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Mercedes CLS, Audi A7, Aston Martin Rapide y JAGUAR XJ

Tienen cuatro puertas y la elegancia de un coupé, por lo que los hacemos desfilar en nuestra pasarela.

Motorizaciones comparadas:

La elegancia es la forma y lo chic, las maneras. Esta es una mítica frase del diseñador y gurú del buen gusto Pierre Cardin. Y bien pensado, debería haber escrito un libro de buenas maneras para los departamentos de diseño hace tiempo, ya que son palabras que parecen sonar a chino a más de uno. Árboles de Navidad sobre ruedas, formas imposibles... La buena noticia se ha hecho de rogar, pero, por fin, ha llegado: la imagen clásica vuelve a ser tendencia. Desaparecido en combate desde tiempos inmemoriales, el estilo clásico resurge de sus cenizas en los departamentos de diseño. Lo hace con savia nueva: fresco, moderno y seductor. Este renacimiento se hace patente en estos modelos, berlinas con aspecto de coupé y todo un regalo para la vista. Sobre la pasarela y sólo para vosotros… ¡cuatro supermodelos!

Mercedes CLS 350 CDI: curvas seductoras

“El arte del diseño reside en conseguir lo extraordinario”, palabras de Gorden Wagener, jefe de diseño de Mercedes.

Prueba superada. El nuevo CLS resulta fino y, a la vez, destila potencia por los cuatro costados. Lo hace con suma elegancia y una pizca de estilo retro. Las líneas de su lateral me traen a la mente los modelos Pontón de los 50 y, ya puestos, también un poco al imperecedero 300 SL. Sólo hay un pero: al igual que le ocurría a su predecesor, no le va a gustar a todo el mundo. Más de uno lo cogería y se lo llevaría a darle un planchado (está lleno de aristas). No es una belleza sin tacha, pero nos acostumbraremos rápido a él.

El interior, en cambio, apuesta claramente por la elegancia clásica. Tras sus muros laterales se esconde un ambiente de lo más íntimo que se viste con sus mejores galas: salpicadero de maderas nobles, cuero... Son los atributos de un estilo de vida elevado, sin grandes ostentaciones, pero dejando de lado el estilo serio de los modelos anteriores. ¿Se corresponden las formas con las sensaciones? Sí y además con nota. La potencia del V6 cumple con lo que prometen las formas, mientras que la dirección y el tren delantero actúan con nervio, pero con delicadeza: el CLS 350 CDI es una obra de ingeniería que sabe lo que quiere.

Audi A7 3.0 TFSI: el arte de las lineas limpias

“Bastan tres líneas para imprimirle carácter a un coche”. Lo dijo Stefan Sielaff, jefe de diseño de Audi.

Mera cuestión de opinión, diría en Mercedes Wagener , el colega de Sielaff. El A7 es el contrapunto ideal del CLS. Líneas sencillas frente a un festival de curvas, superficies ligeras en vez de sobrecargadas. Es ahí donde estriba el placer visual del A7, en su pureza y sus proporciones. Agazapado bajo una silueta de berlina, los detalles brillan con luz propia: las aristas laterales están orientadas hacia arriba y producen la sensación de que los voladizos son más pequeños. La carrocería resulta atractiva desde el primer vistazo: este Audi encarna la belleza de la discreción.

¿Cuál es su mayor atractivo? No es una simple berlina coupé. Detrás me espera un enorme portón trasero que pone de relieve la prioridad que Audi le da a la utilidad de sus coches. Los ocupantes de los asientos traseros tienen mucho más espacio que en el CLS y el acceso resulta sencillo.

Además, disfruto de la potencia del 3.0 TFSI dulcificada por unas suspensiones adaptativas: la combinación resulta suave y cremosa; muy conseguida a pesar de que no tiene el mismo feeling que el CLS. El A7 destaca por su discreta elegancia… También al volante.

Aston Martin Rapide: superdeportivo y algo más

“Irradia fuerza y elegancia. Igual que un caballo de carreras”. Esta es la frase de Marek Reichman, jefe de diseño de Aston Martin.

Menuda verdad. ¿Será éste el más bonito de todos los cuatro puertas? En cualquier caso, es el más deportivo. Todo un purasangre, muy lejos de los trazos de cualquier berlina. Musculoso, pero muy discreto: nada de alerones ni de horteradas. Sólo es exótico, bonito... y también tres veces más caro que cualquiera de los modelos presentes en la comparativa de esta semana.

Que se trata de un coupé es algo que aprecian sus ocupantes nada más entrar. Para acceder a su parte trasera con dignidad casi tienes que ser gimnasta. Eso sí, cuando estás dentro te espera la más selecta de las latas de sardinas. “Quien sólo busca la utilidad de las cosas nunca descubrirá su belleza”, nos legó para la posteridad el poeta (y dueño de un Jaguar) Halldor Laxness. Es algo que quizás debería tener en cuenta Aston Martin para las diminutas pantallas situadas tras los respaldos de los asientos delanteros. Al volante no notas que estás conduciendo una berlina. Su V12 ruge como siempre y toma las curvas como si estuviera en cualquier circuito jugándose la victoria. Y al final le deja al conductor la más dulce de las sonrisas.

Jaguar XJ 3.0 L: el elegante gigante blanco

“Imagen muy clara de formas puras y sensuales”. Ian Callum, jefe de diseño de Jaguar.

Menos es más, viene a decir el lema de Callum. Nada de detalles superfluos, todo el esfuerzo se concentra en su silueta. El traje ha de ir bien ceñido: que no quede ni una arruga. Eso es precisamente lo que hace del nuevo XJ un coche de lo más emocionante: reniega de las directrices clásicas de Jaguar y se aventura por tierras vírgenes del diseño… y lo hace con éxito. La berlina de lujo se mueve con aires de belleza exótica: hay que acostumbrarse a ella, pero es espectacular. Incluso la versión larga comprime las líneas del techo como si se tratara de un coupé: su cintura y el techo de cristal subrayan esta impresión. Por dentro, lo mismo: menos (o nada) es más. El lujo moderno que está de moda es cool. El diesel que monta no arruina su cuidado aspecto. Se mueve con la potencia y el sigilo de un felino; sólo en firmes irregulares le entra algún que otro escalofrío. Es algo que no termina de casar con la prestancia de sus movimientos.

CONCLUSIÓN

Quiero más, por favor. En una época de coches ‘grandones’, barcazas gigantes y complicados diseños, estos coupés de cuatro puertas me parecen el denominado ‘estilo zen’ en estado puro. Me llega al alma que hayan redescubierto la belleza y la elegancia dinámica sin excesivas florituras. Es todo un placer para la vista y, además, son completamente prácticos y aptos para el día a día. Dicho a las claras: una berlina de representación no tiene por qué ser una gran  mole. Me encanta que esto ahora sea de nuevo verdad y además que lo sea de cuatro maneras tan diferentes.

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