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Mantenimiento de un coche eléctrico: ¿qué necesita?

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En este nuevo capítulo de 'Aprende con AUTO BILD', nos centramos en el mantenimiento de un coche eléctrico: ¿qué necesita un coche de estas características? ¿Es cierto realmente que te ahorrarás dinero a la hora de pasar por el taller? ¿Qué cuestiones tendrás que seguir cuidando con la misma atención en un vehículo enchufable? Despejamos todas las dudas aquí. ¿Nos acompañas?

El presente y el futuro están que echan chispas y la electrificación no tiene vuelta atrás. Al menos, de momento, aunque también el diésel iba a ser eterno y de un día para otro, todo el mundo empezó a cuestionarse sus bondades, tanto con argumentos lógicos como con 'cuñadismos' sin sentido fruto del pánico, la ignorancia... o las tendencias de mercado. ¡Porque nada aquí es incompatible con ellas!

Vídeo: 

Sí, los coches eléctricos han llegado para quedarse, y cuando antes controles de ellos, mejor serás capaz de elegir el que más te convenga en un futuro próximo o lejano. Y además de la estética o las prestaciones, aquí lo que cuenta y mucho es el precio de partida y cómo uno lo piensa amortizar, entre otras cosas, con la carga o el mantenimiento que le suponga durante su vida útil. 

Así que para esclarecer este segundo punto en el post, lo primero que hay que distinguir es en qué se diferencia un coche de este tipo de cualquier otro, ya que aquí hablamos de 100% enchufables o 'plug-in' (no de un híbrido/HEV, microhíbrido/MHEV o híbrido-enchufable/PHEV). Es decir, un vehículo que sólo funciona con un motor totalmente eléctrico, 'a pilas'.   

El motor eléctrico

Por tanto, una de las ventajas de conducir con un motor totalmente eléctrico es que su mantenimiento es en teoría más reducido, porque suele contar con un menor número de elementos en su construcción y, por tanto, estadísticamente, dispone de menos componentes que sean susceptibles de averiarse. Esto no significa, desde luego, que sean mecánicas simples... 

Muy al contrario, los coches eléctricos de última generación cuentan con lo que es el bloque en sí mismo y un montón de elementos (con nombres que ya te sonarán como rotor, imanes, inductor, inducido, unidad de potencia, conversor, power train...), cables, centralitas... Y cómo no, otros de los integrantes básicos: las baterías. 

Motor eléctrico Yamaha

Según hemos ido viendo estos años, hay elementos que en principio no deberían ser reemplazados a lo largo de toda la vida útil del vehículo, como son los rotores, los imanes, ciertos engranajes... Y está claro que este tipo de mecánicas no son tan accesibles para el usuario como lo eran los motores de explosión, puesto que en ocasiones están escondidas en el interior de la carrocería. 

No obstante, lo hagas tú mismo o un taller especializado, hay que asegurarse en el mantenimiento de un coche eléctrico que este tiene lo que necesita, como en cualquier otro vehículo, por lo que sí que ha de llevarse a cabo. Y aunque todavía es pronto para determinar con exactitud cómo envejecen este tipo de coches (su generalización es bastante reciente) sí que vamos vislumbrando algunos puntos: 

  • Lubricación: con independencia de cómo sea el sistema en cada momento concreto, las piezas móviles deben estar correctamente lubricadas para que no haya problemas de rozamiento o desgaste prematuro. 
  • Engranajes, poleas, tensores... Son elementos que también deben hacer correctamente su función, al margen de si son movidos por una fuente de energía eléctrica o no.  
  • Transmisión: aquí sucede otro tanto. Los mecanismos que llevan el par del motor a las ruedas deben funcionar igual de bien que en cualquier coche, estar lubricados, no presentar fugas ni roturas... Y aunque las vibraciones de un eléctrico sean menores, este punto también requiere su mantenimiento. 
  • Refrigeración: es uno de los elementos más problemáticos para los ingenieros a la hora de diseñar un coche eléctrico. Y resulta probable que por tu cuenta o en el mecánico haya que asegurarse de que los sistemas de ventilación (manguitos, radiadores, termostatos, rejillas) cumplen la función para la que fueron creados. 
  • Centralitas: también pueden estropearse, sólo que suelen ser sustituidas directamente en vez de reparadas, por cuestiones de complejidad y costes. 
  • Baterías: su desgaste tiene que ser revisado cada cierto tiempo, por si la pérdida de rendimiento por el uso y las recargas hiciera plantearse su sustitución. 
  • Frenos regenerativos: aunque el esquema básico de frenos no difiere de cualquier vehículo, en los  electrifocados suele haber un sistema en el que se aproveche la energía residual de la frenada (tanto si es en los descensos con un sistema de freno motor como al accionar el pedal central) y que requiere su propia vigilancia y es más sensible a los baches o al agua de los charcos.
  • Cableado: si en cualquier coche hay que repararlo o incluso sustituirlo con el paso de los años, aquí también hay que supervisarlo de vez en cuando, comprobar su efectividad, que no se ha dañado (por la humedad ambiental o de la plaza de aparcamiento, por posibles roedores...).  
  • Enchufes: las tomas de corriente, las clemas, las conexiones también deben estar en perfectas condiciones. 
  • Software: en este tipo de vehículos, es más importante si cabe que el sistema de gestión del vehículo lleve un software convenientemente actualizado, por lo que este elemento invisible no podía faltar en este post. Y, seguramente, tampoco es algo que vas a poder hacer en casa, por tu cuenta, sin acudir a un taller especializado. 

Por lo demás, el mantenimiento de un eléctrico y lo que necesita no difiere tanto de un coche térmico convencional, porque hay muchos elementos que comparte en su estructura y concepción. Y esta dualidad se produce tanto en los modelos que han sido electrificados a posteriori como en aquellos que fueron concebidos desde el principio para ser enchufados a la corriente. 

Por tanto, es fácil de entender que en cualquier coche 'a pilas' también habrá que prestar atención, como en el resto, a los discos, las pastillas (o tambores y zapatas), sus latiguillos y al líquido de frenos, al liquido de la dirección y de los lavaparabrisas, a las escobillas de los limpias, al desgaste de los neumáticos, a las presiones, a las luces, a los golpes de carrocería o a las gomas de las puertas. 

   

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