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El Peugeot RCZ, 'Coche Gay de Europa 2011'

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El hombre propone y Dios dispone –y en algunas ocasiones, la mujer descompone–. No sé si te habrá ocurrido alguna vez: haces o escribes –como es mi caso– algo con la intención de ayudar y apoyar, y resulta que por arte de birlibirloque o porque un servidor se explica francamente mal, consigues el efecto contrario y, para colmo de escarnio, aquellos a los que pretendías dar aliento se te echan encima como hienas hambrientas.

Me ocurrió el año pasado con un post a propósito del Orgullo Gay y de cómo la marca Fiat había vestido para la ocasión unos cuantos 500C con motivos ¿homosexuales? Mi intención era precisamente denunciar los rancios estereotipos que hay con respecto del colectivo gay, pero lejos de conseguir mi propósito, me tildaron de "homófobo". ¡Con un par! Para qué me metería en semejante jardín...

... del que parece que no quiero salir? Pero es que con motivo de la celebración del Orgullo Gay 2011, me topé con una noticia cuando menos curiosa: al parecer la revista francesa Ledorga ha elegido el Peugeot RCZ como Coche Gay de Europa 2011 y a Citroën como Marca de Coches Gay Europea 2011. Qué quieres que te diga: pues me parece muy bien y me alegro por el Grupo PSA por las citadas distinciones. Ahora bien, ¿qué criterios han seguido? O mejor dicho –a ver, a ver, cómo lo digo para no ganarme un par de bofetones–: ¿qué valora un gay que no tenga en cuenta un hetero? ¿La apariencia? ¿La aceleración? ¿Los acabados?

Según cuenta el portal chueca.com, el Peugeot RCZ ha triunfado por "un diseño brillante que se presenta viril, masculino, especialmente en las curvas de la parte trasera, que recuerda mucho a la cadera de un atleta, y con la línea de cabina, los pilares cromados y el techo de burbuja se ve mejor y más exótico que cualquiera de sus rivales". Interesante reflexión, pero, ¿eso es todo? ¿Solo se valora eso? ¿Y ese diseño "viril" es lo que lo hace tan gay? ¡Uff, uff!

Lo que quiero decir es que me alegra sobremanera que una publicación dirigida al colectivo gay también sienta pasión por los automóviles –faltaría más–, pero lo que no termino de entender es por qué tiene que haber un coche gay o una marca de coches gay; salvo raras excepciones los coches tienen cuatro ruedas y da igual la condición sexual, el género, la religión o la afinidad política: cualquier vehículo es válido para un hetero, un gay o un cura. Y eso es, a mi juicio, lo que de verdad nos hace iguales y lo realmente importante. ¿No crees?

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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