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¿Entonces Alonso tendría que haber tirado la toalla en Austin?

Accidente de Alonso en Austin

Al menos esa es la lectura que hacemos de la sanción que le cayó a Fernando Alonso tras pelear como un gladiador en Austin a pesar de sufrir un terrible accidente.

La FIA volvió a echar por tierra un buen resultado de Fernando Alonso en la Fórmula 1 con una sanción inexplicable y que esta vez la decisión carece más que nunca de sentido. En Austin, el piloto asturiano realizó una carrera épica, de esas que hacen afición y que hacen que el espectador mire más allá del primer y segundo puesto.

Alonso había salido decimocuarto, había ascendido varios puestos tras verse beneficiado por el safety car provocado por la salida del coche de seguridad por el abandono de Valtteri Bottas cuando él todavía no había pasado por boxes. Con neumáticos nuevos seguía remontando, superando a Pierre Gasly e intentando adelantar a Lance Stroll para sumar puntos en la prueba americana.

Sin embargo, un movimiento antirreglamentario de Stroll cuando estaba siendo superado por quien será su compañero en 2023, catapultó el Alpine de Alonso hacia las barreras. No se sabe cómo, pero el coche pudo seguir en pista: Fernando lo llevó hasta boxes, y tras un cambio de neumáticos y de morro pudo continuar en carrera.

El bicampeón español pudo remontar con un coche 'tocado' al que sacó hasta la última milésima. Regresó a pista último y fue superando a Latifi, Ricciardo, Albon, Magnussen... hasta llegar a ser sexto. Después de ser adelantado por Norris, que venía con neumáticos menos desgastados, pasó al séptimo lugar en el que finalmente terminó.

La de Alonso fue una carrera épica, una de las mejores que se recuerdan, con la que vuelve a poner en valor su inmensa calidad a los 41 años. Lo sencillo, más aún cuando aseguró tener el susto en el cuerpo tras el impacto, habría sido retirarse. 

Pero no: Alonso siguió hasta la bandera a cuadros. No tiene nada que demostrar a estas alturas, y aun así lucha como si se jugara la continuidad en la F1 carrera a carrera.

... Y viene la FIA y tira todo el esfuerzo por la borda

Así es como fue. El equipo Haas protestó después del GP de Estados Unidos por cómo había terminado la carrera el monoplaza de Alonso, que había perdido un retrovisor en pista cuando rodaba por detrás de Magnussen, a quien acabó adelantando. 

La FIA admitió la protesta a pesar de estar presentada fuera de plazo y de que se hubiese dado el OK al coche de Alonso en la inspección técnica posterior a la carrera. Y esta vez sí, decidieron sancionar.

Durante el Gran Premio, los comisarios permitieron que Alonso siguiera compitiendo a pesar de los daños que tenía el Alpine; la mejor prueba de ello es que no se le mostró la bandera negra y naranja que obliga a los coches a pasar por boxes debido a daños que ponen en peligro la seguridad de los pilotos.

Esta bandera ni siquiera se le mostró en Austin a pilotos que compitieron con los 'endplates' del alerón delantero dañados y a punto de caerse. Sin embargo, tras la protesta de Haas, la valoración fue diferente y el piloto que había hecho disfrutar a aficionados de todo el mundo, ahora sí que merecía una sanción, ¡de 30 segundos!

Por este motivo, Alonso cayó desde el séptimo hasta el decimoquinto puesto y perdió los puntos sumados tras una carrera épica, en la que, a pesar del miedo que todavía tenía en el cuerpo y de los daños en el coche, continuó luchando como un auténtico gladiador. Y no lo olvidemos: ¡Alonso no tuvo culpa de los daños que le costaron los 30 segundos de castigo!

El equipo Alpine ha protestado por la sanción, pero ni aunque ésta se retire y se le devuelvan los puntos al asturiano, podremos pasar por alto una inconsistencia de la FIA que, lejos de ganar aficionados, terminará por cansarlos. 

¿La lección que sacamos y deben sacar los pilotos después de todo esto es que deben retirarse siempre que dañen su monoplaza tras un toque? Si Alonso lo hubiera hecho, los perjudicados habríamos sido los aficionados al perdernos una carrera memorable... empañada una vez más en los despachos.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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