzuki Burgman 125 ABS (11 imágenes)

Estéticamente, se ha ido adaptando a los tiempos, resulta agradable de formas y sin estridencias. Este color 'Plata Lunar mate metalizado' le da un toque elegante y burgués, y aunque no es el que más realza sus líneas en contraste con el asfalto -en moto, este es un factor que también incide en la seguridad-, no nos ha parecido desagradable, sino más bien, todo lo contrario, para un vehículo tan urbanita. 

Nada más sentarte, te das cuenta de que la postura de conducción es muy correcta, porque es confortable y dinámica a la vez: vas cómodo -incluso midiendo 1,90 y sin que haya posibilidad de regular el respaldo, que acaba donde empieza la segunda plaza-, y, al mismo tiempo, no conduces tan 'repanchingado' como en la 400 (véase la prueba de la Suzuki Burgman 400), algo que se agradece cuando tienes que deslizarte en ciudad, pasar entre los coches y poner los pies en el suelo varias veces por minuto. Además, los apoyapiés delanteros son plenamente utilizables y esto favorece aún más la protección aerodinámica de su generoso carenado cuando circulas sin manta térmica, por ejemplo. 

Práctica a todas luces

Estos días de frío y lluvia, se agradece contar, además, con un excelente maletero -en el que caben hasta dos cascos integrales y alguna cosa más en los laterales y en la estrecha prolongación hacia delante-, sus guantera frontal con llave y toma de potencia y su hueco portaobjetos con tapa sin llave. Por no hablar de una pantalla bastante elevada, más propio de segmentos superiores que de una 125. Sólo se hecha en falta algún enganche y un suelo plano para llevar alguna bolsa de plástico extra en caso de necesidad. Por ponerle algún 'pero' y tal... 

El color Plata lunar mate metalizado no es lo más lucido para sus formas, pero le favorece. 

Al girar la llave de contacto te das cuenta de que ya no se enmarca en el sistema de cierre con bloqueo y tapa de protección antihumedad que era tan típico en la marca y conservan las Burgman superiores. Es más, enseguida notas que es uno de esos elementos tan soprendentes en su momento y que Suzuki ha ido 'aligerando' con el paso del tiempo y el traslado de la producción a oriente.

Con todo, es una moto bien rematada, con una rumorosidad aceptable y con un comportamiento bastante neutro y agradable. Por ejemplo, no existe ningún tipo de retardo al girar el puño derecho: la aceleración no es brillante, pero a cambio, la transmisión va cumpliendo con su cometido y, cuando se anima, acaba superando sin problemas los 100 km/h.

Es curioso que en esta motocicleta, cuando sales a autopista, haya que estar más pendiente, en ocasiones, del cuentavueltas que del velocímetro, porque cuando rozas los 120 km/h (ojo, que los supera), la aguja se mete en la zona roja y, aunque vas cómodo y tienes cierto remanente para adelantamientos incómodos a autobuses y camiones, conviene no forzar.

A lo mejor esto se debe a que, precisamente, es un modelo que luce un bonito cuentarrevoluciones, no como otras muchas 125 de la competencia, pero... Aunque no es una moto para esto, durante los días de prueba, los recados se han prolongado mucho más allá de la ciudad, así que hemos tenido la ocasión de viajar con ella, cientos de kilómetros también por carreteras secundarias, e incluso hemos cogido cierta altura por los pueblos de la sierra, de noche y con niebla. Y siempre ha cumplido su motor monocilíndrico a pesar de su reducida potencia y de llevar el maletero con carga.

En los repechos prolongados no hemos bajado de 75 km/h y sus recuperaciones no han llegado a ralentizar el tráfico. Pero claro, ya de vuelta a la ciudad es cuando más partido se le saca a la más pequeña de las Burgman, que, al fin y al cabo, para lo que se ha diseñado. 

Su frontal es agradable y ofrece una buena protección aerodinámica. La iluminación de sus ópticas es asimétrica. 

La suspensión es bastante confortable y firme en curvas, badenes y frenadas. En este último apartado, hemos valorado especialmente la efectividad de sus frenos de disco, dotados de ABS delante y detrás. Y otro tanto, a la hora de pasar por la gasolinera -menos de lo esperado, la verdad-: buena capacidad de depósito, toma de llenado fuera del cofre, una autonomía urbana muy superior a los 300 km... y una luz verde 'eco' en el salpicadero que te ayuda a ser todavía más eficiente con el acelerador. 

El resumen de esta prueba de la Suzuki Burgman 125 con ABS es que se trata de un scooter muy práctico, cómodo, seguro y con ciertas sorpresas prestacionales, por si tu vida no se reduce a la ciudad. Eso sí, es en la jungla urbana donde se defiende como nadie y brilla con luz propia no tanto por su diseño o su gama de colores, sino por sus cualidades, que la hacen situarse en un segmento más cercano a los maxiscooters que a las scooters de 125 más básicas del mercado.

Lo mejor: capacidad de carga, profusión de huecos portaobjetos, protección aerodinámica, pantalla de serie, estabilidad, velocidad punta, frenada.

Lo peor: precio sin promoción, aceleración, que el ABS no sea de serie. 

Equipación: Casco Givi 50.4 Sniper, chaqueta Axo Cayman, Guantes Hevik Stoccolma.